Vincenzo VINCIGUERRA: EL DRAGÓN Y EL ARCÁNGEL
Presentamos a continuación la introducción al documento "El Dragón y el Arcángel" escrito en la carcel por el camarada combatiente Vincenzo Vinciguerra. Dado que es un documento de tipo específicamente judiciario y que esta materia resultará extraña a los lectores no familiarizados con la realidad política-histórica italiana hemos optado por traducir solo el prefacio porque creemos que es una contribución especialmente válida en la perspectiva de una crítica antagonista de la hipocresía democrática y de la degradación cultural que genera. Próximamente iremos insertando más fragmentos de éste y otros documentos aún inéditos en nuestro país para que nuestros lectores se hagan una mediana idea de la riqueza argumental y de la coherencia total de este soldado-político que, frente a los ignorantes que afirman que un revolucionario no puede hacer la revolución detrás de las rejas de una prisión, demuestra cada día que un revolucionario lo es siempre y en cualquier circunstancia independientemente de toda otra consideración. Un espíritu libre no pueder ser nunca encerrado. Los espíritus serviles están siempre presos de sus propias mentiras. Quien quiera entender que entienda... RESISTENCIA.
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EL DRAGÓN Y EL ARCÁNGEL
V. VINCIGUERRA
Toda guerra tiene sus características peculiares que la convierten en única respecto a todas las demás.
Las guerras que las democracias combaten contra los hombres y los pueblos tienen diversas características propias que pueden resumirse en un solo adjetivo calificativo, tan breve como pleno de significado: sucias. Guerras sucias por los métodos que se emplean para hacerlas y por los fines que se proponen.
Guerras que dejan huellas sangrientas que son, sin embargo, negadas, hasta cuando resultan de tal manera evidentes que nadie duda de su existencia, incluso si, preferentemente, se trata de borrarlas totalmente a fin de que no quede rastro de ellas en la memoria de los hombres y, si es posible, ni en la Historia.
La "gran" democracia americana ha logrado mantener oculta la verdad sobre la muerte de un millón de soldados alemanes brutalmente asesinados por su ejército en manos del cual se habian entregado confiadamente creyéndolo distinto y mejor que el ruso:
"Está fuera de toda duda -afirma el autor del primer libro escrito hasta la fecha sobre este tema- que un enorme número de hombres de cualquier edad, junto a mujeres y niños, murió de hambre, congelación, falta de higiene y enfermedades, en los campos americanos y franceses de Alemania y Francia, a partir de abril de 1945, fin de la guerra en Europa.
Las víctimas pasaron indudablemente de las 800.000, casi con seguridad fueron más de 900.000 y muy probablemente superaron el millón. Las muertes fueron causadas intencionadamente por los oficiales del ejército, que tenían recursos suficientes para mantener con vida a los prisioneros ".[ Nota.- El libro al que se refiere Vinciguerra es obra del canadiense J. Bacque, y está traducido al italiano con el título de "Gli altri Lager"]
Y no es más que un ejemplo.
La democracia francesa ha logrado mantener oculta, desde siempre, la masacre de centenares de argelinos, sucedida en París el 17 de octubre de 1961:
"Aquel 17 de octubre, las fuerzas del orden, inducidas a ver en todo argelino un terrorista, habian dado desahogo a su espíritu de represalia, arrestando a cualquiera que pudiera ser considerado un norteafricano...
Numerosas fueron las víctimas de aquella nueva noche de San Bartolomé en versión árabe. No se abrió ninguna investigación oficial por decisión del gobierno de entonces. El primer libro sobre el horrible episodio, aparecido a fines de aquel mismo 1961, fue inmediatamente secuestrado por el propio prefecto "para salvaguardar el orden público". [ Nota.- curiosamente este prefecto no era otro que el ahora famoso Maurice Papon, procesado actualmente en Francia no por este delito sino por "crimenes contra la humanidad... judía". Alto funcionario del gobierno de Vichy, Papon participó, al parecer, en deportaciones hacia campos de concentración alemanes; dado que estos campos se entiende ahora que eran de "exterminio" Papon sería responsable de un delito de genocidio. En cualquier caso, de su actuación como prefecto de policía de París no se derivaron persecuciones judiciales algunas. De hecho, Papon gritó a sus subordinados: "disparad, tenemos cobertura"; y él mismo continuó gozando de cobertura e impunidad llegando a ser ministro del gobierno francés posteriormente... ¡toda una carrera!]
