NdR- Se cumplen este año los treinta de reclusión a perpetuidad del Camarada-preso-político Vincenzo Vinciguerra. Lo que constituye exactamente la mitad de su existencia humana.
Muchos, demasiados, años para cualquiera, incluso para aquel que lucha por una Idea y ésta pueda ayudarle a soportar una tan prolongada pérdida de la libertad y unas condiciones tan severas de internamiento carcelario.
Que Vinciguerra sigue aferrado a sus ideales de siempre lo demuestra la continuada publicación de textos políticos, documentación histórica y artículos de opinión como los recogidos, traducidos y publicados en nuestro país tanto por Antagonistas ahora como por Resistencia anteriormente.
En coherencia con la naturaleza misma de su combate político, Vinciguerra se ha negado reiteradamente a beneficiarse de cualquier reducción de condena, revisión de pena, arrepentimiento, disociación ideológica, petición de clemencia, indultos o demás artimañas legales con las que el Estado antifascista italiano ha quebrado la voluntad de lucha de tantos prisioneros políticos desde los años de plomo hasta el día de hoy.
El documento que transcribimos a continuación fue editado en 1999 por Ediciones de Resistencia dentro de uno de los cuatro únicos cuadernillos que llegaron a ver la luz.
El diálogo que sigue es un testimonio directo, lúcido, sincero, profundo, escueto de la personalidad, de los valores y del carácter propio de Vincenzo Vinciguerra.
Todo un ejemplo.
Agradecemos al camarada Antonio M. el esfuerzo suplementario de redigitalizar este texto.
LíneAntagonista
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PREGUNTA: Vincenzo Vinciguerra (Catania, 1949), es usted el único reo confeso de una masacre. He dicho reo confeso porque así se lo define generalmente, y nosotros mismos hemos usado hasta ahora esa expresión. Si en 1984 el culpable de la masacre de Peteano de 1972 (tres carabineros muertos y uno herido) no hubiera tomado la decisión de hablar, quizás nunca le habríamos conocido y tal vez usted no estaría aquí cumpliendo su condena. En realidad, ¿Cómo hay que calificar esta presunta confesión suya?
RESPUESTA: Aquí hay dos puntos importantes que conviene aclarar. No ha existido ninguna confesión. Ha existido una asunción de responsabilidad preanunciada en el curso de un interrogatorio a los magistrados de Bolonia el 20 de junio de 1984. Por consiguiente: asunción de responsabilidad que puede y debe ser entendida, eventualmente, como reivindicación del atentado, no como acto de sumisión como podría dar a entender el término confesión. El otro punto a aclarar se refiere al término masacre. Jurídicamente se define como masacre cualquier acto que provoque la muerte de más de dos personas o que ponga en peligro la vida de varios sujetos. Pero masacre, sorbe un plano ético, sobre un plano moral, es la que golpea indiscriminadamente sobre objetivos civiles, las que ataca a la población civil, en los bancos, en las estaciones de tren, en los ferrocarriles. Un objetivo militar destruido en la óptica de un ataque contra el Estado, no puede ser definido como masacre; jurídicamente puede, pero no sobre otro plano: no puede ser colocado al mismo nivel que el atentado de Plaza Fontana, de Brescia, del Italicus, de la estación de Bolonia del 2 de agosto de 1980 (1).
PREGUNTA: Usted ha llamado a Peteano un acto de guerra contra el Estado
RESPUESTA: ¡Exacto!
PREGUNTA: ¿Y los carabineros que no sabían que estaban en guerra?
RESPUESTA: Pero los carabineros sabían que estaban en guerra porque el Estado lo estaba desde hace años. Es mucho antes de 1972 cuando se habla de un conflicto en Italia. ¿Por qué dice que no lo sabían?
PREGUNTA: Porque un conflicto hay que declararlo y presupone dos partes dispuestas a combatir.
RESPUESTA: Y existían realmente dos partes.
PREGUNTA: En un estado de derecho la parte que usted considera adversa no ha asumido jamás el hecho de participar en una guerra.
