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Vincenzo VINCIGUERRA: "EN LA MUERTE DE UN VOLUNTARIO"

Vincenzo VINCIGUERRA: "EN LA MUERTE DE UN VOLUNTARIO"

 

Fuente: www.marilenagrill.org

Trad: A.B.A

El júbilo con el que se ha recibido en Israel la noticia de la muerte de Vittorio Arrigoni en Gaza, nos hace sospechar que lo que ha armado la mano de sus asesinos no ha sido la locura o el integrismo islámico, como con total mala fe sugieren políticos y periodistas italianos, sino una refinada operación de “intoxicación” por parte de los servicios secretos israelíes, que entre  la población de Gaza cuentan sin duda con confidentes y colaboradores insospechados.

En clima en el que se vive en Gaza no es difícil inducir dudas en las mentes más débiles y suspicaces de que un extranjero, residente estable en la zona, capaz de ganarse la confianza de la gente sea, en realidad, un agente de los servicios secretos italianos que son, notoriamente, subalternos de los servicios americanos e israelíes.

Hacer eliminar un enemigo por parte de aquellos mismos a los que ayuda, a los que apoya y por cuya causa lucha, no supone novedad alguna porque con igual método los franceses, durante la guerra de Argelia, consiguieron hacer fusilar por sus mismos compañeros a los dirigentes del Frente de liberación nacional considerados más peligrosos que el resto.

Por lo demás, Arrigoni fue secuestrado para ser interrogado y asesinado, como confirmación de que sobre el pesaban sospechas que su conducta y su actividad no podían haber levantado, si éstas no hubieran inducidas por otros en sus asesinos.

No es el primer italiano que muere en gaza y en Palestina, otros han  muerto a manos directas, en aquellas ocasiones, de los israelíes que desde el primer momento lo negaron y que, después, ante las evidencias han expresado sus rituales disculpas.

Estos italianos, políticos y periodistas, lo han olvidado ya, porque sólo publican titulares y noticias de los que mueren a manos de los “integristas” islámicos a fin de complacer a la propaganda israelí.

Esta vez, sin embargo, les ha salido mal porque la familia del voluntario ha expresado su desprecio por Israel hasta el punto de exigir que el cadáver del joven no cruzara por su territorio.

En suma, los especialistas de la explotación de la muerte no han tenido, en este caso, posibilidad de especular y harán cualquier cosa para hacer olvidar lo más pronto posible la muerte de Vittorio Arrigoni, y su compromiso por la causa palestina.

Para nosotros, en cambio, la muerte de Arrigoni se añade a las de millares de palestinos a los que nadie ha dedicado jamás una línea o un programa de televisión.

Una muerte, la del voluntario italiano, que coloca en primer plano la tragedia de un pueblo recluido en un enorme campo de concentración, sometido a todas las vejaciones, sujeto a cualquier represalia militar israelí, ante la indiferencia mundial y de esa Italia política que, sin excepciones, no tiene el coraje ni la dignidad de alinearse de parte de la sangre contra el oro, de lo justo contra lo injusto.

Lo hizo Vittorio Arrigoni, y ha pagado el precio más alto, el de su joven vida.

No será olvidado.

Otros hay desde siempre comprometidos a favor de los palestinos, de su causa, de sus niños, de sus mujeres.

Otros más se unirán porque todavía existen que saben ponerse de parte de los oprimidos y de los justos, como Vittorio Arrigoni y por uno que sea asesinado otros miles seguirán adelante, no en nombre de una paz que en Palestina ha sido negada desde hace casi tres siglos sino de la justicia, a cuya causa quien se considere hombre no podrá renunciar jamás.

 

 

Vincenzo Vinciguerra, Opera 5 de mayo  2011

 

Co

 

Vincenzo VINCIGUERRA: "LA PERSECUCIÓN DE LOS CRISTIANOS"

Vincenzo VINCIGUERRA: "LA PERSECUCIÓN DE LOS CRISTIANOS"

Fuente: Marilenagrill.org

Trad: A.B.A.

La  Iglesia de Roma ha renunciado a ser “católica apostólica romana” para convertirse en “judaico-cristiana”, pero esta irresponsable estrategia, iniciada por Juan Pablo I, proseguida por Juan Pablo II y ahora por Benedicto XVI, tiene elevados costes.

El Vaticano se ha humillado para igualar judíos con musulmanes, eligiendo al judaísmo frente al islamismo por motivos aparentemente religiosos pero que en realidad son políticos y financieros.

El Vaticano ha renunciado públicamente a su misión evangelizadora en relación a  los judíos, afirmando por boca de su secretario de Estado que no pretende convertir a estos últimos, pero se guarda muy mucho de adoptar idéntica actitud respecto a otras religiones.

No ayuda ciertamente a las minorías cristianas en India o en los Países Islámicos, cerciorarse que, muy secretamente, en Kabul, actúan monjas católicas, dispensadas de su hábito y travestidas de afganas, asistiendo a niños discapacitados a los que obviamente no enseñan a alabar a Allah o a Mahoma, sino a Jesucristo y al Papa.

La Iglesia de Roma ha impuesto la Cruz con la Espada, previa ocupación militar, sin excluir el genocidio, hasta lograr la conversión de los supervivientes y sus descendientes, como testimonia la historia de América latina.

En Irak está presente un ejército de ocupación compuesto de cristianos, con toda su panoplia de Biblias, curas y crucifijos, Evangelios, etc. que ciertamente no puede repetir la empresa de los conquistadores [en español en el original, ndt.] españoles, pero no es inimaginable que haya quien pretenda convertir a los iraquíes al cristianismo. Igual que hacen en Afganistán tal como lo demuestra el asunto de las monjas disfrazadas de afganas.

El Vaticano ha hecho su elección. Juan Pablo II y Benedicto XVI no han omitido nunca visitar las sinagogas de las ciudades a las que han viajado oficialmente, evitando cuidadosamente las mezquitas.

Han pedido perdón por la persecución de los judíos pero no han hecho lo propio respecto a los musulmanes.  La reacción se hace inevitable con todas sus trágicas consecuencias.

Sacrificadas sobre el altar de la política, las minorías cristianas deben afrontar peligros cada vez mayores, porque la injerencia de una Iglesia que ha descubierto, con Juan Pablo I, sus orígenes judaicos no tiene ya el respeto que hubiera podido tener de haber permanecido siendo ella misma.

Hablar de tres religiones monoteístas resulta, hoy, excesivo porque frente a frente están sólo el judaísmo con su apéndice cristiano y el islamismo.

Lo pagan los creyentes, los humildes, aquellos que tiene una fe sin contaminar por los cálculos oportunistas de las jerarquías eclesiásticas más atentas a las acciones de la Bolsa que a la vida de los cristianos.

No hay árabe, palestino, afgano, sea cristiano o musulmán, que ignore que los ejércitos de ocupación extranjeros no sirven los intereses de la civilización occidental sino los más concretos del Estado de Israel y de los Estados Unidos.

Los cardenales se inclinan ante los “hermanos mayores” judíos, repudiando dos mil años de historia y culpando a los romanos de la muerte de Jesucristo que, dentro de algunos años, nos dirán que se había suicidado por el bien de la humanidad.

Nosotros creemos que si Jesucristo hubiera podido ver como se ha dirigido su Iglesia hacia la decadencia definitiva a finales del siglo XX, habría preferido no nacer, pero no podemos ironizar sobre la tragedia que viven millares de personas indefensas en países que el cinismo político del Vaticano ha transformado en hostiles.

Solicitamos a la Iglesia católica que pida hoy perdón al mundo islámico por sus culpas en siglos pasados y en nuestros días; que condene las guerras de agresión contra los países árabes; que exija la retirada de los ejércitos de ocupación de Irak y de Afganistán; que condene la sistemática masacre de los palestinos por parte de Israel.

En caso contrario que no llore por los muertos que pesan sobre la conciencia de las jerarquías eclesiásticas siempre dispuestas a descargar sobre otros su responsabilidad, excepto para arrepentirse dentro de dos mil años.

 

Vincenzo Vinciguerra, 

Opera 31 enero 2011 

ENTREVISTA CON VINCENZO VINCIGUERRA

ENTREVISTA CON VINCENZO VINCIGUERRA

AUTOR:  ALESSANDRO LIMIDO

FUENTE: www.marilenagrill.org

TRAD: A. Beltrán

-Primeramente me gustaría preguntarte sobre la importancia de la verdad para las nuevas generaciones: ¿Consideras que “imputar a los culpables su responsabilidad” puede servir para construir el futuro?

Todos los países en los que el enfrentamiento entre comunismo y anticomunismo, o mejor aún, entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, se ha convertido en conflicto armado, en guerra civil, en represión sangrienta e indiscriminada, han saldado cuentas con su pasado.

Se han incoado  procesos contra los responsables del poder de entonces, como en Chile y en Argentina, pero sobre todo se ha intentado esclarecer lo sucedido, prescindiendo incluso de responsabilidades penales, o sea: la verdad.

Por el contrario, el único país en el mundo en el cual el poder se sustenta sobre la sangre que ha derramado, negando de raíz toda verdad, es Italia. La verdadera cuestión moral de la Nación no es la corrupción, sino la responsabilidad de toda una clase política que, por acción u omisión, ha convertido Italia en un campo de batalla y se ha colocado increíblemente en el papel de víctima, de damnificada, de objetivo de opuestos “terrorismos” cuyo origen, obviamente, nunca ha aclarado.

Desde 1945 en adelante, ha existido en este País una larvada guerra civil entre comunistas, de un lado, y anticomunistas, de otro, que ha ocasionado cientos y cientos de muertos, adecuadamente borrados hoy de la memoria. Y sin embargo, a partir de los primeros años Sesenta y para contrarrestar el intento de expansión soviética, especialmente en el mar Mediterráneo, se puso en marcha una guerra “de baja intensidad” que tenía como objetivo la neutralización de los partidos comunistas occidentales más potentes, el italiano, sin lugar a dudas, y el francés.