Por amor a la patria un velo de silencio se extendió sobre los muertos y heridos de aquella que debía ser la más negra página de la historia del París de la última posguerra..
Jean-Luc Einaudi, con ocasión del trigésimo aniversario, ha publicado en la editorial Seuil, bajo el título "La batalla de París", los resultados de la encuesta dirigida por él sobre aquella noche del 17 de octubre de 1961...
No se conocerá jamás el balance de las víctimas. Hace treinta años una voz incontrolada e incontrolable había hablado de 150 cadáveres de individuos de "tipo mediterráneo" pescados en las aguas del Sena entre Paris y Rouen, Jean-Luc Einaudi ha llegado a contar un mínimo de 200 ".
No se habla de la noche de los tiempos, sino de 1961, no de un perdido pais africano, sino de París.
Es otro ejemplo, entre otros que también se podrían citar sobre los cuales la verdad está todavía inmersa en las profundas tinieblas de "una larga noche de mentiras" que ninguna luz, hasta el día de hoy, ha conseguido violentar.
Son, además, ejemplos sobre la capacidad de las democracias de negar la existencia de los vestigios que han marcado su odioso camino y que todos ven y comentan con indiferencia y, en algunos casos, con el interés académico de quien, en vez del presente, habla de un pasado remoto, perdido ya en el tiempo y en el espacio.
Emmanuel Severino ha escrito un agudísimo artículo en el "Corriere della Sera" acerca de las relaciones entre mafia y política:
"Durante el medio siglo de lucha contra el comunismo se ha formado y consolidado, dentro de las democracias occidentales, una red de intereses entre las instituciones del Estado democrático y las fuerzas del capital de un lado, y las formas más poderosas de desviación social, entre ellas la mafia, de otro...".
Tras este exordio, continua explicando que "por consiguiente, contra el comunismo las grandes formas del crimen internacional, incluida la mafia, se habían convertido en aliados preciosos. Sobre todo allí donde, como en Italia, el peligro comunista era mayor y más débiles eran las fuerzas de la democracia y del capital ".
Con el tono de quien siempre lo ha sabido todo, recuerda que "en su momento dije que no era cuestión de asombrarse e indignarse por la P2. Era inevitable que el establishment occidental se garantizara también en Italia", resulta natural, por lo tanto, para Severino que tuviera lugar "la ocupación del Estado por parte de hombres de probada fe anticomunista, como son los mafiosos ".
Y para rematar, desde lo alto de su inconmensurable sabiduría, nos advierte:
"La conexión entre mafia y droga excluye que en Italia se deba combatir a una delincuencia simplemente local. El crimen internacional concentra sus esfuerzos sobre los eslabones débiles de la cadena.
Por este motivo -concluye- el mejor modo de defender el estado de derecho en Italia consiste en reforzar los eslabones, y en el saneamiento de la economía y la reforma de las instituciones que sobrellevan, tras el "compromiso histórico" con el crimen, el divorcio histórico del mismo".
Artículo brillante, análisis profundo de una relación entre mafia y política que ha atraído también la atención del presidente de la Comisión parlamentaria antimafia, el honorable Luciano Violante, que ha querido incluirlo en su informe, como una pacífica contribución al estudio de un periodo de nuestra historia que el compañero y magistrado, junto a sus compadres políticos, pretende hacernos creer que ya ha finiquitado para siempre.
No hay rastro de indignación por parte de este "filósofo" sinvergüenza, que nos ilustra sobre aquello que hemos sabido desde siempre, al tratar un argumento que debería producir estremecimiento por su gravedad y que, al contrario, lo deja indiferente del mismo modo que a los políticos que han tratado el tema.
No ha contado, Severino, los muertos que el "compromiso histórico" entre el Estado y la mafia ha provocado desde 1944 hasta hoy, ni le turban los que pueda producir el "divorcio", admitiendo que se trate de eso y no de un cambio de fachada que sustituya lo viejo, demasiado desgastado y conocido ya, con lo nuevo que ya se intuye pero que, todavía, no se conoce.
Es típico, profundamente democrático este Emmanuele Severino, de profesión filosofo, que ha alejado pues el recuerdo de los muertos de ayer para sustituirlos por los de hoy, más presentables y, sobretodo, más explotables porque es posible acreditarlos como el resultado de la ferocidad de ese poder criminal que ha sido fulminantemente transformado de aliado, silencioso y sanguinario, del Estado en Anti-Estado.