RESPUESTA: Pero yo le digo más. Le digo una cosa diametralmente opuesta a la suya. Yo afirmo que el Estado ha declarado una guerra sin advertirlo a la población: y ha hecho esta guerra. Por lo tanto, los carabineros de Peteano, en esto le doy la razón, no tenían culpas específicas. Sobre este punto de acuerdo. Es por ello que no he usado el término reivindicación hasta hoy. Pero decir que no ha existido una guerra o que no había una guerra ya en el 72 es algo inexacto.
PREGUNTA: ¿Guerra contra quién o contra qué?
RESPUESTA: Por mi parte, guerra contra el Estado. Por parte del Estado, guerra contra esta nación.
PREGUNTA: ¿Guerra del Estado contra sí mismo?
RESPUESTA: El Estado instrumentaliza opositores. Crea una situación de enfrentamiento. Desestabiliza el orden público a fin de estabilizar el orden político.
PREGUNTA: Pero comencemos desde el principio, ¿usted pertenecía a Ordine Nuovo?
RESPUESTA: Sí, inicié mi actividad política en el MSI; luego ingresé en Ordine Nuovo.
PREGUNTA: ¡Ustedes no querían un partido, querían un frente de guerra!
RESPUESTA: Nosotros estábamos empeñados en una actividad política contra un sistema de partidos que no podía gozar de nuestro favor. Yo no soy demócrata, no era demócrata y sigo siendo antidemócrata. No creo en la democracia. No creo que exista un régimen democrático.
PREGUNTA: ¿Cuál había sido, antes del atentado de Peteano, la actividad de su grupo y la suya propia? ¿Me quiere decir cuales fueron las acciones más importantes?
RESPUESTA: No, mire, no existieron acciones especialmente importantes. Era la actividad propia de un grupo político que reparte propaganda, participa en manifestaciones públicas, hace proselitismo
Una actividad más que normal.
PREGUNTA: ¿Puso alguna bomba?
RESPUESTA: Se pusieron algunas bombas a partir de 1971. La primera fue contra la Democracia Cristiana, coincidiendo con la entrada de los blindados de carabineros en Reggio Calabria. Como ve, ya en aquel atentado no existía la perspectiva del neofascista que ve en el arma de carabineros o en las fuerzas de policía a los cuerpos sanos de la nación, que contrapone el Estado al Régimen. ¡No!. En realidad el primer atentado fue de protesta contra la intervención de las fuerzas policiales en Reggio Calabria y golpeó la sede provincial de la DC [Democracia Cristiana] de Udine.
PREGUNTA: ¿En que circunstancias maduró la decisión de cometer la acción de Peteano, que me parece un salto cualitativo?
RESPUESTA: Mire, el atentado de Peteano no maduró en un día. Nace de un análisis. Un análisis que se inicia a finales de 1969. Un análisis que integra mi experiencia personal en el contexto de las organizaciones del mundo neofascista, y por tanto en el de nuestra acción. De este análisis se deriva prácticamente la conclusión de un enfrentamiento total con el Estado. ¡Peteano ha sido una señal!
PREGUNTA: ¿Quién fue el teórico de aquella acción? ¿Qué parte tuvo usted en esa fase?
RESPUESTA: Tenga en cuenta que yo he reivindicado la ideación, la organización y la ejecución del atentado de Peteano. No he tenido nunca un teórico. He sido simultáneamente teórico y práctico.
PREGUNTA: ¿Matando carabineros qué pretendía conseguir?
RESPUESTA: Pretendía lanzar una señal para que cesara la instrumentalización que se venía haciendo del mundo neofascista por parte de sus dirigentes, que no podían seguir frecuentando los Estados Mayores y los Servicios de Seguridad, y al mismo tiempo proclamar la guerra al Sistema y reclamar la herencia de la Alemania nacionalsocialista.
PREGUNTA: ¿Por qué eligió precisamente aquel lugar?
RESPUESTA: Lo escogimos porque se trataba de un sitio aislado. U n lugar en el cual no podían ser dañados los civiles. También la dinámica del atentado, también la llamada telefónica, tiene esta intención, porque cuando me percaté que esta trampa, que esta emboscada, porque se trataba siempre de una emboscada, no había funcionado, seguía habiendo allí un automóvil que cualquiera podría haber hecho estallar. Bastaba un curioso, bastaba incluso un niño. Por ello telefoneamos. Y el aviso provocó obviamente la llegada de los carabineros y por tanto el atentado consiguió el objetivo prefijado.
