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ANTAGONISTAS

PROYECTO M-20 "NUESTRAS BASES " (I)

PROYECTO M-20 "NUESTRAS BASES " (I)

ANÁLISIS ÁMBITO MUNDIAL


I El Mundo Globalitario

 

(a) Un hecho que marca poderosamente el presente

 

Constatamos como hecho capital de nuestra época la aceleración de la dinámica globalizadora que afecta decisivamente al conjunto de naciones del planeta, e incide en más aspectos de sus vidas de manera creciente. En particular comprobamos que una de las naciones más arrastradas por el proce­so de la Globalización es España. Por tanto, la primera realidad que nos enfrentamos como españoles no es una estrecha «realidad nacional» sino la realidad global. El gran «asunto nacional» no es de carácter doméstico sino de carácter mundial.

 

(b) Una evidencia que nadie puede ignorar ni «dentro» ni «fuera»

 

Atender el ámbito mundial no es, solamente, una exigencia de perspectiva internacional y, menos aún, un asunto de meras «relaciones públicas» con «el exterior» o de medir el «papel de la nación» en el escenario mundial. Cualquier organización está obligada a definirse, en primer lugar, ante el hecho globalizador que domina el panorama nacional. Antes de hablar de la naturaleza del Régi­men, de los partidos, del gobierno de turno, de las empresas, de los medios de difusión, de la ense­ñanza o de los tribunales, se debe tratar el papel del Mundo Globalizado en España.

 

Además, como siempre, constatamos que somos parte de un todo y, como no puede ser de otra forma, a todos nos implica, lo queramos o no. Una vez más, un hecho decisivo nos recuerda que en nuestro mundo no existen celdas aparte o sectores separados, que en la vida nada existe ais­lado, que todos los niveles y campos de la existencia están interrelacionados, y que por eso han de enfocarse en conjunto. El mundo es único porque la realidad, aún múltiple y poliédrica, es tam­bién una unidad. El mundo no ha sido nunca una suma de segmentos o planos inconexos, pero ahora menos que nunca, en esta España completamente a merced de los dictados de los «mer­cados» de deuda, los medios de manipulación extranjeros y las instituciones financieras internacionales.

 

Constatamos también que este hecho capital, el de la Globalización, cuyas causas e impulsos no han sido espontáneos, naturales ni accidentales, implica otra batería de hechos políticos, sociales y económicos consumados que son impuestos al pueblo español completamente al margen de la tan presuntuosa voluntad popular o soberanía nacional que se presume en las democracias occidenta­les. Como hemos señalado siempre, estas democracias son una farsa, y las imposiciones y servi­dumbres «ine­vitables» del Globaritarismo lo confirman.

 

(c) Una sola globalización

 

El Mundo Globalizado no está asociado sólo al crecimiento espectacular del tráfico de personas y mercancías debido a la multiplicación de los transportes rápidos y al desarrollo impresionante de las telecomunicaciones y la informática. Está estrechamente ligado a la mundialización de un mo­delo, o mejor dicho, a una fase del modelo de explotación socio-económica adoptado por los países occiden­tales, unido cada vez más al neoliberalismo usurero como vía de control financiero y polí­tico-econó­mico de las naciones, vinculado necesariamente a la difusión del paradigma ideológico y predominio del tipo de mentalidad que les corresponde, y asociado a la hegemonía político-militar y tecnológica de la hiperpotencia que garantiza la marcha triunfal de tales procesos.

 

Confirmamos que la globalización producida es una sola: la que ha partido del Occidente liberal-capitalista. Frente a ciertas tesis interesadas que alientan el despiste y colaboran en la ceremonia de la confusión agitando otras presuntas globalizaciones (sean como alternativas o como amena­zas), reiteramos que el fenómeno globalizador es inseparable del modelo occidental de funciona­miento y dominio. No existe otra globalización en marcha. Por todo ello, antes que referirse a un mundo globalizado, es más correcto hablar de una España y un mundoglobalitario.