No existe ni una pizca de reprobación, de llanto o de lamento, malamente contenido, ni siquiera un amago en voz baja, en este producto cultural de supermercado de la democracia que nos invita a comprender y a olvidar por qué razón las exigencias superiores de la guerra anticomunista necesitaban de estos pactos y de estos muertos.
Hoy se puede decir: y esto significa que estamos en democracia. ¿No estamos contentos? ¿Podemos pedirle a la vida algo mejor que vivir en democracia?
Severino es un filosofo astuto: sabe que, en democracia, no se debe exagerar en la reprobación porque los vencedores toleran críticas dirigidas al pasado, pero no condenas que rechacen el presente y puedan hipotecar el futuro.
Y esta es la democracia italiana.
Feroz democracia que todo parece reconocer, confesar, incluso la realidad atroz de un pacto que debería horrorizar a las conciencias y que, por contra, se ha hecho ya olvidar al precio de nuevos muertos y más charlatanería.
Pero hay una culpa, una sola, que la democracia italiana no quiere reconocer como suya: la guerra política que ha desencadenado contra este pueblo.
Y esto por una razón precisa y documentable: el Estado democrático y antifascista no ha sido autorizado -ni lo será nunca- por la "gran" democracia americana para confesar el papel desempeñado en esa gigantesca "diversión estratégica" que ha trastornado a la Nación y que es calificada como "terrorismo".
Y además sería, por su parte, masoquista confesarlo, desde el momento que todos, en primer lugar los "terroristas", creen y difunden la bonita fábula de la victoria de un Estado contra un agresor despiadado, "rojo" y "negro", que tras una áspera batalla ha sido primero derrotado y finalmente domado.
Una bella y democrática fábula nacida a la vez que su contrario, el íncubo horrendo y antidemocrático representado por el "terrorismo", paridos conjuntamente, como una obra maestra de ingeniería genética, en los laboratorios de la CIA y del Pentágono.
No sabemos -ni podremos jamás saberlo- en qué preciso día la horrible criatura comenzó a dar los primeros pasos desdoblándose, desde entonces, hasta asumir los dos papeles para los que había sido creada: el dragón y el arcángel.
Cierto es que, en Europa, el dragón del terrorismo hace su primera aparición en Francia, con los "soldados perdidos" de la OAS y, luego, en rápida sucesión, en Italia, en el Alto Adigio, con los austríacos que no querían ser italianos.
También el arcángel apareció contemporáneamente asumiendo el semblante militaresco del general Charles De Gaulle, en Francia, y el curialesco de los democristianos en Italia, empeñados ambos en matar a su nefasto y funesto enemigo.
En Francia, el dragón resultó muerto en breve tiempo y tornó a reintegrarse con el arcángel para nunca más separarse de él: los soldados de Indochina y de Argelia que, en nombre de Occidente, habían vuelto sus armas contra aquel poder legítimo que ellos mismos habían, en un primer momento, creado y, luego, tratado en vano de destruir transformándose en "terroristas", fueron secretamente relegitimados y reincorporados a filas para que volvieran a empuñar la espada que el poder, prontamente, les devolvió y pudieran así continuar su guerra no solamente ya en nombre de Francia sino de la entera civilización cristiana.
"Guerra no ortodoxa", así se llamó aquella peculiar forma de guerra que los especialistas franceses transmitieron, como un virus maléfico, a todo el Occidente anticomunista, con el fin de poder defenderse del enemigo marxista-leninista y de sus refinadas técnicas de ataque.
Y el dragón comenzó a crecer y a multiplicarse, exhibiendo su inhumana ferocidad allí donde fuera necesario -para los arcángeles del poder- detener el avance de la hidra bolchevique sin violar los acuerdos internacionales, turbar el equilibrio entre las dos potencias hegemónicas salvaguardando el respeto por las reglas de la democracia y del estado de derecho.
Porque el dragón no debía dirigir su fuerza destructiva contra el enemigo declarado de Occidente, el ejército "rojo" a sueldo de Moscú: no, al contrario, debía atacar a un poder que se sabía demasiado fuerte como para ser frontalmente encarado pero que temía, por esta razón, poder sufrir la insidia de un asalto silencioso, quedo, pacífico, democrático representado por los triunfos electorales de los Partidos comunistas de Occidente, las "quintas columnas" del Kremlin.
Así el tirano de la democracia creó de sí mismo el "enemigo" que lo habría amenazado abiertamente y les habría dado la posibilidad de blandir la espada y de decidir el momento mejor, si se diera el caso, para calarsela a los enemigos verdaderos y fingidos, auténticos e inventados.
