Pasemos a analizar veinte años de nuestra historia. Comenzaremos en 1965, año en el cual, según afirman los "expertos" judiciales y políticos, se ha puesto en marcha la "estrategia de la tensión" mediante un congreso presidido por un Magistrado del Tribunal Supremo, Salvatore Alagna, y por un teniente-coronel en servicio activo del Ejército italiano, Adriano Magi-Braschi, y cuyas actas han sido recogidas en un volumen, preparado por Edgardo Beltrametti, que ha sido distribuido por cuenta del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas en todas las bibliotecas militares.[2]
Empuñar las armas contra un Estado significa, para nosotros, atacar militarmente, por cualquier medio, a aquellos que representan bajo cualquier aspecto al Estado y, en particular, a aquellos que lo defienden con las armas.
Empecemos, pues, enumerando las pérdidas que han sufrido las fuerzas militares y de policía en este ventenio de guerra contra la "subversión negra".
Dentro del período que examinamos, tras ocho años de atentados contra objetivos civiles (sedes sindicales, partidos de izquierda, bancos, líneas férreas, etc.), el primer miembro de las fuerzas de policía que vemos morir a manos "fascistas" es el agente Antonio Marino, en Milán, el 7 de abril de 1973, en el transcurso de incidentes provocados y dirigidos por jerarcas del MSI.
Antonio Marino es alcanzado por una granada tipo SRCM - de las utilizadas en ejercicios militares- en pleno tórax, y la deflagración le provoca la muerte. En esta acción no hay voluntad de matar; es un lugar común que la granada SRCM, incluso cuando explota a escasa distancia puede, como máximo, provocar ligeras heridas, por lo que hay que excluir que el artefacto arrojado contra un cordón policial fuera lanzado a propósito contra el pecho de policía alguno.[3]
Transcurren otros dos años durante los cuales se registran atentados contra objetivos civiles: los habituales.
Después, el 24 de enero de 1975, Mario Tuti mata al sargento Leonardo Falco y al agente Giovanni Ceravolo, hiriendo a un tercer carabinero en el intento, finalmente conseguido, de sustraerse al arresto que aquellos pretendían efectuar acusado del delito de depósito de armas de guerra. Cuando sea capturado en la Costa Azul , un funcionario de la policía italiana disparará contra él sin ninguna justificación.
Un extraña historia.[4]
Sean las que fueren las motivaciones que han provocado la desproporcionada reacción de Tuti, no se le puede atribuir de ningún modo un voluntad premeditada de matar.
Para que otros hombres de uniforme caigan bajo el fuego de los "subversivos" fascistas habrá que esperar a 1980.
Se impone aquí un primer balance y una primera reflexión: en el curso de quince años de fuego, de atentados contra cosas y personas, de masacres -verificadas o en grado de tentativa-, el Estado "agredido" por los "terroristas negros" pierde a tres hombres. Muertos, el primero por fatalidad, y los otros dos por el humano deseo de Tuti de no acabar en la cárcel.
En ninguno de los tres casos señalados está presente la voluntad premeditada de matar, la fría, racional decisión, de acabar con enemigos uniformados.
El año 1980 parece señalar un giro en el comportamiento de los "neofascistas subversivos" respecto a las fuerzas de seguridad del Estado que, en unos pocos años, perderán más hombres que en los quince precedentes.
Pero un atento análisis de las acciones del "neofascismo" desde 1980 en adelante demuestra que, en realidad, poco ha cambiado fuera del plano humano, emotivo, más que del político-ideológico. Veamos, pues, caso por caso, en cuántas y en qué ocasiones los "terroristas negros" han matado a miembros de las fuerzas del orden "democrático y antifascista".
El 26 de febrero de 1980 cae muerto en Roma el agente de policía Maurizio Arnesano. Dos jovencísimos "neofascistas" querían apoderarse del subfusil del funcionario que, al tratar de impedirlo, muere. Un intento de desarmar a un policía que concluye trágicamente sin que exista la premeditación de matar; eventualmente, llama la atención la inexperiencia de los agresores que no habían tomado en consideración la reacción del policía al que pretendían privar de sus armas.
El primer "atentado" desde 1965 del que se tiene noticia, tras más de quince años de "lucha armada", contra miembros de las fuerzas de seguridad, se verifica en Roma, el 28 de mayo de 1980. Cae muerto, delante de una escuela, el agente de policía, Franco Evangelista, alias "Serpico", destinado en la "Unidad Móvil", y son heridos otros dos funcionarios.