PREGUNTA: Usted se ha defino si no recuerdo mal, como un soldado político. ¿Qué significa esto?
RESPUESTA: Significa que tengo unas ideas y que por ellas lucho.
PREGUNTA: ¿Es propio de un soldado atraer a tres víctimas inconscientes hacia una trampa mortal?
RESPUESTA: Pero esta no es la guerra clásica. Esta es la guerra que los técnicos de los Estados Mayores, incluyendo el italiano, llaman no-ortodoxa. Dicha guerra tiene por objetivo la mente, las conciencias, los corazones y las almas de los hombres, no de os territorios. La guerra no ortodoxa no responde a las reglas de la guerra clásica. Emboscadas y atentados no son más que un medio, uno de tantos empleados en este tipo de guerra; empleados también por los empleados de uniforme, y a los que nadie reprochará sin embargo la adopción de ciertos métodos. Se les echan en cara dichos métodos solamente aquellos que no tienen un uniforme visible, y que por ello son perseguidos; por el hecho de haber cometido un atentado.
PREGUNTA: Perdóneme pero, ¿no le parece un eufemismo llamar guerra impropia al asesinato de tres muchachos?
RESPUESTA: No. No eran tres muchachos. Eran tres hombres que habían elegido su camino. Vestían de uniforme. Representaban al Estado. Yo no creo que sea ni siquiera lógico buscar el plano humano en estos episodios. Esos tres muchachos que Vd. cita, muertos en Peteano, no tenían más culpas específicas que las de vestir un uniforme y encontrarse allí aquella tarde, por esta razón le repito- es por la que hoy modifico el término asunción de responsabilidad por el de reivindicación.
PREGUNTA: Usted entonces declaró la guerra a ese mismo Estado frente al cual después, usando su mismo lenguaje, no confiesa pero asume su responsabilidades. Parece una incongruencia hacer estas dos cosas. En todo caso no renuncio a hacerle estas preguntas: ¿Qué ha sucedido entre tanto, dado que los años han pasado y usted habrá cambiado también en algo? ¿Ha cambiado usted? ¿Ha cambiado el Estado? ¿Han cambiado los escenarios, las estrategias? ¿O se trata simplemente de un caso de conciencia? ¿O no ha cambiado absolutamente nada?
RESPUESTA: Yo no he sido arrestado. Me constituí en prisión el 12 de setiembre de 1979. También esto se ha interpretado siempre como un acto de rendición ante el Estado; y sin embargo no había tal. Tuve una serie de reflexiones, reflexionaba desde hacía tiempo en decir la verdad. Existía y acierta predisposición y fue así como decidí que había llegado el momento de contribuir a la clarificación, a la búsqueda de la verdad sobre lo que era la estrategia de la tensión (2), la estrategia de las masacres y del terrorismo, asumiendo la responsabilidad de lo que yo había hecho pero desde el punto de vista de una confesión.
PREGUNTA: Se ha dicho que el Estado que usted combatía podría tener servidores llamados desviados, que conocían muchas cosas de vosotros antes y después de Peteano. De vosotros y de usted
RESPUESTA: Estos servicios, desviados entre comillas, conocen perfectamente el mundo neofascista. Sobre Peteano estaban informados, fueron informados en los meses posteriores al atentado, no antes. Antes no lo podían ni imaginar, ni prever; por consiguiente no podían tampoco intervenir. Han sido informados por vía confidencial- en los meses siguientes al atentado mediante indicaciones genéricas; y después en octubre de 1972 (3), han tenido en la mano elementos concretos para poder probar mi responsabilidad en el atentado de Peteano. No lo han querido hacer. No lo han querido hacer porque yo fuera un hombre a proteger por parte de estos Servicios, y menos aún por parte del Arma de carabineros, sino porque esto contradecía la estrategia política que ellos estaban llevando a cabo.
PREGUNTA: ¿Es posible que estos servidores de dos amos, por así decirlo, lo hayan instrumentalizado después?