Ha sido una guerra clandestina, no declarada, jamás reconocida, que ha sido coordinada, bajo control político, por el Estado mayor de la Defensa.

Una guerra de este tipo se confía a las estructuras secretas de los cuerpos militares; de hecho aparecen en escena los servicios de seguridad civiles y militares, los Servicios operativos y de información (Sios) de las distintas Armas, la estructura oculta del Arma de carabineros, y las de la Alianza Atlántica, “Gladio”, llamada así en Italia.

No es cierto que el Estado “democrático y antifascista”, haya sido atacado desde dos flancos, el “terrorismo negro”, de un lado, y el “terrorismo rojo”, de otro. No es cierto, porque el Estado siempre ha dirigido, guiado y controlado, con escasísimas excepciones, a los grupos de derecha que tenían como referencia, aún no oficialmente, al MSI utilizados en la lucha contra el comunismo y ha creado, después, la izquierda extra-parlamentaria de orientación pro-china para erosionar apoyos al PCI y colocarlo entre dos fuegos, como de hecho ocurrió posteriormente con las Brigadas Rojas.

No hablamos de conjeturas o indicios sobre la responsabilidad del Estado y del Régimen: existentes pruebas fehacientes, documentadas y documentables en todas las instancias.

Pino Rauti y Ordine Nuovo han sido instrumento del Estado y del Régimen, mediante un líder que ejercía de periodista en el diario democristiano “Il Tempo”, que era consejero del jefe de Estado mayor del Ejército y luego de Defensa, general Giuseppe Aloja, y en contacto directo con el director del Servicio de información militar, Almirante Eugenio Henke.

El Movimiento social italiano es el único partido político que ha contado entre sus parlamentarios a tres directores de los servicios secretos: los generales Giovanni De Lorenzo, Vito Miceli y Luigi Ramponi. Parece evidente que Pino Rauti y Ordine Nuovo no eran considerados “nazis” por la cúpula militar y por los políticos italianos, y que el MSI no era contemplado como “alternativa al sistema”.  Esto significa que la derecha no ha combatido nunca contra el Estado anticomunista para aniquilar al comunismo (cosa de por sí contradictoria y grotesca), pero que ha asumido el deber de combatir el comunismo junto al Estado, con el régimen político que lo representaba y gobernaba, considerando que su esfuerzo habría ser reconocido y premiado con su ingreso en la mayoría gubernamental.

Si a derecha no ha existido, por lo tanto, un “terrorismo negro” contra el Estado y el régimen, a izquierda el “terrorismo rojo” ha sido creado por el Estado y sus aparatos, instrumentalizando a tantos compañeros de buena fe que con su accionar, culminado con el secuestro y asesinato de Aldo Moro,  lograron  detener el avance electoral del PCI que, en Italia, progresaba desde 1946.

Era esto lo que se pretendía, y esto fue lo que el Estado y el régimen consiguieron.

Reconocer la existencia de esta estrategia, de la “guerra de baja intensidad”, de la instrumentalización de millares de jóvenes de izquierdas, de la utilización en las estructuras clandestinas del Estado de miles de jóvenes de derecha, es necesario para lograr determinar la responsabilidad de los dirigentes y para exigir a los protagonistas, ya sean vivos o muertos, que respondan de sus acciones de ayer que se reflejan en la actualidad, porque no es con una clase política que ha derramado sangre italiana como se podrá construir el futuro.

A fin de lograr un cambio de clase política, sirve la verdad sobre el pasado, la única susceptible de inducir a este pueblo a expulsar  a esta chusma de sus cargos. La verdad sobre el pasado es el arma política del presente, y puede ser decisiva para sacudirse el yugo de casi 70 años de servidumbre frente a los vencedores de la Segunda guerra mundial. Nuestra libertad pasa por la afirmación de la verdad que coloca a la clase dirigente del País ante sus culpas.

- ¿Qué es la Derecha y qué es la Izquierda? ¿Por qué el Fascismo está a la Izquierda? Mejor aún: ¿Por qué jamás ha estado a la Derecha?

Benito Mussolini, el 28 de Octubre de 1922, llevó ante Víctor Manuel III la “Italia proletaria y fascista”, la camisa negra era herencia de la que los mineros usaban en su trabajo, la guerra contra las potencias anglo-sajonas fue formulada como la guerra de la “sangre contra el oro”, el 19 de abril de 1945 el socialista Carlo Silvestri informaba a Lelio Basso que el Duce instaba al Partido socialista que acogiera a los fascistas.

La revolución fascista se presentaba a sí misma como síntesis: tras la revolución burguesa de 1789, la comunista de 1848, antitéticas entre ellas.La revolución fascista del 28 de octubre cerraba el ciclo de las revoluciones, conciliando lo mejor de cuanto habían logrado las otras dos y proyectándolo en el futuro de la humanidad.

Respeto por la propiedad privada, rechazo del dominio de una clase sobre otra, igual dignidad entre trabajo y capital. Nunca nos hubiéramos definido como  de derecha o de izquierda, porque el fascismo iba más allá. Pero si hay que adoptar el lenguaje convencional, estamos a la  izquierda, nunca a la derecha. En la derecha se sitúa la burguesía (“la burguesía- dijo Mussolini en sus últimos días- ha sido la ruina de Italia”), el capital, los bancos, la defensa de los privilegios adquiridos no por nobleza sino por dinero, el mantenimiento a toda costa del status quo, la desigualdad social provocada por la injusta e inicua distribución de la riqueza.

Cuando, tras el 18 de abril de 1948, los diputados missinos se situaron en la extrema derecha del hemiciclo de la Cámara, la base missina se soliviantó exigiendo explicaciones. Almirante se justificó afirmando que habían sido los comunistas los que habían ocupado el ala izquierda de los escaños y que, en consecuencia, los missinos no habían podido hacer otra cosa que sentarse en el extremo opuesto.

No se pueden aplicar las leyes de socialización de las empresas, imponer el control del Estado sobre las industrias de más de 100 trabajadores, introducir a empleados y obreros en los consejos de administración para que capital y trabajo estén a un mismo nivel y compartan la responsabilidad y la gestión de las empresas, y ser de derechas: que significa capitalismo salvaje, libre de toda atadura, insumiso a cualquier control, con el patrón que manda y el trabajador que obedece, con una distribución de la riqueza basada en el salario de los empleados y los beneficios de los accionistas, mil euros para ti y mil millones para mí.

Es la derecha la que decreta el fin del fascismo. Es la gran industria que trabaja para las potencias anglo-sajonas, la que boicotea la producción bélica; es el poder financiero el que mantiene los contactos con los aliados; son los aristócratas, los monárquicos, los ricos que temen que la derrota militar los hunda los que perpetran [la traición] el 25 de julio.

Dino Grandi, que fue oficialmente su artífice, tenía dos señores: la Iglesia y la Casa Saboya. En la posguerra, lo fue el Partido liberal.

La derecha estaba agradecida al fascismo porque trajo el orden a la nación, detuvo el avance socialista, apoyó a la gran industria, etc. pero, cuando el fascismo se alineó contra las potencias anglo-sajonas decretó su fin.

La derecha no tiene Patria. Es nacionalista cuando le interesa económicamente.

No se puede ser ideológicamente fascista y declararse de derechas. No se puede ser históricamente fascistas y políticamente de derechas. En la derecha, como mucho, se sitúan los beneficiarios del fascismo, es decir: los que bajo el régimen obtuvieron beneficios del orden social, de la seguridad pública y de las intervenciones estatales a favor los bancos y de la industria, y que tras el fascismo han instrumentalizado a los afiliados del MSI, gracias a la deshonestidad de sus jefes, para utilizarlos una vez más como carne de cañón contra los comunistas.

Pero no creo que los beneficiarios del fascismo puedan ser definidos como fascistas.

-¿Por qué los movimientos de extrema derecha miran con simpatía a los Estados Unidos, a Gran Bretaña y a Israel?

Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel representan en el imaginario del hombre de derechas el poder vencedor e invencible. En la derecha gusta mucho estar con los más fuertes, con quien vence, no importa cómo, no interesa por qué combate. La derecha contempla con veneración a las potencias anglo-sajonas y a Israel que son los amos, los que mandan, los que tienen el dinero y la fuerza.

En la derecha se dicen nacionalistas, pero si esto fuera así, deberían asaltar todos los días las embajadas americana, británica e israelí, porque ellos nos han robado la libertad, la independencia y la soberanía. Pero al contrario, están siempre sacando brillo a los zapatos americanos, británicos e israelíes. Los movimientos de derecha no tienen ideología, están siempre contra los que, con motivos o sin ellos, se enfrentan al status quo, al orden constituido, nacional o internacional.  Orgullosos de ser siervos de  amos opulentos, poderosos y astutos, porque como los lacayos de antaño ostentan con orgullo la librea de los que mandan considerándose partícipes de su poder, sin importarles no ser más que personal de cuadras. Es esa derecha que los fascistas definían como “congénita bellaquería” (lo dejó escrito en julio de 1946 Pino Romualdi, antes de convertirse también él en un hombre de derecha), que por instinto se sitúa siempre de parte de los fuertes y nunca de los débiles. No existe una explicación política y mucho menos ideológica, puesto que las potencias anglo-sajonas e Israel encarnan todo los que nosotros combatimos. Precisamente nosotros, que no somos de derechas.

-Almirante, Borghese y Rauti: ¿Qué son? ¿Cómo no se les considera enemigos del Fascismo?

Giorgio Almirante es el único dirigente destacado de la derecha que no fue nunca procesado por “colaboracionismo”. Es más, no ha sido jamás investigado bajo esta acusación. El Jefe de la oficina de prensa del Ministerio de Cultura Popular, a diferencia de las mecanógrafas y de los cocineros de campaña, no fue nunca si quiera denunciado por el antifascismo triunfante, denuncia automática por haber desempeñado semejante cargo en la administración pública de la RSI, ni un proceso, una instrucción, un amago de juicio.

Nada.