La personalidad de los agresores, su proximidad a los ambientes de la delincuencia romana, en aquel entonces estrechísimamente relacionada con los servicios de seguridad, y la pertenencia de los agentes a una unidad de policía empeñada exclusivamente en la tarea de la lucha contra el crimen, suscitan graves y legítimas dudas acerca de las reales motivaciones de este primer atentado contra las fuerzas de policía por parte de los "neofascistas".
El 26 de noviembre de 1980, esta vez en Milán, muere el sargento de carabineros Ezio Lucarelli, a manos de unos "terroristas negros" que, una vez reconocidos, abren fuego para evitar el arresto.
Al año siguiente, el 5 de febrero de 1981, caen en Padua los carabineros Enea Condotto y Luigi Maronese, muertos por los cómplices de Valerio Fioravanti[5], que es herido, en un tiroteo entablado para evitar el arresto.
El 21 de octubre de 1981 se verifica el segundo atentado en la historia del presunto terrorismo negro contra las fuerzas de policia. El capitán de policia Francesco Straullu y su chófer, el agente Ciriaco Da Roma, son abatidos por los llamados NAR. Las motivaciones humanas y personales que alimentan las armas de los "neofascistas" no nos permiten tampoco encuadrar este segundo atentado dentro de la lógica y de la práxis de la "lucha armada".
El capitán Straullu será el único oficial de policía muerto a manos "fascistas", y un comportamiento más correcto, por su parte, durante los interrogatorios habría podido ahorrarle tan trágico final; que no será consecuencia de su simple pertenencia a las fuerzas de policía.
El 5 de diciembre de 1981, muere en Roma, en el transcurso de un tiroteo, el agente Ciro Capobianco; cae muerto también Alessandro Alibrandi, hijo del juez instructor Antonio Alibrandi. Prófugo de la justicia, el joven "terrorista negro" había abierto fuego para sustraerse al arresto. Su muerte dará paso a esas "represalias" que distinguen, y solamente en la Capital , la única reacción del mundo juvenil "neofascista" al descubrir que sus jefes e inspiradores les habían engañado bellacamente usándoles como carne de cañón o como chivos expiatorios, mientras ellos -los jefes- se reservaban para sí la aureola de mártires inocentes y las poderosas protecciones de las que continuaron gozando siempre.[6]
El 6 de diciembre de 1981, al dia siguiente de la muerte de Alibrandi, el carabinero Romano Radici, destinado en el Nucleo Radio-movil de Roma, se aproxima a dos jóvenes sospechosos sentados en un banco de una plaza de la capital: los dos jóvenes abren fuego contra Radici que cae muerto. Se trata de una venganza, el acto de represalia por la muerte de Alibrandi que se abate, por un trágico destino, sobre Romano Radici.
La lógica de la represalia forma parte también de la eliminación de los agentes G.Rapesta y F. Sammarco, muertos tras el "suicidio" de Giorgio Vale, en mayo de 1982, en el curso de la operación policial que debía acabar con su arresto y que, por contra, provocó su muerte, tanto más necesaria para ciertos ambientes por cuanto el padre había tomado contacto ingenuamente con ciertos ámbitos de la "intelligence" para lograr la entrada en prisión de su hijo.
Faltan todavía, en el elenco, los nombres de dos o tres agentes muertos en Roma, pero las motivaciones también en estos casos tienen el sabor de la represalia para vengar la muerte de algún amigo. Fueron eliminados por representantes de un ambiente juvenil en decadencia, inclinado ya por el camino de la delincuencia, incapaz de formular un proyecto político y huérfano de aquellos líderes que lo habían instrumentalizado en los años precedentes y que estaban implicados en el escándalo de la logia P2.
Una vez arrestados pagarán sólo ellos, no sus "lideres" que serán puntual e inevitablemente devueltos a la circulación a la sombra de sus "protectores", tanto visibles como ocultos.
Puede parecer cínico y ofensivo -y no es así- para la memoria de los que han muerto el hacer balance de veinte años de "lucha armada" por parte de "terroristas negros" apoyados por servicios de seguridad "desviados", por oficiales "infieles", por masones y por la CIA , diciendo: ¡esto es todo!