RESPUESTA: No. No, porque no veo como podrían instrumentalizarme. Ellos se han limitado a dejarme estar, a dejarme escapar. Han continuado con su estrategia que pretendía que la violencia en aquel período fuera exclusivamente de izquierda, y no también- de derecha. No han hecho nada en concreto para instrumentalizarme.
(...)
PREGUNTA: Usted ha mantenido que los Servicios Secretos que me obstino en llamar desviados- conocían desde 1972 la identidad del atentado de Peteano, es decir de usted. ¿Qué pruebas tiene para afirmar semejante cosa?
RESPUESTA: Mire, yo he recogido un conjunto d elementos; aparte de algunos otros elementos que podría decir en el caso de que fuera un arrepentido pero que, como no lo soy, callo. Hubo una decisión colegiada para ocultar la verdad sobre la matriz política del atentado de Peteano; porque, tenga en cuenta una cosa, los carabineros de Peteano los he matado yo, pero el Estado al que representaban los ha traicionado dos veces: los ha traicionado una vez en octubre de 1972 y los ha traicionado otra vez en 1987, durante el proceso de segunda instancia aun sabiendo entonces cual era la verdad.
PREGUNTA: La historia de su condena, Vinciguerra, comienza con la muerte de tres carabineros en aquel lejano 1972. Según vuestra ideología, las masacres debían servir para sublevar al pueblo y abatir este Estado. No solamente todo esto no ha sucedido, no solamente el pueblo no se ha levantado, sino que todas estas vicisitudes terminan con su aislamiento, con su condena a prisión, precisamente. ¿Todo esto le induce ha hacer alguna reflexión o no?
RESPUESTA: El atentado de Peteano no tenía, no podía provocar ninguna reacción popular, excluía al pueblo, no lo afectaba.
PREGUNTA: Pero, ¿se da usted cuenta que el pueblo, frente a la muerte de aquellos tres carabineros, ha dicho únicamente no a usted y a cuantos piensan como usted, si se me permite, y no ha pasado nada, no ha existido sublevación y el Estado ha permanecido tal y como estaba?
RESPUESTA:Pero el pueblo no podía decir que no porque no les he mandado ningún mensaje. El atentado de Peteano era un mensaje interno al mundo al que pertenezco, no era un mensaje dirigido al pueblo. El pueblo no podía hacer nada, no podía decir nada, porque al pueblo le ha sido negada la verdad. Hoy, esta opinión pública no puede decir no, ¿a qué? Puede solamente tomar nota de que en un atentado que ha costado la vida a tres carabineros el Estado niega la verdad, y que quien lo ha cometido, por contra, la afirma. La afirma arrostrando una condena, dándose una condena, no rechazándola, no pidiendo nada, porque no tiene nada que pedir a este Estado: tiene solamente algo que darle, aquello que siempre le hadad: el desprecio que merece.
PREGUNTA: Vinciguerra, está Vd. aquí con esos tres muertos que no le pesan en la conciencia porque el crimen fue cometido por combatir al Estado, como Vd. dice. Esa guerra en realidad no ha existido, y Vd. consume su vida en prisión en la ilusión de haberla combatido. Y bien, ¿Qué sentido quisiera dar a su futuro?
RESPUESTA: Yo tengo un futuro que se asemeja mucho al pasado. Afirmo que esta guerra ha existido. Este crimen, como usted lo llama, no me pesa en la conciencia porque fue un acto de guerra y por consiguiente no me puede pesar sobre la conciencia. El sentido que puedo dar a mi futuro es continuar sobre el camino que emprendí cuando tenía 13 años, sobre el cual he caminado hasta hoy, y sobre el cual continuaré caminado en una prisión deseada, no rechazada, no impuesta por el Estado, sino querida, buscada y vivida con la misma coherencia que he mantenido siempre.
PREGUNTA: ¿Está usted casado?
RESPUESTA: No.
PREGUNTA: Si lo estuviera y tuviera hijos: ¿les transmitiría este mensaje?
RESPUESTA: Si hubiera tenido hijos, sí.
PREGUNTA: ¿Hay alguna cosa en la que crea hoy con un contenido un poco más humano?