El 4 de agosto de 1945, el gobierno publicó un decreto que contemplaba, entre otras cosas, la impunidad para aquellos que, habiéndose sumado a la RSI, hubieran colaborado con el movimiento partisano, con los servicios, los aliados, etc. Almirante es el secretario de un partido político que ha reivindicado la herencia ideal de la RSI, pero en 1973 en el cargo de presidente del partido se encontraba el antifascista y badogliano Alfredo Covelli, monárquico. Covelli era el secretario particular del ministro Raffaele De Caro durante el primer gobierno Badoglio. Luego, el MSI tuvo el “honor” de tener como presidente a Gino Birindelli, que tras el 8 de septiembre de 1943 se unió a Badoglio. Almirante tuvo siempre el “honor” de contar entre sus parlamentarios a Giovanni De Lorenzo, no sólo ex director del Servicio de información militar (Sifar) y ex comandante del Arma de carabineros, sino también medalla de plata al Mérito militar de la Resistencia. Almirante es quien, junto a Romualdi, Michelini y otros, ha arrastrado a los ex combatientes de la RSI desde el fascismo a la derecha, o sea hacia el lado contrario, pero proclamándose siempre fiel al Duce, heredero y continuador de la RSI.

En resumen, el personaje que es ahora revalorizado como el fundador de la “derecha moderna”, ha sido una rueda del engranaje antifascista.

Junio Valerio Borghese. Su doble juego cometido durante la RSI está ampliamente documentado. Borghese que, como otros, jamás se había declarado fascista, ha conducido su muy particular guerra maniobrando entre alemanes, fascistas, anglo-americanos, partisanos, etc. La relación establecida por él con los servicios secretos americanos, particularmente con James Jesus Angleton, ha durado durante toda la postguerra. Se movía como en casa en la embajada americana, a despecho de su leyenda de “príncipe negro”. El papel desempeñado por Borghese en la historia más dramática del País está todavía por escribir, pero las pruebas de cargo sobre su actividad están ya, abundantes. El “golpe” [en español, en el original - NdT] del 7-8 de diciembre de 1970, fue autorizado por la Casa Blanca; el gobierno que debía formarse contaba ya con el reconocimiento diplomático de Gracia, España e Israel. El “brazo operativo” de Borghese ha sido Avanguardia nazionale, así que ésta última no podía ser más que una fuerza al servicio del Estado, porque Borghese era una anticomunista, políticamente conservador, pro-americano acérrimo, decido a imponer orden en el País, estrechando vínculos aún más fuertes con los Estados Unidos hasta el extremo de haber proyectado el envío de militares italianos a Vietnam al lado de los americanos. Se sabe por una carta de Luigi Cavallo a Gianni Agnelli que precisamente él, con otros líderes missinos, había suministrado un “piquete” rompehuelgas para la FIAT.  Y detrás de todo el operativo que se inicia en febrero de 1969 y culmina con la masacre de plaza Fontana, está concretamente Borghese y el Fronte nazionale.

 

Pino Rauti. No se ha visto nunca un “nazi”  enrolado en los aparatos secretos y militares de un Estado antifascista. Basta pasar lista de los ordinovistas que han trabajado para el servicio secreto militar para comprender que Pino Rauti ha sido un ejecutor de directrices estatales, sin ninguna veleidad revolucionaria, sin ideología fascista alguna, también porque siendo evoliano, y Evola no ha sido jamás fascista, no se ha adherido nunca a la RSI y ha manifestó siempre desprecio hacia las ideas sociales del fascismo considerados por él  plebeyas y semejantes a las comunistas.

No es posible ser evolianos y fascistas, así como no se puede ser “nazis” y, a la vez, colaboradores del Estado mayor del Ejército nacido de la Resistencia.

-¿Es el Islam el enemigo del Fascismo?

El Islam no puede ser el enemigo del fascismo porque no es una ideología, sino una religión, hacia la cual se puede tener un juicio negativo en cuanto católicos, prescindiendo de las ideas políticas e ideológicas.

Sin embargo, el Islam es también una realidad política que ha buscado en la Italia fascista y en la Alemania nacional-socialista sus aliados naturales contra Gran Bretaña y el sionismo. Si hubiere existido, en la posguerra, un nuevo fascismo esté habría debido proseguir esa política de apoyo a la acción árabe contra Israel y sus aliados.

El Islam es, además, una fuerza anticapitalista. La prohibición de la usura conlleva, por ejemplo, la imposibilidad de que sus bancos realicen préstamos con intereses, es por ello, de hecho, que las recurrentes crisis que sacuden al mundo bancario y financiero occidental no afectan al islámico que se base en el principio de la cooperación, no de la usura. También desde esta perspectiva, amén de la histórica y política, el que se considere fascista debería inclinarse a favor de los árabes, jamás de los israelíes.

Por consiguiente, el Islam no es el enemigo del fascismo, sino en todo caso de esa derecha que usurpado el nombre del fascismo, que se ha colocado al lado de Israel y ha dejado a la izquierda el espacio para establecer una colaboración  con los movimientos palestinos anti-sionistas, que han sido sostenidos por la Unión Soviética, y por los partidos comunistas dependientes de ella, por la simple razón de que no han encontrado otros aliados, no precisamente por afinidad ideológica o elección política, sino por simple estado de necesidad.

No podemos hablar genéricamente del Islam, si nos mantenemos en el terreno político, el único donde podemos intervenir haciendo, hoy, las necesarias distinciones: la causa palestina es nuestra, la política de Arabia Saudí no lo es en absoluto, y así todo lo demás.

Por otra parte, quien pretenda enfrentarse al Islam en cuanto religión haría bien en recordar que el enemigo del catolicismo es el judaísmo.

-¿Por qué el Movimiento social (MSI) salió a la luz del día cuando todavía los fascistas eran perseguidos y asesinados?

El MSI nació por dos razones: la primera, la de constituir un puente entre los ex combatientes de la RSI y los del Reino del Sur para soldar la fractura sufrida dentro de las Fuerzas armadas tras el 8 de setiembre de 1943; la segunda, la de redirigir a los ex combatientes fascistas hacia una formación política anti-comunista, impidiendo que pudieran converger en el PCI y en el PSI, haciendo hincapié no sobre ideas sino sobre sentimientos de odio, sacrosanto, contra los partisanos comunistas que a tantos camaradas habían asesinado tras el 25 de abril de 1945.

El MSI nació del esfuerzo mancomunado del Vaticano, de la Patronal (Confindustria) y los servicios secretos americanos, tomando el nombre del Movimiento social francés (MSF) que era una formación que agrupaba principalmente ex combatientes, y copiando incluso el símbolo, una llama tricolor con los colores de la bandera francesa.

Por descontado que los servicios secretos americanos no habrían podido reconstruir un partido fascista y, mucho menos, habrían puesto al mando del MSI a fascistas. De hecho, Arturo Michelini no se adhirió nunca a la RSI, Biagio Pace trabajaba en Roma para la estructura clandestina de los carabineros que operaba contra los alemanes y los fascistas; Pino Romualdi debía la vida a los servicios secretos americanos e italianos con los cuales mantenía contacto antes de la finalización de la guerra; Almirante, como ya se ha dicho, no ha sido nunca investigado siquiera por “colaboracionismo”, y así todos.

El MSI nació, pues, para apartar a los veteranos fascistas de un PCI empeñado en recuperarlos e incorporarlos a sus filas, y para recomponer la brecha interna en las Fuerzas armadas. En consecuencia, el objetivo del MSI no fue reagrupar a los fascistas para emprender una revancha contra el anti-fascismo, sino colocar a los fascistas al servicio de un anticomunismo clerical, financiero, industrial, político que, sin embargo, era también y sobre todo antifascista.

-¿Por qué los miembros de las Fuerzas de Orden Público se declaran fascistas?

 

No ha habido nunca fascistas en las fuerzas de policía y, sobre todo, en el Arma de carabineros, sino solamente individuos que han visto en el MSI una fuerza de orden que les apoyaba políticamente y se ponía sistemáticamente de su lado, en cualquier ocasión.

El MSI y, con él, las demás organizaciones de derecha eran un punto de referencia para los miembros de las fuerzas policiales, fueran quienes fueran. No hay campaña a favor de las fuerzas de policía, por el endurecimiento de las penas, por la reintroducción de la pena capital, por los mandatos de expulsión, etc. que no haya tenido al MSI en primera fila. No hay rastro de crítica o de condena por la acción de la policía o de los carabineros, ni siquiera cuando han disparado en las calles contra obreros, campesinos y estudiantes. Al margen de esto, hay que tener en cuenta que fue al Arma de carabineros precisamente a la que se encomendó la tarea de integrar en una precisa estructura clandestina a los que de entre los veteranos de la RSI y militantes del MSI estaban dispuestos a enfrentarse a los comunistas incluso con las armas, quedando encuadrados en el Arma.

También el ministerio del Interior creó una estructura oculta que tenía idéntica finalidad e incluía militantes del MSI y de otras organizaciones de derecha. Así que, por un lado existía la propaganda a favor de las “fuerzas de orden “; de otro, el reconocimiento de estar en el mismo lado de la trinchera anticomunista con misiones informativas y, si fuera necesario, operativas. En el transcurso del tiempo, naturalmente, se ha creado un vínculo simbiótico entre fuerzas policiales y militantes de derecha que, por el contrario, no ha sido generado por razón de una recíproca adhesión ideológica al fascismo, sino simplemente por el odio hacia el comunismo, característica común del arco político que va desde los socialistas a los democristianos, desde los radicales a los monárquicos, de los liberales a los republicanos, etcétera.

La ecuación anticomunismo=fascismo es falsa.

 

-Fini es considerado por muchos como un traidor por haber renegado de su pasado. Según tú ¿Por qué no es así?

 

Gianfranco Fini se ha afiliado al MSI en 1969 tras haber visto, como él mismo ha declarado, la película “Boinas Verdes” sobre la guerra de Vietnam, tan criticada por los rojos.