Y sin embargo queda dicho y subrayado: poco más de una veintena de muertos, la mayor parte de ellos provocado por el intento de evitar los arrestos por parte de los prófugos; todos pertenecientes a fuerzas policiales y a unidades territoriales del Arma de carabineros, que ignorantes de lo que hacían los vértices del Estado y sus "colegas" de los servicios de seguridad, consideraban su deber intervenir y proceder a la captura de individuos oficialmente buscados.
La mayor parte de los muertos de uniforme prestaba servicio en la capital, así que debemos creer que la "lucha armada" de los "fascistas" se concentró y se desarrolló en la ciudad símbolo del poder político y de su corrupción.
Pero no fue así, y los hechos lo demuestran sin género de duda.
Hay que hacer una última consideración sobre las pérdidas de las fuerzas de seguridad contra el "terrorismo fascista": poco más de veinte muertos en 20 años representan una cifra inferior al balance de las pérdidas sufridas por los Cuerpos policiales en el curso de un año de lucha en defensa del orden público contra la criminalidad común.
¿¡Y todavía se osa hablar de "ataque fascista", armado, contra el Estado y contra la democracia?!
La prueba evidente contra la existencia de esa lucha armada la hallamos examinando las pérdidas sufridas por otras categorías representativas del Estado, del régimen democristiano y de la sociedad antifascista.
Dirigentes políticos de los partidos del gobierno: ninguna pérdida. Ni un solo exponente democristiano cae o es herido -ni siquiera de un tiro en la pierna- por los "neofascistas" en guerra contra el poder de la DC. Ni un solo socialista, socialdemócrata, republicano, liberal. Ninguno de aquellos que deberían ser objetivos políticos naturales de una oposición que había tomado las armas contra sus veinte años de hegemonía. Caen jóvenes pertenecientes al área de la izquierda parlamentaria y extraparlamentaria dentro de la lógica de ese enfrentamiento entre los "opuestos extremismos" que la Democracia Cristiana (Paolo Emilio Taviani)[7] había teorizado desde 1948.
Exponentes de las finanzas: ninguna pérdida. Los Agnelli, los Pirelli, los Falk, los Cuccia, los santones de las finanzas italianas laicas, católicas, masónicas, opus-deistas, pueden dormir tranquilos. Los feroces "neofascistas" no representarán jamás un peligro para ellos. Al contrario, se preocuparán por evitar que en sus fábricas se hagan demasiadas huelgas. Como ejemplo de política "revolucionaria" al revés no está mal.
Exponentes de las Fuerzas armadas extranjeras: ninguna pérdida. Los americanos poseen bases militares en Italia. Son el símbolo más evidente y vulnerable de la derrota del País y del fascismo en 1945. Son los amos del País, y contra ellos debería dirigirse la furia de los "neofascistas". Y, sin embargo, ellos [los americanos] han encontrado en las casas y en los lugares públicos gestionados por los "neofascistas" los más acogedores refugios para el disfrute de sus permisos cuartelarios y para lanzar sus teorías sobre la necesidad de combatir al comunismo.
Periodistas: ninguna pérdida. En honor a la verdad se intentó matar a cierto "plumilla" romano, pero el motivo excluye lo político porque se le definió como "infame"; por lo demás, los NAR[8] fallarán matando en su lugar a un pobre tipógrafo. Todos los demás "plumillas", más infames aún que su colega romano, quedarán libres para construir sobre las páginas de sus periódicos la leyenda del "terrorismo fascista" y de su "lucha armada" contra los sagrados principios de la democracia.
Representantes del Ejército italiano: ninguna pérdida. Las Fuerzas Armadas nacidas de la Resistencia , y seguro baluarte de la democracia, no deberán sufrir jamás ataques. Mencionemos un sólo caso: un sargento herido en un pié durante una incursión en el acuartelamiento militar de Padua con la intención de apoderarse de armamento. El ataque es reivindicado por las "Brigadas Rojas", y sólo posteriormente se descubrirá que los responsables del asalto fueron los "espontaneístas" de los NAR, que todavía en aquella época, 1981, querían probar que las Fuerzas Armadas solamente podían ser atacadas por "bolcheviques sin patria" y que las "Brigadas Rojas", no obstante sus "arrepentidos", todavía eran "peligrosas". Las armas, que no servían para una "lucha armada" inexistente, serán puntualmente encontradas (restituidas) por los carabineros en plena campiña a los pocos días de ocurrido el hecho.