RESPUESTA: Sería necesario aclarar que es humano. Un tipo de guerra como esta excluye, al menos en parte, aquello que es humano. Por esta razón no tengo hijos, no tengo mujer y no tengo afectos. Los tengo, pero no están en lugar prioritario, ni lo estarán nunca; si lo hubieran estado no habría tomado el camino que he recorrido, porque de lo que yo he hecho asumo las consecuencias, y como he sido capaz de matar no he tenido jamás el temor de ser muerto o de acabar en eso que vosotros llamáis muerte civil; todo esto lo he demostrado ampliamente. Aunque esto no corresponda exactamente a la imagen de lo humano; por tanto, yo soy, he sido, indudablemente
inhumano. Pero también lo soy respecto a mí. Y lo soy más respecto a mí que respecto a los demás; y continuaré siéndolo.
PREGUNTA: ¿Quizás como expiación?
RESPUESTA: No. No hay ninguna expiación. He reivindicado un gesto que por respeto a aquellos muertos califique de asunción de responsabilidad, y hoy me habéis obligado a usar el término de reivindicación, precisamente para poner fin a una campaña de desinformación que me quiere ver contrito, arrepentido, aunque solo sea moralmente: de rodillas ante el Estado-papá. ¡No! Estoy en pie. Reivindico el atentado de Peteano y continuaré por otros medios, con los medios que se me permiten y en la situación en la que me encuentro, la guerra que inicié hace más de veintisiete años y que no terminará nunca antes de que yo termine. Terminará en ese mismo momento.
PREGUNTA: ¿Es consciente del hecho de que esta guerra continuará haciéndola usted solo?
RESPUESTA: ¡No es una buena razón para abandonarla!
(*) Emitida por la RAI dentro del programa La Notte della Repubblica, de Sergio Zavoli, 1989. Publicado en Neofascismo: mito y realidad, [FNCRSI - Vincenzo Vinciguerra - Manuel Negri], ed. Resistencia, Madrid, 1999. Análisis crítico de un mundo creado en torno a una maraña de mentiras y medias verdades donde quedan desenmascaradas las verdaderas motivaciones y servidumbres de sus dirigentes y principales miembros y se rompe el falso vínculo de herencia que lo vinculaba al fascismo histórico republicano italiano.
(1) NdelT.- Se trata de las más grandes masacres de Estado cometidas entre 1969 y 1984 en Italia. Todas las víctimas fueron civiles ignorantes de una guerra querida y deseada por un Estado, nacido de la victoria angloamericana contra el fascismo, que no podía tolerar el avance real o imaginado del comunismo. He aquí el balance de estas masacres: Plaza fontana (12-XII-69): Bomba en la Banca de Agricultura sita en esta plaza milanesa, 16 muertos y 87 heridos; Italicus (4-VIII-74): explosión provocada en un tren de pasajeros, 12 muertos y 44 heridos; Estación de Bolonia (2-VII-82): 85 muertos e innumerables heridos.
(2) NdeR.- v. Vinciguerra, Vincenzo : La guerra contrarrevolucionaria y la estrategia de la tensión, ed. Resistencia, Madrid, 1999. Imprescindible documento para la comprensión de esa turbulenta etapa política elaborado por el ejemplar Vinciguerra donde agudamente se analizan los fundamentos de la guerra diseñada por los Estados mayores, servicios secretos y vértices políticos occidentales con el fin de mantener el status quo nacido de la Segunda Guerra Mundial.
(3) NdelT. Se refiere al encubrimiento efectuado por los carabineros tras el intento de secuestro aéreo en el aeródromo de Ronchi dei Legionari. En este hecho murió el militante neofascista Ivanno Boccaccio a manos de la policía. La pistola utilizada en este intento fallido de secuestro era la misma que había percutido los casquillos de bala hallados en Peteano y disparados sobre el parabrisas del coche bomba. La pistola era propiedad de Carlo Cicuttini, autor además de la llamada telefónica de Peteano, y fugado a España en aquellas fechas. La conexión entre los dos episodios era más que obvia y por tanto la matriz política de la masacre de Peteano podía ser establecida sin ningún género de dudas. Sin embargo, los jefes de los carabineros muertos en Peteano, responsables, a su vez, de la investigación policial, ocultaron, manipularon y falsificaron durante años cualquier indicio prueba que pudiera poner en relación ambos episodios: no era admisible que unos fascistas pudieran atacar militarmente al Estado