El personaje, pues, no ha justificado ideológicamente nunca su adhesión al MSI, ni siquiera cuando posteriormente se ha prodigado en saludos a la romana y referencias al fascismo anunciando el nacimiento del “fascismo del 2000”, nada ha hecho nunca en concreto que pueda ser definido, siquiera en sentido lato, como fascista.

Se puede traicionar una idea cuando se tiene, pero Fini siempre tuvo como  único objetivo hacer política, gracias a la protección de Giorgio Almirante, de derecha, y ha utilizado, igual que su maestro, al fascismo para obtener votos y adhesiones de los jóvenes. Fini, y con él los La Russa y tantos otros, han arrojado únicamente la máscara a partir de 1994,decidiendo que ya no les interesaba, humana y políticamente, seguir fingiendo lo que nunca fueron,  fascistas, y seguir siendo clara y meridianamente lo que siempre fueron, gentes de derechas, hechuras del Papa, de la Policía y de la Patronal.

Por esta razón no considero a Fini un “traidor”, sino algo peor, si tal cosa es  posible, un chacal que ha utilizado a los muertos de la RSI y de la posguerra con fines partidistas, no teniendo nada que ver con el fascismo.

 

-¿Cómo es posible que los miembros más duros de los sectores revolucionarios, o presuntamente tales, de los años de plomo, no obstante las numerosas condenas a perpetuidad que recayeron sobre ellos, han cumplido muchos menos años de lo que se esperaba? ¿No existe un cumplimiento estricto de las condenas? ¿Es el Estado cómplice de los terroristas?

 

Existe una leyenda que es preciso desmentir, si se desea la verdad. La persecución judicial contra los presuntos fascistas italianos.

Es cierto que muchos de ellos han pasado por los tribunales y por las instituciones penitenciarias, pues a esto conducía la acción política de entonces. Pero, para entender la realidad, haría falta estudiar las condenas no relacionadas con hechos concretos (bombas, homicidios, tiroteos, estragos, etc.) sino aquellas derivadas de “delitos” de asociación. Veremos, entonces, que el Estado ha dictado condenas de 30 de prisión, o algo menos, contra los activistas de izquierda: desde Curcio hasta Franceschini, a Ferrari, a la Vianale (25 años), etcétera, ninguno de los cuales ha sido nunca condenado por un hecho específico, salvo el de asociación subversiva y banda armada. Ferrari ha cumplido 30 años de prisión, la Vianale 20, Curcio 17, y así los demás.

A derecha, las condenas por “delitos” de asociación han sido de 2 años para Stefano Delle Chiaie, por Avanguardia Nazionale; 3 años para Clemente Graziani, por Ordine Nuovo; unos 5 años (no lo sé con certeza) para Fiore, Adinolfi y otros,  implicados merced a las declaraciones acusatorias de Valerio Fioravanti.

No hay color entre la dureza usada por el Estado contra los izquierdistas y la suavidad empleada contra los derechistas. Murelli ha sufrido, por el homicidio de un agente de policía, una condena sensiblemente inferior a la dictada contra Maria Pia Vianale por asociación, ni muertos ni heridos.

En todos los ámbitos, también en los políticos, en ciertas coyunturas aparecen sujetos que puede considerarse como sicópatas, es decir que tiene como placer el matar. Estos “killer”, temibles cuando tienen en las manos una metralleta para disparar a gente indefensa, carecen de motivaciones válidas para apechar con la cárcel, menos aún cuando es de por vida. Sobre ellos recaen los recursos de disociación, las declaraciones de arrepentimiento, las suplicas de redimir con el buen comportamiento el mal causado, etc. etc. De este modo han posibilitado a los Tribunales de vigilancia penitenciaria la facultad de concederles los beneficios contemplados por las leyes.

La pareja Fioravanti son un caso aparte, porque para concederles la libertad condicional el Tribunal de vigilancia de Roma se ha visto obligado a considerar como sincero su arrepentimiento por la masacre de Bolonia. De hecho, ambos han pedido perdón por ella exhibiendo la carta del primo de uno de los muertos del 2 de agosto de 1980 que se los perdonaba. Sin embargo, el Tribunal de vigilancia penitenciaria sabe perfectamente que ambos se declararon inocentes, es decir: o es una falsedad esta afirmación de inocencia o es un burdo subterfugio la petición de perdón, en todo caso no podían obtener la libertad condicional. Sólo hay preguntarse qué “méritos” todavía secretos pueden invocar ambos para poder haber incluso descontado la pena con 6-7 condenas a perpetuidad por cabeza y 96 muertos, mientras otros, que no cuentan más que con tres muertes (véase Concutelli) se encuentran todavía en semi-libertad aun habiendo cumplido muchos más años que ellos.

No existe la garantía penal: basta golpearse el pecho, ponerse de rodillas, recitar el “mea culpa” y se abren las rejas.

Un ex ministro del Interior, Paolo Emilio Taviani, ha hablado de una estructura secreta ministerial de la que formaba parte Mario Tuti [terrorista neofascista]; otro ex ministro de Interior, Francesco Cossiga, en una entrevista de 2009, ha pedido la excarcelación solamente para los militantes de izquierda por “revolucionarios”, no extensible a los de derechas por ser para él unos “maricones”. Más claro el agua.

 

-¿Puede afirmarse que la extrema derecha mataba por cuenta del Estado? ¿También los grupos extraparlamentarios, NAR, Ordine Nuovo, Avanguardia nazionale han estado de algún modo implicados?

En 1947, el Estado ha creado un aparato paramilitar de tipo anticomunista en el cual ha encuadrado a muchísimos ex combatientes de la RSI y, paulatinamente, con el tiempo a militantes del MSI, Avanguardia nazionale, Ordine nuovo, etc. con el consentimiento y complicidad de los jefes de dichas organizaciones.

No existen operaciones “sucias” en las que no aparezcan elementos de derechas de éste o de aquel grupo, así como no existe episodio en el que no hagan su aparición encubridores y protectores pertenecientes a las fuerzas de seguridad y a la judicatura. No se trata de casos esporádicos o circunscritos en el tiempo porque, como hemos visto, esta protección del estado está todavía en vigor como en el caso de los Fioravanti.

O se acepta la propaganda del régimen y de la izquierda coincidente  con él de que los “terroristas negros” estaban protegidos (¿también hoy?) por oficiales “desleales”, funcionarios “prevaricadores”, jueces fascistas, etc. o se acepta, constatando de paso que todos los presuntos “desleales” y “prevaricadores” han hecho carrera, que el Estado y el régimen político han protegido a sus propios hombres también para evitar que hablaran, descubriendo esta estrategia y su doble juego.

Terminada la guerra civil entre fascistas y antifascistas, se inició la guerra entre comunistas y anticomunistas. Los neofascistas o presuntamente tales han participado activamente encuadrados en las agrupaciones creadas por el Estado, codo con codo con las unidades encargadas de la conducción de la “guerra de baja intensidad” y bajo su dirección.

El “terrorismo negro” es una invención propagandística que sirve al régimen para negar su responsabilidad y ocultar la verdad que, si se descubriera, le llevaría a la ruina.

Aquellos que se proclaman todavía hoy, ex “terroristas negros” continúan trabajando y protegiendo al Estado, porque también para ellos la verdad sería un suicidio humano y político.

Dentro de medio siglo, la verdad se conocerá toda o en parte, pero existen en la actualidad las pruebas para encausar, política y moralmente, al Estado, al régimen y a sus fantoches de derecha o de izquierda para que respondan por años de sangre y de lutos, provocados en nombre del anticomunismo y, contextualmente, del antifascismo puesto que el primero debía ser derrotado y el segundo no debía resurgir jamás.

Vincenzo VINCIGUERRA: "2 de Agosto de 1980 - 2 de Agosto de 2010"

Vincenzo VINCIGUERRA: "2 de Agosto de 1980 - 2 de Agosto de 2010"

 

La masacre de Bolonia del 2 de agosto de 1980 no representa sólo la matanza más atroz e indiscriminada cometida en nuestro país, sino también la única masacre en la que la magistratura, tras un largo y tortuoso proceso, ha logrado elucidar a los responsables materiales, condenando a cadena perpetua a Valerio Fioravanti y Francesca Mambro, y a 30 años de reclusión a Luigi Ciavardini, menor de edad todavía en el momento de los hechos.

Ninguno de los condenados se encuentra en prisión: Valerio Fioravanti ha descontado, asimismo, la pena y ha quedado libre; Francesca Mambro está en libertad condicional: Luigi Ciavardini, en tercer grado en espera que se complete el período necesario para alcanzar la condicional.

Para la política italiana, para la prensa que la sirve y para el Tribunal de vigilancia penitenciaria de Roma, 85 muertos y 200 heridos, amén de los demás homicidios cometidos por los tres (9 Valerio Fioravanti, 10 Francesca Mambro) son un detalle sin importancia, hasta el punto de que transcurridos tan solo tres años de la ejecución de la sentencia condenatoria por la masacre de Bolonia, la pareja ya disfrutaba de los permisos reglamentarios, a los que luego siguieron prontamente todos los demás beneficios.

Una demostración de fuerza por parte de la clase política, de la prensa y de una parte de la magistratura sensible a los mandatos de la política, para probar, ante la opinión pública que las sentencias de los jueces, relativas a la guerra política italiana, son aceptadas y compartidas sólo si son absolutorias. De este modo, los tres sujetos se han convertido en inocentes, perseguidos por la justicia “roja” y por lo tanto no merecedores de castigo, no sólo por los 85 muertos de Bolonia sino también por los otros 10 asesinados que, evidentemente, para la política y la prensa, son muertos a los que olvidar.

Sobre la masacre de Bolonia existen hoy dos verdades incompatibles entre sí: una verdad política y mediática y otra judicial. Desde hace años se haya en curso el intento de “probar”, incluso sobre el plano judicial, que la masacre del 2 de agosto de 1980 fue perpetrada por los palestinos o por personas vinculadas a alguna facción de la guerrilla palestina, o por los libios, o por terroristas “rojos” alemanes, etc.