 

1 NUESTRAS BASES: ÁMBITO MUNDIAL

(d) Las añoranzas incoherentes por las fases precedentes

 

El Globaritarismo no implica un salto que signifique una ruptura o cambio radical con la situación anterior. Si algo se desata de sus ataduras o gana mayor extensión, lo que sucede no es un cam­bio de naturaleza, sino que, por las consecuencias de su liberación o expansión, esa misma natu­raleza puede verse con mayor claridad que antes. Destacamos la incoherencia esencial de aquellos que se lamentan y se pronuncian contra los efectos de la dinámica actual para defender o añorar situaciones del estadio precedente que ha desencadenado, permitido o catapultado esta misma dinámica y sus efectos, que dicen detestar. Aquellos que, habiendo constatado los efectos nega­tivos de la fase pre­sente, añoran o proponen la vuelta a fases anteriores de la globalitación, co­meten un error aún más lamentable que favorecer abiertamente la fase actual del Globalitarismo, ya que «estos lodos fueron traídos por aquellos polvos».

 

Así señalamos la incoherencia total de todos los nacionalismos burgueses que se lamentan de la pérdida de las identidades propias y de las soberanías nacionales que provoca la globalización. Pues las «identidades nacionales» que dicen defender no han sido otra cosa que construcciones forzadas por la propaganda y sistemas de enseñanza, tanto por parte de los estados-nación como desde los «nacionalismos sin estado». Los nacionalismos ya han provocado su proceso de empe­queñecimiento y uniformización de la rica realidad de sus naciones para poder así homogeneizar los «hechos diferenciales» en el interior, y confrontarlos en bloque a las «identidades nacionales» externas igualmente reducidas, estereotipadas y uniformizadas. Pero tanto o más grave que azuzar los antagonismos entre pueblos, esos nacionalis­mos han acabado la faena de entregar sus nacio­nes al modelo de explotación capitalista, y subordinar la política a la economía. Y como la deriva ló­gica del capitalismo avanzado es el financiarismo, los in­tereses especulativos terminan dominando la economía y, por consiguiente, las soberanías nacionales así como sus «identidades».

 

Señalamos asimismo la incoherencia total de los demócratas clásicos, que se quejan del poder sustraído a las instituciones democráticas en favor de las finanzas privadas internacionales, pues en las democracias parlamentarias el poder nunca ha residido en el pueblo, sino en las cúpulas de los partidos, en los dueños de los medios de difusión, en los bancos y en las grandes empresas. El mundo globalitario no hace más que seguir ese modelo e intensificar una mayor dependencia del poder polí­tico hacia la plutocracia anónima y más apátrida que nunca.

 

Y así señalamos también la incoherencia total de las izquierdas burguesas, que protestan por las crisis y miserias provocadas por el capitalismo y se disgustan por los sacrificios yrecortazos socia­les impuestos por el neoliberalismo. La ofensiva globalitaria neoliberal y su rechazo al con­trol na­cional de la economía ha sido favorecida por la gran «liberalidad» y la ineptitud con los recursos públicos demostradas por esas izquierdas cuando gobiernan. Pero sobre todo, lo que más ha favo­re­cido el empuje del aparentemente detestado neoliberalismo han sido, precisamente, los sueños liberal-libertarios apoyados por la «nueva izquierda». La izquierda dominante desde mayo del 68 ha completado el triunfo del modelo social «burguésbohermio» hedonista y anti-autoritario que, lógica­mente, ha beneficiado a la derecha liberal, mientras que cualquier crítica seria ante el poder establecido ha sido, de hecho, marginada. El mayor crimen de la nueva izquierda ha sido pretender que atacando los valo­res tradicionales se podía luchar mejor contra la lógica del capital. No quisieron ver que, como otros elementos que aún quedaban de las estructuras sociales orgá­nicas anteriores, constituían las últimas barreras al expansionismo planetario de la lógica capita­lista. Al suprimir valores como el honor, el com­pañerismo o el heroísmo, esta nueva izquierda abrió paso al triunfo de valores burgueses como el individualismo, el cálculo racional o la competitividad.

 

(e) Los antecedentes

 

Recordamos que con el fin de la Segunda Guerra Mundial, vino también el fin de las concepciones preferentemente nacionales. Con la Guerra Fría se consolidó ya la formación de los bloques interna­cionales políti­cos, ideológicos, militares y económicos, y eso implicó la subordinación de todos los estados, de una forma u otra, a tales bloques. Con el patronazgo de los EEUU o de la Unión So­viética se sos­tuvieron las internacionales políticas en el mundo. Y las multinacionales económicas y financieras occidentales no sólo rebasaban ampliamente las fronteras de los estados sino los pre­supuestos públicos de casi todos ellos. Estas realidades históricas han tratado de ser ocultadas, minimizadas o adornadas por medios de difusión de masas y fuerzas políticas, pues to­dos ellos han venido plegándose a esa situación que anulaba los supuestos de soberanía, libertad y demo­cracia que seguían proclamando públicamente.