Demasiado orgullosos para aceptar la derrota militar en Indochina, ignorantes de las auténticas motivaciones que habían determinado su derrota política en Argelia, los centuriones franceses dieron de esta forma vida al fantasma que les atormentaba y encontraron en la "guerra no ortodoxa" el medio para exorcizarlo.
Nacieron juntos, el dragón y el arcángel, y juntos han caminado fingiendo enfrentarse incluso cuando el primero, según el guión, ha muerto violentamente y el segundo ha permanecido con vida para celebrar la victoria del poder y vigilar a fin de que nunca se sepa la verdad, cultivando a este objeto las variopintas flores de la confusión, de la mentira y de las desviaciones.
6 comentarios
Belicoso -
prensa (y por la historia). Y públicamente ignorada por los
poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) internos de Francia, y las
organizaciones internacionales.
La prensa, y luego la historia, nos ha contado unas deportaciones a Argelia
en septiembre de 1961 (para evitar nuevos disturbios decían: el
clásico argumento pacificador de las derechas,
centro-burguesas o ultramontanas).
Hasta finales de los noventa se mantuvo el silencio sobre que tales deportaciones se llevaron a cabo tras una
Noche de los Balazos Francos por motivos raciales. Y esa ley del silencio
(libre y democrática) se mantuvo (la prensa ejerció libre y
democráticamente su derecho a callarse) hasta que encontraron un cabeza
de turco (el prefecto Papon) al que pudieron asociar al régimen de Vichy y a las deportaciones de judíos franceses durante la Segunda Guerra Mundial. Como si Papon hubiera estado casi veinte años en un congelador y
de repente saliera de él, se colase en las instituciones y se viera por
arte de magia al frente de la policía de París.
Pero ni esa matanza racial fue acometida por durmientes confabulados seguidores de Petain ni por ningún populacho o milicia fanatizada por radicales. No. Esa matanza no ocurrió tampoco por causa de la permisividad de la policía democrática: los
autores de esa matanza fue la propia policía de la IV-V República, bajo la
cobertura expresa de un gobierno con poderes extraordinarios presidido por
De Gaulle, el caudillo del antinazifascismo y antipetainismo francés.
Si es cierto que la mayoría de los políticos franceses, incluyendo los de
la Unión por la Nueva República, y parte de la prensa, venían tiempo
criticando el mantenimiento de los poderes extraordinarios para De Gaulle, nada comentaron de las matanzas de la Noche de los Balazos Francos y del Río
Sena convertido en desagüe de matadero de moros (para evitar nuevos
disturbios). Otro crimen masivo cometido al amparo de esa ley no escrita
en la que los sectores del sistema se prestan asistencia mutua para no
desestabilizar la sociedad democrática (y antifascista).
Porque el "recurso" de echarle la culpa principal de esa matanza a un prefecto
"petainista" implica algo peor: que todas las instituciones francesas sufrieron
un colapso neurótico y que un nazifascista pudo hipnotizarles en masa unos días.
Francia, España, Europa, Occidente todo están repletas de necios, muy necios y rehostianecios. Pero no llegan a tanto para tragarse tal manipulación: que la responsabilidad del Octubre 61 francés fue de un "aparato sobreviviente" del régimen de Vichy. No. Fue enteramente de la Francia de la Transición entre la IV y V República.
Avizor -
Por mucho que protesten, la mentalidad dominante en las masas (y de las supuestas "juventudes nacionales") es de calado empirista, por lo tanto, de derechas.
Lolo -
ps -
«Existe también, y sobre todo, un plan para relegar a un pasado definitivamente muerto una obra y un ejemplo de acción que, ayer como hoy, no cesan de incomodar profundamente y de incomodar, en particular, a ciertos jóvenes, o que se pretende tales,[Nota:véase identitontos y o eurosionistas] que han hecho una religión del éxito y del éxito en la sociedad de hoy tal cual es. No por nada, uno de estos jóvenes hace poco hallaba, cándidamente, una razón para condenar el fascismo justamente en el hecho de que éste no había tenido éxito, de que había perdido. Y lo bello del caso es que este joven sin duda también querría asumir valores trágicos y heroicos al mismo tiempo...»
Giorgio Locchi
Quien quiera entender que entienda...
Curro Romero -
El Neofascismo tiene ahí sus orígenes.
Verbigratia -
Sangre por Petroleo....IRAK