Aun siendo sostenidos por la política, por la prensa, por una parte de la judicatura, por los servicios secretos militares, y en la práctica por el Estado y por el régimen político, los elementos para la revisión del proceso contra la pareja [el matrimonio Fioravanti-Mambro, NdT] y su colega Ciavardini, no han aparecido todavía.

Por lo demás, la tentativa de “probar” la inocencia de los tres condenados por la masacre sigue activa y, aún más, en el aniversario de la masacre diríase que goza de buena salud. En realidad, el 2 de agosto de 1980 se ha convertido desde hace mucho tiempo en el día de la proclamación de la inocencia de los Fioravanti-Ciavardini con la puntual entrevista a Emma Bonino que es una de las más encarnizadas defensoras de los tres [masacradores].

La atención proyectada sobre grupos de Oriente medio ha servido para desviar la mirada de la necesidad de ahondar en los vínculos entre la banda de sicópatas, de la cual formaban parte los Fioravanti y Ciavardini, y el grupo véneto de Ordine Nuovo dirigido por Carlo Maria Maggi. Judicialmente, se ha revelado sólo la relación entre Gilberto Cavallini y Carlo Digilio, afirmada por Valerio Fioravanti y Francesca Mambro, que ha sido rápida y desesperadamente negada por sus compañeros de correrías.

El de Carlo Digilio no es nombre de poca monta: no sólo ha sido un confidente de los servicios secretos, como lo había sido su padre de los británicos antes y de los italianos después, sino que fue el técnico de las masacres.

Es natural que Cavallini niegue la verosimilitud de las afirmaciones de sus compinches sobre el encuentro acaecido, precisamente ese 2 de agosto de 1980, en Padua, entre él y Digilio.

El nombre de Carlo Digilio, al igual que su activismo de espía y asesino, remite a otros nombres como por ejemplo Marcello Soffiati, otro confidente de los servicios secretos americanos e italianos. Y la figura de Marcello Soffiati evoca dos episodios concretos: la frustrada matanza de la estación de ferrocarril de Verona, el 28 de agosto de 1970, concebida con metodología prácticamente idéntica a la de la masacre de Bolonia; y la llamada telefónica realizada en nombre de los Nar [Núcleos armados revolucionarios, NdT] el 28 de junio de 1980, al Corriere della Sera, para declarar que el DC-9 de Itavia derribado en Ustica la tarde anterior había explotado a causa de una bomba transportada por Marco Affatigato, cuya identificación fue posible porque portaba en la muñeca un reloj marca Baume & Mercier.

Los autores de la frustrada matanza del 28 de agosto de 1970 siguen siendo desconocidos, el nombre de Marcello Soffiati viene a colación por haberse intentado en Verona, ciudad en que vivía y actuaba.

No es una acusación, sino un elemento de reflexión, considerando concretamente lo que ha sido el núcleo de Ordine Nuovo del Véneto, realidad acreditada y confirmada incluso en sede judicial.

La campaña de prensa orquestada para presentar a la banda de sicópatas sanguinarios de los Fioravanti como compuesta por “espontaneístas” que pretendían romper con el pasado “golpista” y “masacrador” de sus colegas del neofascismo de Estado y de régimen, ha servido para impedir que se emprendieran investigaciones serias y en profundidad sobre los vínculos que establecidos entre ellos y, por ejemplo, Paolo Signorelli, Carlo Maria Maggi, Maximiliano Fachini, etc.

Porque, bien mirado, de “espontaneísta” en la actividad de la banda existe bien poco: desde la participación en los atentados de Roma, en nombre del MRP, hasta la atribución a la extrema izquierda del ataque al distrito militar de Padua, reivindicado en nombre de las brigadas Rojas; la adhesión a una estrategia de la tensión renovada durante el final de los años 70 es evidente.

Vale: se puede incluso creer que Valerio Fioravanti trabajase junto a Sergio Calore, que era el “brazo derecho” de Paolo Signorelli, sin haber llegado a conocer nunca a este último, pero la duda es legítima. Los presuntos “espontaneístas” de Roma poseían referentes de una cierta edad y de mucha experiencia, porque es falso que el nombre de los NAR, Núcleos armados revolucionarios, haya sido inventado por ellos, como pretende hacer creer “Morticia” Mambro, pues en realidad este remitía a una estructura de los Fascios de acción revolucionaria (FAR) creados y dirigidos por Pino Romualdi, como dejó escrito el agente norteamericano Victor Barret en un informe del 10 de junio de 1947.

Si los dos masacradores mienten también sobre el nombre del grupo, reivindicando su paternidad, es porque no desean que se descubran sus vínculos con los hombres del MSI y de Ordine nuovo, siguiendo una táctica defensiva que hasta el día de hoy se ha revelado fructífera.

A treinta años de distancia de la masacre, que se investigue también la pista de Oriente medio es plausible, pero se debería retomar también todos los elementos relegados en este larguísimo lapso de tiempo, para verificar si, en efecto, la de Fioravanti, Cavallini y demás era una banda de sicópatas “espontaneístas” o era otra cosa muy distinta que de espontáneo no tenía nada.

La constante y reiterada proclamación de la inocencia de los dos condenados realizada por Gianfranco Fini por una cuestión de principio, que resulta incomprensible a la luz de su propia admisión de desconocer las actas del proceso, es decir de carecer de elemento alguno de juicio para considerarlos inocentes, puede hallar su respuesta lógica en el hecho de que en la época en la cual la banda actuaba en Roma, el secretario nacional juvenil del MSI era precisamente él, Gianfranco Fini.

También este elemento debería ser valorado e añadido al puzzle a fin de recomponer una verdad sin sombras. Y una contribución a la verdad podría provenir también de los familiares de las víctimas de ésta y de otras masacres, cuando definitivamente se decidan a denunciar ellos los primeros a los representantes de los partidos políticos que se presentan en las conmemoraciones con aspecto conmovido y pesaroso para afirmar que el régimen de Gianfranco Fini y de sus colegas no renuncia a buscar la verdad.

Y ese día, por fin, los muertos podrán descansar en paz



 


Vincenzo Vinciguerra, Opera 3 agosto 2010

 

 

Vincenzo VINCIGUERRA: "ENTRE MAFIA Y CAMORRA"

Vincenzo VINCIGUERRA: "ENTRE MAFIA Y CAMORRA"

Fuente: Marielenagrill

Traducción: A. Beltrán

¿Qué es lo que distingue a dos organizaciones criminales como la mafia y la camorra?

Básicamente nada, porque una es el espejo de la otra y viceversa.

¿Qué es lo que distingue del Partido de la libertad del Democrático?

Básicamente nada, porque juntos constituyen el partido único que oprime Italia y del cual no ha sido todavía posible liberarse.

Son compadres que, cada poco, disputan por el reparto del botín, pero que, a escondidas, hallan siempre el modo de ponerse de acuerdo. En el fondo, el secretario del Partido democrático, Walter Veltroni, había dejado claro públicamente que él, con Silvio Berlusconi, tenía un “gozoso antagonismo”.

El actual secretario, Luigi Versan, cuando Berlusconi perdió un diente, se precipitó hasta el hospital para visitarle,  expresarle su solidaridad y ofrecer su adhesión al partido del amor fundado, para la ocasión, por el propio Berlusconi.

Hoy, frente a la ley sobre escuchas y las normas que castigan a periodistas y editores, los dos “cicciolinos” disputan: el primero afirma querer proteger la privacidad de los ciudadanos, el segundo se alza como defensor de la magistratura y de la libertad de prensa.

Como siempre, ambos mienten. Resulta demasiado obvio que Silvio Berlusconi y su banda pretenden protegerse a sí mismos y a sus intereses, pero es igualmente evidente que Luigi Bersani y su agrupación defiende sólo sus privilegios y los de sus amigos y de los amigos de sus amigos.

En este País, ha existido siempre una magistratura sometida al poder y una prensa empeñada únicamente en proteger a sus propios amos, no en vano si Italia está como está es precisamente porque ni la magistratura ni la prensa se han enfrentado nunca a la corrupción política.

Tenemos el reciente ejemplo proporcionado por el general de carabineros Giampaolo Ganzer que, imputado por asociación de malhechores para el tráfico internacional de estupefacientes, ha  permanecido en su puesto de comandante del Ros [Grupo especial operativo] por acuerdo, secreto obviamente, entre los gobiernos de centro-izquierda y centro-derecha, los mandos de las Fuerzas armadas y la magistratura. Esta misma magistratura que, cuando le interesa, proclama que los ciudadanos deben ser todos iguales ante la ley.

¿Y la prensa? Ni un balido de protesta se ha elevado desde las redacciones de los periódicos contra lo que es un insulto a la justicia y a todos los ciudadanos italianos.

Y ¿cuántos ejemplos se podrían presentar para denunciar la interesada connivencia entre parte dela magistratura y los periodistas ya de derechas ya de izquierdas?

Tiempo ha, los jueces hablaban sólo mediante sus sentencias, después han descubierto la publicidad personal a mayor gloria de su carrera política.

Si alguna vez hubiera existido, en el mundo periodístico, la ética y la honestidad informativa, Berlusconi no tendría el pretexto para decretar una ley liberticida. Mas por contra, magistratura y prensa han utilizado siempre la libertad con finalidades políticas, a menudo abyectas, masacrando sin escrúpulo alguno la verdad, la dignidad y la honorabilidad de millares de ciudadanos italianos.

La ex magistrado Anna Finocchiaro que, en el Senado, ha hecho gala de una indignación bien declamada, pero no sincera, sabe bien que entre sus senadores, por citar sólo uno, está ese Felice Casson que ha hecho carrera únicamente con entrevistas y con la violación del secreto sumarial en beneficio de aquellos periodistas que le escribían un artículo elogioso, acompañándolo con su fotografía.

¿Y sería éste el campeón que el Partido democrático propone para defender la magistratura y la libertad de prensa?