 

2 NUESTRAS BASES: ÁMBITO MUNDIAL

Recordamos que con la difusión de la publicidad y las modas a través de los medios audiovisua­les, empezó ya la uniformización de las costumbres y las maneras de vivir. Con la extensión de la sociedad de consumo occidental, los pueblos ya se transformaron en agregados cuantificables volcados en la producción, el consumo y el desperdicio masivos. Con el desarrollo y la facilidad de las comunicaciones el mundo se había hecho más pequeño, la movilidad era ya constante y se había iniciado la desaparición de varias actividades propias nacionales o regionales.

 

(f) Los cuatro planos del mismo proceso globaritario

 

Distinguimos en el Globalitarismo cuatros planos que no dejan de estar estrechamente ligados entre sí pues forman parte del mismo proceso:

(º1) La «disminutalización» tecnológica del mundo

 

El primer proceso se asienta en el plano tecnológico. El propio desarrollo revolucionario en las telecomunicaciones, la informática y el transporte de seres y objetos, es el que ha provocado la con­tracción extraordinaria del volumen de los medios y la reducción de los tiempos precisos para transmitir información, bienes, servicios, personas y recursos a cualquier lugar del mundo. Esto ha posibilitado que muchas operaciones puedan, igualmente, controlarse desde cualquier sitio.

 

Podemos ver que una característica decisiva de las sociedades actuales es su inmersión en la tecnología. De ésta dependen, de modo fundamental, todos los demás fenómenos y los procesos señalados a continua­ción: la expansión del transporte y las comunicaciones, la degradación de las ciudades, la des­trucción del territorio y la contaminación, el despotismo de los mercados finan­cieros, la mercanti­lización de la vida en todos sus aspectos, el control social absoluto de las creen­cias, el surgi­miento del individuo-masa, el totalitarismo político o las guerras no convencionales están estre­chamente ligados a lo que llamamos la «disminutalización» tecnológica del planeta.

 

(º2) El despotismo de «los mercados»

 

El segundo proceso señalado se sitúa en el plano político-económico. Consiste en la adopción generalizada de políticas liberales por parte de los gobiernos, que reducen drásticamente la ca­pacidad de los estados para maniobrar en sus propias economías. La conjunción de este proceso con el primero ha consolidado una mayor dependencia de las economías nacionales ante las evo­luciones de los mercados internacionales. Como estamos viendo, ni se busca ni se espera com­batir la crisis actual al margen de las «recetas» neoliberales.

 

Las clases políticas occidentales no sólo no controlan a los especuladores que han desatado la crisis sino que recortan los ya de por sí penosos derechos laborales. Las grandes fortunas conti­núan obteniendo altos beneficios mientras la situación de la mayoría de la población empeora y los estados reducen, aún más, su soberanía económica. La crisis no ha servido para «refundar el capitalismo» como, ante la galería, pidieron socialdemócratas y derecha populista, sino que ya es la coartada para imponer un modelo que acrecienta la explotación y la miseria de la mayoría.

 

(º3) El dominio del «pensamiento único»

 

El tercer proceso se despliega en el plano del pensamiento y del discurso cultural. Y es el triunfo generalizado de la simbiosis liberal-progresista que caracteriza la «Posmodernidad»: la difusión y aceptación incuestionable de las fórmulas liberal-capitalistas para el campo socioeconómico (do­minio de los resultados, cálculos e intereses «contantes»), aunque se admitan para esas fórmulas tantas excepciones y «paréntesis» como convengan ocasionalmente a la Alta burguesía (como las famosas «socializaciones de las pérdidas» de los grandes negocios); la subordinación de la polí­tica a «los mercados» y, en consecuencia, la aprobación tácita del monopolio de las cúpulas de los partidos en el dominio de las representaciones y los repartos de la gestión del poder, siempre y cuando esas cúpulas sigan a los grandes medios de difusión como «guías espirituales»; la pau­latina sustitución de la superestructura (o paradigma de servicio) progresista por el paradigma de servi­cio etno-liberal y neoconservador en el campo simbólico-cultural (dominio de las creencias y ape­gos sentimentales y de los controles morales).

 

Una vez más, es sobre el plano del pensamiento donde se analiza mejor el carácter de un fenó­meno. Este proceso es quien conjunta a lo largo y ancho del mundo las exigencias del capital, las conveniencias de la partitocracia y los sentimientos de las masas. Las formas de explotación capi­talista utilizan siempre imaginarios ideológícos que, aparentemente, no tenían relación con ellas.