Magistrados: dos muertos. Occorsio[9] y Amato. Ambos en Roma. Ambos empeñados en buscar dentro de los aparatos del Estado los orígenes del "terrorismo negro". Murieron porque estaban más aislados que colegas suyos de otros tribunales dentro de un palacio de justicia que entre el polvo no esconde sólo expedientes judiciales y verdades incómodas, sino también secretos innobles.
Excluidos los Cuerpos de policía directamente implicados en el mantenimiento del orden, todas las categorías representativas del Estado, que habrían debido ser objetivo privilegiado de la "lucha armada" fascista, han sufrido, en veinte años, dos bajas.
¿Y ésta es la "lucha armada"? Pero prosigamos....
El "neofascismo" durante veinte años ha sembrado muerte y luto pero con objeto de crear desorden y miedo en un País al que los detentadores del poder querían atemorizar y aterrorizar a fin de que éste [País] se dirigiera a ellos para recuperar el orden y la seguridad perdidos.
Millares de atentados, reivindicados primero con siglas de izquierda, sucesivamente con siglas "fascistas", avalando así las tesis de régimen que decía afrontar el ataque de los "opuestos extremismos", como, antes, había sostenido que el "peligro" para la democracia venía sólo de la "izquierda". Masacres contra la población civil, primero "anarquistas" y luego "fascistas", avalando esta paternidad ideológica con documentos que apoyaban y justificaban las "masacres".
Una política loca, suicida, idiota por parte de un ambiente político, en el caso de haber querido restituir al País, incluso por las armas, aquella independencia y aquella dignidad que la derrota militar y la traición de un clase política y militar le había arrebatado.
Pero el denominado "neofascismo" no se había propuesto jamás ese objetivo: su papel era crear desórdenes, llevar el caos, sembrar terror por cuenta del Estado y del régimen dentro de la óptica de esa "guerra fría" que los Estados Unidos conducían contra la Unión Soviética y que no podía tolerar una Italia neutral, y menos aún inclinada a la izquierda.
¿Lucha armada? Sí, contra el propio pueblo y el propio País. No contra el régimen, y mucho menos contra el Estado.
Hemos omitido voluntariamente algún episodio que se inscribe por lo general en la historia de la "subversión negra". Una clasificación arbitraria como la que se hace respecto a Carlo Fumagalli[10], el ex-comandante "Jordan" de los "Buhos de la Valtellina ", partisano "blanco"; condecorado con la "Bronze Star" americana, y [famoso]...por haber cometido el primer atentado incendiario contra la Pirelli , reivindicándolo de parte de las "Brigadas Rojas".
La peripecia de Carlo Fumagalli y de sus seguidores, todos ellos perfectamente conscientes de su antifascismo y de la misión que se les había asignado por parte de las fuerzas de "seguridad" del Estado, para las que trabajaban, no puede inscribirse dentro de la historia de una -por más presunta que sea- "subversión" ideológicamente "fascista" como la que estamos analizando.
Del mismo modo, no hemos citado el atentado de Peteano por motivaciones opuestas a las que nos inducen a ignorar la actividad "subversiva" de Carlo Fumagalli.
De hecho, Peteano representa el único y exclusivo ejemplo de un ataque premeditado, por parte de fascistas, contra las fuerzas militares del Estado. El único que va contra la lógica que ha inspirado toda la acción del denominado "neofascismo" italiano durante la postguerra, en particular desde 1965 hasta hoy.
Así como no confundimos, por respeto a la verdad, la historia y la acción del partisano Carlo Fumagalli con las del "repubblichino" Pino Rauti, no pondremos sobre el mismo plano lo que ha sido hecho, en nombre del fascismo en el que hemos creído, contra el Estado, con aquello otro que el "neofascismo", en el cual no nos reconocemos, ha hecho en favor del Estado.
Si los caminos del vencedor Carlo Fumagalli y del vencido Rauti se han cruzado fundiéndose en uno solo, nosotros hemos permanecido en este lado de aquella Línea Gótica Ideal detrás de la cual permanece indómita esa Fortaleza europea en la que continuamos creyendo y por la que no cesaremos de luchar.