No se puede ser creíble, tras haber llevado al Senado a un Casson cuya historia personal, si existiera una magistratura seria y una prensa libre, lo conduciría directamente a prisión, entre los escupitajos de los ciudadanos honrados.

Es un enfrentamiento entre malhechores: si el Partido democrático exhibe a Casson, el Partido de la libertad nos muestra a Roberto Farina, ex periodista que hacía carrera publicando, bajo pago, las notas del servicio secreto militar.

En realidad, ya sea el centro-derecha como el centro-izquierda han masacrado desde siempre la justicia, con la complicidad de centenares de jueces, y pisoteado la libertad de prensa y ninguno de ellos tiene los credenciales para defender a la una y proteger a la otra.

¿No han sido jueces los que han concedido a Silvio Berlusconi en seis ocasiones circunstancias atenuantes genéricas hasta conseguir la prescripción de los delitos? ¿No son jueces los que han suspendido el proceso en su contra por razones de oportunidad simplemente porque se había iniciado la campaña electoral, dando recuerdos a la igualdad de los ciudadanos ante la ley?

¿No ha sido el Partido democrático el que ha intentado que se eligiera a Felice Casson para alcalde de Venecia, a pesar de carecer absolutamente de experiencia administrativa, sólo porque debía entrar en política antes de que fuera aprobada la ley que prohíbe a los jueces ser candidatos en los lugares donde han ejercido su actividad profesional?

¿Quién ha hecho un pesebre con la justicia y la libertad, con qué credibilidad se opone al Partido de la libertad, liderado por Silvio Berlusconi?

Entre Renato Farina y Felice Casson no puede existir otra cosa que un “gozoso antagonismo”, siendo así que el centro-izquierda no ha realizado objeciones al ingreso del primero en el Parlamento, y el centro-derecha no ha movido una ceja ante la entrada de Felice Casson en el Senado.

Son ambos los símbolos de la prensa y de la magistratura tal como desean el centro-derecha y el centro-izquierda: un chismoso y un prevaricador.

Para liberarse de ellos y de las agrupaciones a las que pertenecen bastaría con imponer en política el debido respeto a las normas higiénico-sanitarias.

Nunca lo hará, obviamente, este Parlamento porque el suicidio masivo no se acostumbra entre pulgas y piojos, deberá hacerlo el pueblo, si un día encuentra la fuerza para despertarse.




 


Vincenzo Vinciguerra, Opera 28 junio 2010 (Fecha de publicación)



 

 

Vincenzo VINCIGUERRA: "EL PACTO"

Vincenzo VINCIGUERRA: "EL PACTO"

 

Fuente: http://www.marilenagrill.org/

Traducción: A.Beltrán

 

La guerra capitaneada por las potencias occidentales para impedir a los partidos comunistas alcanzar el poder en Grecia, Italia y Francia, se inicia cuando todavía está en pleno apogeo la guerra contra la Alemania nacional-socialista.

Nadie ha contado jamás los muertos, los heridos, los condenados, los encarcelados por esta “cruzada” anticomunista en la que se han integrado también bajo la bandera de los Estados Unidos los vencidos de la Segunda guerra mundial. Una clase política inepta, corrupta, cleptómana no estaba en disposición de restringir la amenaza electoral representada por el Partido comunista italiano (Pci) utilizando medios políticos legales, los únicos que podían llevar a los italianos a volver la espalda al partido de los Togliatti y de los Longo.

Así pues, para ahuyentar la amenaza, la clase dirigente anticomunista puso su confianza en las fuerzas militares que los Estados Unidos, a la sazón bajo la presidencia de John F. Kennedy, habían desplegado para responder a la ofensiva planetaria soviética, dando inicio a una guerra que no ha sido “fría” en ninguno de los países y de los continentes en los cuales se ha desencadenado.

El miedo a ser aplastados por un golpe de Estado político, apoyado por las Fuerzas armadas, llevó a los dirigentes del Pci, a partir de 1969, a la búsqueda de un compromiso con las fuerzas políticas anticomunistas, empezando por la Democracia cristiana (Dc)

La llegada de Enrico Berlinguer al frente del más potente Partido comunista occidental extendió el compromiso también a las fuerzas institucionales, primordialmente las de seguridad y las militares, nacionales e internacionales.

El Pci de Enrico Berlinguer, desde la primavera de 1972, desarrolló una línea política diseñada para acreditarlo como “maduro”  para una democracia occidental, autónomo respecto a la Unión soviética, capaz de integrarse en el área de gobierno sin poner en discusión la permanencia del País en la Alianza atlántica y sin pretender, consecuentemente, implantar una política neutralista.

La primera ocasión de “probar” su recién adquirida madurez la tuvo el Pci en la primavera de 1973, cuando sus dirigentes fueron informados por Pietro Loredan, en estrecho contacto con el grupo informativo y operativo véneto que bajo dirección de los servicios secretos italianos militares y civiles recibía el nombre de “Ordine nuovo”, que se estaba preparando un atentado contra una alta personalidad política en Milán.

Identificar el objetivo no era complicado, porque el 17 de mayo de 1973, el entonces presidente del Gobierno, Mariano Rumor, se había de trasladar a Milán para recordar, dentro de la Jefatura de policía, la memoria del comisario Luigi Calabresi, en el primer aniversario de su muerte a manos de militantes de “Lotta continua”. Para evitar el atentado habría bastado publicar un artículo en el diario del partido, “L´Unità”, aunque fuera a modo de conjetura.

Pero, para Enrico Berlinguer y sus camaradas la posibilidad de no evitar un atentado mortal contra un elemento destacado de la democracia cristiana debió parecerles demasiado apetitosa como para dejarla escapar, optando así por el camino de los contactos reservados. Es verdad, procesalmente confirmada, que Gian Carlo Pajetta y Paolo Bufalini, encargados de los contactos con el ministerio del Interior, el primero, y con la magistratura, el segundo, se desplazaron inmediatamente a Milán donde se encontraron con un juez cuya identidad no ha sido o no ha querido ser desvelada.

Es igualmente cierto que transmitieron las informaciones en su poder a los mandos del servicio secreto civil, entonces conocido como división de Asuntos reservados, donde estaba destinado Umberto Federico D´Amato que era uno de los referentes de los ordinovistas vénetos. El atentado se cometió. Gianfranco Bertoli, a la sazón confidente del Sid bajo el criptónimo “Negro”, arrojó una granada de fragmentación contra el vehículo de Mariano Rumor, pero erró el blanco matando a 4 personas e hiriendo a otras 46.

La masacre de vía Fatebenefratelli del 17 de mayo de 1973 se podía, por lo tanto, haber evitado o, cuanto menos, se podían haber identificado en el transcurso de algunas semanas a los autores, organizadores y jefes, porque la figura de Gianfranco Bertoli como la de Pietro Loredan circunscribía las investigaciones a un restringido y bien definido círculo.

Antes al contrario, todos optaron por el silencio. Mientras Bertoli declamaba su papel de “anarco-individualista” que habría pretendido vengar a Giuseppe Pinelli, nadie de los muchos que conocían la verdad intervino para dar testimonio de ella.

Un magistrado de la República, destinado en la Fiscalía de Milán, ciertamente una figura relevante por gozar de la confianza de los dirigentes del Pci, ha callado.

Los mandos del servicio de seguridad civil han callado, mientras el ministerio del Interior no se ha personado como acusación particular en la causa contra Gianfranco Bertoli.

La cúpula directiva del Pci y sus cuadros periféricos que conocían la verdad, no han dicho una sola palabra para arrojar luz sobre el suceso.

Un silencio criminal porque dirigir las investigaciones hacia el ámbito ordinovista véneto equivalía a esclarecer tanto la masacre del 17 de mayo de 1973 como la masacre frustrada del tren Turín-Roma del 7 de abril de 1973, que habría de conducir a través de la figura de GianCarlo Rognoni hasta las mismas personas.

Un silencio criminal porque ha servido para asegurar la impunidad de personajes que pretendían una política terrorista a favor del Estado y de carácter anticomunista.

No es descabellado afirmar que si los que sabían hubieran hablado, no habrían sucedido las masacres posteriores, empezando por la de Brescia de 28 de mayo de 1974.

Gian Carlo Pajetta, en Brescia, lloró el día de los funerales por las víctimas de la masacre de la plaza de la Logia [Brescia] porque era consciente de haber favorecido a quien los había asesinado.

Ni esa figura indigna de magistrado, ni los mandos de los servicios de seguridad civiles ni los dirigentes del Pci han confesado lo que sabían.

Al infame pacto entre el Pci y la Dc, entre el Pci y los aparatos del Estado podemos ponerle fecha de aquel mes de mayo de 1973, firmado sobre los cuerpos destrozados de via Fatebenefratelli y de las sucesivas masacres.

Un pacto perverso que, en 1989, a la caída de la Unión soviética le ha servido al Pci para obtener la impunidad más absoluta para sus dirigentes.

De hecho, el indefectible magistrado, esta vez romano, Franco Ionta se ha encargado de negar la existencia de un estructura paramilitar del Pci (“la Gladio roja”), de declarar prescrito el delito de financiación ilegal a partidos por los millones de dólares entregados por Moscú, mediante el Kgb, al Pci y, en fin, de aparentar que este partido no hubo desarrollado nunca actividades de espionaje político, militar e industrial en beneficio de la Unión soviética.

Hoy, Franco Ionta, por voluntad de un gobierno de centro-derecha, es director general de instituciones penitenciarias.

Un régimen, el actual, que se basa en el chantaje mutuo y en el compromiso de impedir, a toda costa, que la verdad salga a la luz, porque ésta es susceptible de hundir a la actual clase política: cada cual guarda sus secretos propios y los ajenos y todos juntos se defienden y protegen, engañando al pueblo italiano.