3 NUESTRAS BASES: ÁMBITO MUNDIAL

(º4) La hiperhegemonía político-militar de Estados Unidos

 

El cuarto plano del Mundo Globalitario es el más llamativo. Es el mantenimiento de un «Nuevo Orden Mundial» sometido a los dictados de los Estados Unidos de América. Hiperhegemonía mun­dial en conformidad con el control de la información (más bien desinformación) mundial reali­zado por sus agencias, en conformidad con la hegemonía de sus productoras cinematográficas y canales de difusión de noticias, en conformidad con el volumen enorme de capital manejado por sus multinacionales y sociedades financieras, en conformidad con la tremenda superioridad mili­tar de sus fuerzas aéreas, terrestres, navales y estratégicas, y en conformidad con su papel his­tórico de guardián del «Mundo libre» frente a los peligros y amenazas (reales, exagerados o inventados) sobre ese mundo, y paladín de las «libertades» y los «derechos humanos».

6 comentarios

Laureano -

Han prohibido el burka en Cataluña,es un primer paso ahora lo que tienen que prohibir es que vengan mas moros,que ya hay bastantes.

Iñaki Gabilondo -

También ése habló de “dictadura de los mercados”...

Explicación -

Están bien las definiciones, las hacemos nuestras:
«Imperio del Sol Poniente»
«Caporales europoides»

Des-información... -

...generalizada a través de la (des-in)filtración segregada por los aparatos sistémicos liberal-capital-progresistas utilizando fuentes "anónimas" convenientemente atiborradas de datos autogenerados por la administración USA, en general obsoletos e irrelevantes, pero cuantitativamente críticos para amigos, enemigos, aliados, transeuntes y mediopensionistas diversos.
Lo llaman Wikileaks.
Yo le llamo ventilar la mierda, que en ausencia de la "épica-militar-imperial-democrática" marca bush, es lo único que le queda al Globilitarismo tan oportunista como desorientado.
LOs hechos hablan por sí mismos:
No han ganado en Irak.Siguen sin vencer en Afganistán. China les desborda y les desafia. Rusia les da cal y arena. Con Irán no pueden. Brasil avanza. No consiguen doblegar al eje bolivariano. India y las economías del sudeste asiático parecen inmunes a la crisis global capitalista financiera...etc. etc.
Pintan bastos para el imperio del sol poniente y sus caporales europoides.
¡ajo y agua!

Explicación -

El Proyecto Aurora se inició en la Jornada de Torredolones en Noviembre del 93.
Primero señalaba cual era el ENEMIGO: Contra quien hay que luchar. Cuestión capital, y es por donde hay que empezar, para saber ya quien es afín o puede serlo, y quien es directamente un esbirro del enemigo que viene a enredar y hacernos perder el tiempo.
Así pues, quien no aprecie que el enemigo sea el Estado-Mercado Mundial, que se borre.
El enemigo es "materia", pero también "espíritu" (o coartada pseudoespiritual). En Torrelodones se afirmó la ideología dominante es: la conjunción del INDIVIDUALISMO, el IGUALITARISMO y el UNIVERSALISMO MODERNO (aunque nosotros debemos precisar: "posmoderno", ya que la modernidad como tal ya es un escorial del pasado).

Una vez que tengamos claro esto, luego viene encontrar o redescubrir como ENFRENTARNOS al enemigo: en Torredolones se empezó a señalar que es LO QUE NO HAY QUE HACER:
- Ni cultivar viejas banderas o recrear fórmulas del pasado.
- Ni confiar el advenimiento de jefes providenciales ni condiciones objetivas (porque, al menos éstas, ya se dan de sobra)
- Ni practicar entrismos
- Ni lanzarse a la competencia electoral

ANTAGONISTAS -

El "despotismo de los mercados" no es sorpresa.
Hasta el bi-sindicalismo de clase-régimen operante en España lo ha denunciado (otra cosa es que pueda enfrentarlo)
Inquiero (dado que el dia-logo-debate extremo sea nuestro destino-infierno...) sobre alternativas "antagonistas" del Estado-Mercado Mundial (ufff, me viene a la calva el proyecto aurora, y un Esparza sin parche lepeniano-dayaniano en la jeta) más allá y más acá del (des)orden establecido (¿ensueño al Zurdo, ahora?) que campa por sus (ir)respetos...
Parlen, parlen, malditos...