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[1] Este escrito corresponde al capítulo noveno de un documento inédito titulado " La Voce del Silencio" fechado el 22 de junio de 1990 en la cárcel de Sollicciano. Esta obra ha sido dada a conocer varios años después mediante entregas mensuales por la revista "Avanguardia" de Trapani (Italia). Agradecemos a su director, Leonardo Fonte, las facilidades y la autorización concedidos para la traducción y publicación en España de los textos del camarada Vinciguerra.
Publicado en Neofascismo: mito y realidad, [FNCRSI - Vincenzo Vinciguerra - Manuel Negri], ed. Resistencia, Madrid, 1999. Análisis crítico de un mundo creado en torno a una maraña de mentiras y medias verdades donde quedan desenmascaradas las verdaderas motivaciones y servidumbres de sus dirigentes y principales miembros y se rompe el falso vínculo de herencia que lo vinculaba al fascismo histórico republicano italiano.
[2] NdelT.- Se refiere al famoso Congreso del Instituto Pollio, celebrado en Roma del 3 al 5 de mayo de 1965 en el Hotel "Parque de los Príncipes". Sobre lo que realmente fue este Congreso véase el documento del propio Vinciguerra "La guerra contrarrevolucionaria y la estrategia de la tensión".
[3] NdelT.- Existe una narración bastante ajustada a la realidad de este oscuro episodio en el libro de E. Milá ,"Italia: masacres de Estado y represión", Ed. Alternativa, Barcelona 1985, pgs.43-45. Como curiosidad señalemos que el autor de este folleto cita en su dedicatoria, entre otros, a Vinciguerra, a la sazón encarcelado. Tras 1987, año en que Vinciguerra comienza a elaborar sus tesis sobre la "estrategia de la tensión" -asumiendo su responsabilidad en el atentado de Peteano- Milá y sus numerosos "amigos" y acólitos italianos y españoles participarán en la conspiración del silencio respecto a Vinciguerra y sus tesis urdida desde las cloacas del neofascismo atlántico de servicio.
[4] NdelT.- Véase -aun con muchos reparos: se trata de uno de los más pertinaces manuales de "servicio" del neofascismo español-: E. Cadena, "La ofensiva neofascista", ed. Acervo, Barcelona, 1978, pg. 279-85.(Como es sabido, E. Cadena es un seudónimo de Ernesto Milá uno de los principales ideólogos del neofascismo atlántico de servicio español.)
[5] NdelT.- "Giusva" Fioravanti y Francesca Mambro serán condenados años después como autores materiales del atentado-masacre del 2 de agosto de 1980 en la estación de Bolonia.
[6] NdelT.- Curiosamente -o no tanto- los dirigentes históricos del neofascismo más "radical" -o sea, el más cercano a la "raíces" de la razón de Estado: las cloacas masacradoras- han escapado finalmente a sus responsabilidades tanto políticas como penales a cambio de mantener su "omertá" mafiosa respecto a sus jefes operativos dentro del aparato represivo-estatal democrático. Los Freda, los Ventura, los Della Chiaie, los Aleandri, los Calore, los Signorelli, los De Felice, los Semerari, los "Giusva" y un largo etcétera, callan y olvidan, el Estado también...
[7] NdelT.- Ministro democristiano del Interior durante la postguerra.
[8] NdelT.- Núcleos Armados Revolucionarios: supuesta organización "espontanea" del "terrorismo neofascista" durante los años ochenta. Resultará ser una sigla vacía detrás de la cual se esconderán innumerables provocadores al servicio de los intereses más bastardos del Estado democrático y antifascista.
[9] NdelT.- Como se recordará, el arma empleada para asesinar al juez Occorsio (10-7-76)fue una "Ingram" perteneciente a las fuerzas de seguridad del estado español. El autor material del atentado fue el "ordinovista" Pier Luigi Concutelli, uno de los elementos más turbios del neofascismo italiano.
[10] NdelT- Fundador del Movimiento Armado Revolucionario (MAR). Elemento provocador ligado a los servicios secretos. Tan anticomunista como antifascista, Fumagalli será tildado falsamente como fascista por parte de la prensa democrática. "Fumagalli asumió así para la opinión pública la cómoda etiqueta de fascista, siendo en realidad un "extremista de centro" que no había dejado nunca de servir a la causa atlántica." ( Antonio y Gianni Cipriani, "Sovranitá limitata", Roma, 1991, pg.132.)