Será, quizás, una coincidencia que cuando la verdad sobre la masacre del 17 de mayo de 1973 estaba emergiendo, el chacal judicial Felice Casson, notoriamente vinculado al Pci, enviara a odas las fiscalías de la República una nota asegurando que quien esto escribe había intentado entorpecer las pesquisas sobre la masacre cometida por Gianfranco Bertoli. En un sistema judicial  dotado de seriedad y de dignidad el chacal habría de responder por calumnia o, por los menos, habría sido expulsado por prevaricador de la carrera judicial.

Por el contrario, huelga decirlo, es senador en las filas del Partido democrático.

Los parientes de las víctimas de la masacre del 17 de mayo de 1973 no tendrán jamás una medalla de oro. Cuando Giorgio Napolitano ha venido a Milán, ha recordado únicamente al comisario de policía Luigi Calabresi y homenajeado a sus familiares. Los de los muertos del 17 de mayo de 1973, han tenido que recordar a sus muertos durante la tarde, en silencio y alejados de los focos de luces.

¿Habrá que esperar, para hacer limpieza en este País, a que los firmantes del pacto, sus testaferros y sus herederos fallezcan? ¿O se puede comenzar antes, incluso hoy?

No es difícil: no se trata de enviarles a la cárcel encontrando las pruebas de su complicidad en tantos luctuosos episodios italianos.

Para expulsarlos de la vida política, enviándolos al paro y a buscarse el pan trabajando, es suficiente redactar un listado de todos los que desempeñaban por aquel entonces un papel no marginal dentro de los partidos que han dicho siempre que estar estaban, pero que dormían.

Basta con recordar los nombres de Ignazio La Russa en Milán y ordenar todos los sucesos de los cuales fueron protagonistas los activistas de su partido en la capital lombarda para darse cuenta que incluso ni un perfecto imbecil es creíble cuando afirma no haber sabido sido nunca nada y no haber entendido absolutamente nada.

Pero Ignazio La Russa no es un imbecil. Alguna duda tenemos sobre Gianfranco Fini, pero la disipa el hecho de que era secretario nacional juvenil del Msi durante los años en los que Francesca “Morticia” Mambro, su maridito Valerio “Jerry” Fioravanti y sus camaradas hacían la guerra contra los “rojos” (1977-1980), sin ningún “espontaneísmo” que ha sido inventado posteriormente para exonerar a ese partido y a esos ambientes humanos y políticos que les servían de referencia y por los cuales actuaban.

¿Tampoco Gianfranco Fini, Francesco Storace, Maurizio Gasparri, y todos sus demás amigos, dentro de un ambiente en el todos lo sabían todo, son los únicos en no haber sabido nunca nada y no haber entendido absolutamente nada?

Difícil de creer, en especial tras haberlos visto esforzarse de cualquier modo posible, ansiosos e inquietos, para obtener la excarcelación de Morticia y Jerry.

Obligar a estos y a tantos otros a retirarse a la vida privada es un objetivo factible, si todavía en esta País aspiran a existir fuerzas de oposición que intenten también alcanzar la verdad y la justicia

 




 


Vincenzo Vinciguerra, Opera 3 de Junio de 2010



 

 

 

Vincenzo Vinciguerra: "LA KARNEVAL NATION"

Vincenzo Vinciguerra: "LA KARNEVAL NATION"

Fuente: http://www.marilenagrill.org/

Trad: A. Beltrán

El 2 de junio se ha celebrado su aniversario, la fecha en la cual mediante una votación, no exenta de acusaciones de fraude, la mayoría de los italianos sancionó el final de la monarquía Saboya y optó por la república.
Pasados 64 años, los únicos políticos que permanecen coherentemente en sus posiciones son los democristianos que, aún hoy, forman buena parte de eso que Giuseppe Prezzolini, ya en abril de 1948, definiera con feliz intuición como una “clase dirigente”.

A los democristianos, que constituyen la osamenta del partido único que gobierna Italia, aglutinados en todas las corrientes que lo componen, de la Ds [izquierda democrática] a la “Italia de los valores”, de los Comunistas italianos a la “Destra”, se les han agregado en el transcurso de más de medio siglo todos los demás.

El antifascismo ha creado la Italia que conocemos y en la que vivimos, con un presidente de la República que hasta 1989 era comunista y que, inmediatamente después, se ha descubierto como anticomunista; con los políticos del MSI que eran los “fascistas del 2000” y que, ante un suculento plato de lentejas, se han acordado repentinamente de haber sido siempre, de modo inconsciente, abanderados del antifascismo, así que hoy no existen ya antagonismos: los renegados de todos los ideales se sientan fraternalmente juntos en torno a una suntuosa mesa.

Resulta normal, pues, que no se hable más de ideas y de ideales sino solamente de cohechos y sobornos.
No pasa un día en que no haya detenciones y procesamientos contra funcionarios públicos y políticos de todas las tendencias por corrupción, malversación, estafas, robo de fondos públicos.

Todo esto no es ya noticia. Peor aún, aburre. La vulgaridad que transforma el poder político italiano en algo fétido no consigue, ni siquiera ella, suscitar curiosidad ya en el hombre de la calle, harto y asqueado de la oleada de fulanas más o menos oficiales, de transexuales y travestidos que rellenan los días vacuos de tantos representantes políticos, que se transforman luego en lideres de opinión de los debates televisivos que los acogen como huéspedes.

Tales y tantos son estos varones que se creen mujeres que la canción partisana que es considerada, ahora, el himno bipartidista, o sea de todos, “Bella ciao”, debería cambiar su título por “Bello, ciao” para que lo cante el democrático Marrazo(1), en vez del “Fratelli d’Italia”(2).

Además, dado que el antifascismo nos ha traído también a los “secesionistas” que desearían proclamar la independencia de la “Padania” utilizando todos los medios que el Estado unitario pone a su disposición, resulta que “Fratelli d´Italia desentona.

Mientras, “Bello, ciao”, podría inducir a los “leghistas” a unirse al coro y a participar el año próximo en la fiesta del 2 de junio. Sí, porque tampoco este año los ministros de la Liga Norte se han presentado a la “fiesta de la República” como para resaltar que el federalismo es el medio para alcanzar la independencia de la “Padania”.

El ministro del Interior, Roberto Maroni [Liga Norte, ndr], ha colocado en Varese una corona de laurel sobre el monumento a los caídos, pero sin el himno nacional, precisamente para dar a entender a todos que se considera un italiano de circunstancias pero un padano a todos los efectos.

Por lo demás, de un gobierno en el que destaca la figura de un ministro que ha sido condenado, en sentencia firme, a una pena de multa, anulada oportunamente gracias a un indulto por “insulto a la bandera”, como Umberto Bossi, que explicó de modo culto y conspicuo lo que hace con la bandera tricolor (“me limpio el culo con ella”) no se puede esperar que despierten los sentimientos unitarios italianos.

Entre los Polichinelas del Sur y los Arlequines del Norte, Italia es exactamente lo que los alemanes definieron como la “Karneval Nation”, donde todo cambia para seguir como antes, incluso peor que antes.

La lucha contra la mafia ha llevado al gobierno a los amigos y protegidos (bajo pago) de la mafia; la lucha contra la corrupción ha hecho a ésta propagarse de tal modo que competimos con Haití y Jamaica; la lucha contra el terrorismo ha permitido el acceso al Parlamento y al gobierno de todos lo que al “terrorismo” han alimentado y utilizado, y que han sido cómplices de él, no sólo política sino organizativamente también.

Sería cosa de risa, pero dan ganas de llorar. Por otra parte, con la Democracia cristiana en el poder, mandaba el Papa, ahora se le ha añadido también el Rabino.

Todos sabemos de dónde se nutre el poder de los Papas, pero nadie nos ha explicado todavía de dónde lo extrae el Rabino que, cifras oficiales en la mano, representa a unos pocos miles de personas sobre un total de 60 millones de habitantes.

¿Y entonces? ¿Por qué ocultas razones tenemos una clase “dirigente” que se arrodilla, una vez ante San Pedro y otra vez ante la sinagoga?

No es temerario afirmar que hoy Italia tiene dos amos, pues también el reciente suceso provocado por los judíos al abordar en aguas internacionales a los barcos que transportaban víveres para Gaza , matando a sangre fría a nueve pacifistas e hiriendo a cuarenta más, jactándose públicamente de ello, ha confirmado la sumisión de esta clase política ante la élite judía italiana e internacional.

Solamente en un país sometido e incapaz de reaccionar, el ministro de Exteriores Franco Frattini puede ordenar al representante italiano ante la ONU votar contra la creación de una “comisión internacional de investigación” sobre este bárbaro episodio, explicando que Israel es una democracia y, en cuanto tal, está capacitada para hacer una investigación interna para dirimir presuntas responsabilidades.

En efecto, la democracia israelí siempre ha asesinado palestinos, preferentemente mujeres y niños, ¿qué representan para Frattini, Napolitano y demás compinches 9 muertos más?

Una minucia. También la democracia italiana ha desencadenado una guerra civil en este País que ha costado más de mil muertos, y después ha declarado haber derrotado al “terrorismo” como demuestra la presencia de Cristiano De Eccher (3) en el Senado, de Ignacio La Russa en el ministerio de Defensa y de Gianfranco Fini en la presidencia del Congreso de Diputados. (4)
Democracias como éstas se entienden entre ellas necesariamente, creándose vínculos de fraternal amistad, porque mientras controlen la gusanera mediática, interna e internacional, nadie les emplazará a responder por sus crímenes.

No ahora, ciertamente. Durante años todavía, la “Karneval Nation” podrá arrastrar su precaria existencia, bajo la guía de una clase dirigente orgullosa de representar lo que en un tiempo fue y, desde el 8 de septiembre de 1943, ha vuelto a ser: una simple “expresión geográfica”

No queda más que aguardar, sin resignación y no en silencio, porque en la “tierra de los muertos” todavía existe alguien vivo.

Aún no han vencido.

Vincenzo Vinciguerra, Opera 3 junio 2010



NOTAS DEL TRADUCTOR


(1) Piero Marazzo, presidente de la Región del Lazio por el centro-izquierda, se vio obligado a dimitir el pasado año en medio de un gran escándalo al descubrirse que mantenía  relaciones habituales con dos transexuales, uno de los cuales apareció asesinado algún tiempo después;

(2) “Fratelli d´Italia” es el himno nacional de la República italiana. “Bella, ciao” (“Adiós, guapa” en español) es una famosa canción popular partisana de la Segunda guerra mundial. Sarcásticamente, Vinciguerra lo convierte en “Adiós, guapo” (Bello, ciao”);

(3) Senador por el Partido democrático de la libertad (Pdl) de Fini-Berlusconi. Neofascista de servicio e implicado en la masacre de plaza Fontana (1969, 15 muertos y numerosos heridos);

(4) Sobre La Russa y Fini, Cf. http://antagonistas.blogia.com/2010/053001-vincenzo-vinciguerra-el-pasado-que-no-pasa-.php









Vincenzo VINCIGUERRA: "EL PASADO QUE NO PASA"

Vincenzo VINCIGUERRA: "EL PASADO QUE NO PASA"

Fuente: Marielenagrill.org

Trad: A. Beltrán

 

 

Durante la entrevista concedida a los periodistas Andrea Scerensi, Nicola Palma y Maria Elena Scandaliato, publicada y comentada en el libro "Piazza Fontana. Noi sapevamo" (editado por Aliberti), el general Gianadelio Maletti augura que la verdad sobre todo lo sucedido en la Italia de posguerra, particularmente en los años sesenta y setenta, “saldrá a la luz algún día. cuando alguien muera” (pg. 226-27), y un  poco antes, entre los protagonistas de aquellos años todavía vivos, que conocen la verdad, había hecho referencia a un ministro del gobierno de Silvio Berlusconi en ejercicio entre 2001 a 2006.

Triste suerte ésta, la de un País que necesita esperar la muerte de los últimos delincuentes que permanecen con vida  para conocer las fechorías de las que han sido co-protagonistas en el pasado.

Pero, sin necesidad de esperar la muerte de Giulio Andreotti, Arnaldo Forlani, del general Arnaldo Ferrara, Giorgio Napolitano y de otros octogenarios y nonagenarios agarrados desesperadamente a la vida, y a menudo también a la poltrona, podemos afirmar que la verdad se conoce ya pero que nadie quiere extraer las debidas consecuencias.

Si queremos que el pasado deje de ser nuestro presente y que no condicione  nuestro futuro, exigir que las personas que han desempeñado cargos políticos y públicos durante aquellos sean alejadas de la política y de las instituciones, tal es el primer paso que dar.

En efecto, no se entiende que la verdad pueda llegar a afirmarse nunca mientras se permita a Ignacio La Russa actuar políticamente. (1)

No hacen falta pruebas judiciales para saber que Ignacio La Russa se encuentra entre los protagonistas, como dirigente del MSI de Milán, de aquellos años sangrientos vividos en la capital lombarda.

Aquel al que un delincuente habitual, Mauro Addis, llamaba confidencialmente “Ignacio”, ha conocido todo y a todos, pero naturalmente no ha dicho jamás nada porque no puede denunciar a los demás sin incriminarse a sí mismo.

El ex director honorario de la cárcel de Opera, Renato Vallazasca, en un libro escrito para él por un periodista, habló de un dirigente missino de Milán que pagaba a la delincuencia común para que pusiera bombas y, sin nombrarlo, aclaró que en aquel momento desempeñaba un alto cargo institucional: Ignacio La Russa, cuando fue publicado el libro de Vallanscanza, era vicepresidente del Congreso de diputados.

Baste recordar las palabras del ex presidente de la República, Francesco Cossiga, que de La Russa llegó a decir que chapoteaba en la charca de la subversión negra o, al menos era contiguo a ella.

Cuando cuatro granujas missinos lanzaron granadas de mano contra un cordón de policías, el 12 de abril de 1973, matando al agente de seguridad Antonio Marino, La Russa estaba, según él mismo y los jueces milaneses, dormitando como su colega Franco Maria Servello. (2)

Sin embargo, La Russa estaba bien despierto cuando se acercó a rendir homenaje al cadáver de Nico Azzi, el frustrado autor de la masacre contra el tren Turín-Roma de 7 de abril de 1973.

Un gesto significativo, puesto que Nico Azzi y sus colegas eran parte integrante de esa “subversión de Estado” que debía reforzar al MSI de los La Russa y los Servello hasta convertirlo en partido de gobierno. (3)

Las Fuerzas armadas italianas perdieron su honor el 8 de septiembre de 1943. El hecho de tener hoy a Ignacio La Russa como ministro de Defensa es la  prueba de que jamás lo han recuperado.

Gianfranco Fini ha alcanzado el cargo de presidente de la Cámara de diputados. Cierto que ha olvidado cuando, en 1979, sin otro motivo que la provocación y la búsqueda de desordenes públicos decidió, bajo su autoridad de secretario juvenil del MSI, que se montara una manifestación en el barrio “rojo” de Centocelle, en Roma. Perdió allí la vida un muchacho, asesinado por una agente de policía, pero no es una muerte que le haya pesado nunca en la conciencia.

Astuto pero no inteligente, Gianfranco Fini ha defendido siempre la inocencia de Valerio Fioravanti y Francesco Mambo de la acusación de haber cometido la matanza de Bolonia del 2 de agosto de 1980.  Pero, ha tenido que precisar que no ha leído jamás las actas del proceso confirmando que no ha adquirido jamás los elementos de juicio necesarios para formarse una idea seria, fundada, sobre la inocencia o culpabilidad de los dos terroristas.

Y, entonces, ¿por qué proclama su inocencia? Tal vez, la respuesta se encuentra en la frase explícitamente chantajista de la Mambro: “Nosotros en prisión y ellos en el gobierno”, donde “ellos” incluye también a Gianfranco Fini.

Frase que subraya cómo los dos miembros de la itálica “familia Adams” han vivido cual profunda injusticia su condición de presidiarios mientras sus colegas de partido se encontraban a la sazón en el gobierno, no como fascistas sino so capa de antifascistas.

Cierto, Gianfranco Fini ha vivido desde la cúspide de su cargo de secretario juvenil del MSI los terribles años de Roma, pero como Ignacio La Russa, estaba pero dormía excepto para despertarse y pedir y obtener la excarcelación de los cónyuges Fioravanti.

Con un ministro de Defensa como La Russa y un presidente del Congreso de diputados como Gianfranco Fini, resulta inútil esperar que en este País se esclarezca la verdad acerca del papel que el MSI ha desempeñado en la estrategia del terror y del desorden.

Y si, luego, como presidente de la República está Giorgio Napolitano que, como dirigente nacional del PCI, tendría tanto que contar, en el plano histórico y judicial, sobre lo que los lideres del PCI sabían acerca de la “guerra de baja intensidad”, incluso con los aportes informativos a ellos suministrados por el KGB soviético, pero que al contrario habla de “ventolera demencial”, de “fantasmagóricos dobles Estados” y ocurrencias semejantes, resulta evidente que el País está condenado a no conocer nunca la verdad.

En un País en el que desde hace tiempo no existe más una oposición política sino sólo un partido único, oficialmente dividido en numerosas corrientes internas, no queda otra cosa que dar la razón al general Maletti y esperar la defunción de los Cossiga, de los Andreotti y de sus colegas para restablecer y afirmar la verdad, pero la resignación no forma parte de nuestro estilo de vida y de nuestra personalidad.

Continuaremos luchando, a la espera del deceso de todos ellos, para que la verdad triunfe de todas formas y nos libere de los Fini, de los La Russa, de los muchos que como ellos infestan todavía la política italiana, para saborear por vez primera en nuestra vida, el placer de la libertad.

 

Vincenzo Vinciguerra, Opera (Publicado) 25 de mayo 2009

 

 

NOTAS DEL TRAD.

(1)   Ignacio La Russa, actual ministro de Defensa del gabinete Berlusconi desde 2008, es un atrabiliario personaje incubado en las más apestosas cloacas del neofascismo atlántico de servicio. Dirigente juvenil y líder de la sección milanesa del MSI durante los “años de plomo”, impulsor de la post-fascista “Alleanza nazionale” y miembro de peso en el nuevo Partido de la “libertad”, famoso por sus salidas de tono y su carácter pendenciero ha estado, desde los años 70 hasta fecha de hoy, implicado en los más turbios affaires político-mafiosos y criminales de la “estrategia de la tensión” italiana. Incluso ha sido accidental protagonista “cinematográfico” de ésta: “Noticia de violación en primera página”, protagonizada por Gianmaria Volontè (http://www.youtube.com/watch?v=0BpW_XRhbJ8) Además, gracias a su voz cazallera, ha ejercido de ocasional doblador de Marge Simpson en la versión italiana de esta serie;

(2)   Entre estos “granujas” missinos se encontraba Maurizio Murelli, director de la revista seudocultural “Orión”, condenado por la muerte “accidental” del agente de policía Marino a poco más de diez años de prisión. Murelli es uno de los más ruines, mezquinos y  repelentes críticos de las tesis del camarada Vinciguerra. Existe un video de los hechos del 12 de abril del 72 en Milán que incluye entrevistas con Murelli y su jefe milanés La Russa: (http://www.youtube.com/watch?v=Qle27hP5txU);

(3)    Nico Azzi era militante del grupo milanés “La Fenice”, vinculado –según sentencia judicial firme- por igual a “Ordine Nuovo” y a los mandos de la División de Carabineros “Pastrengo”. En 1973 intentó volar un tren lleno pasajeros por orden directa de su jefe político GianCarlo Rognoni (“amiguito del alma” –por cierto- de “Anacleto” Milá). Civiles inocentes, obviamente: no militares, no policías, no -¡vágame Dios!- carabineros. Afortunadamente, fracasó en el intento. Sus “honras” fúnebres congregaron a lo más vomitivo del “neonazismo” de servicio (secreto) italiano: ( http://www.youtube.com/watch?v=Cq2uB3MS1sw&feature=related)