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Vinciguerra: Reflexiones sobre el 11-S (II) "Ataque a Afganistán"

Vinciguerra: Reflexiones sobre el 11-S (II) "Ataque a Afganistán"
(9 de octubre 2001) Han atacado Afganistán el 7 de octubre. Por la noche, como siempre. Con bombarderos, protegidos de los escasos medios antiaéreos a disposición de los afganos gracias a las altas cotas a las que vuelan, y con misiles crucero. Han atacado desde el aire, con objeto de infligir esa muerte caída del cielo que fue prerrogativa de los Estados Unidos y que ha sido su monopolio hasta el 11 de setiembre, cuando un grupo de combatientes islámicos, carentes de bombarderos y de misiles estratégicos, secuestró cuatro aviones y transgredió el mito de la invulnerabilidad americana al precio de la vida propia y de la ajena.

Bombardean Kabul, llevan la muerte a Afganistán respaldados, se jacta George Bush junior, por "más de cuarenta países" a los que los medios de comunicación de masas se esfuerzan en presentar como la flor y nata del mundo, coagulada alrededor de la nación símbolo de la libertad y de la civilización.

Cada vez más identificado con su papel de "sheriff" del mundo George Bush, tras haber reclamado la captura de Osama Bin Laden "vivo o muerto", según la mejor tradición de los pistoleros tejanos, ahora proclama: "Si algún país ayuda a los forajidos y a los asesinos de los inocentes, se convierte en forajido y asesino. Pero –amenaza- recorrerá este camino aislado y por su cuenta y riesgo…."

El ayudante del "sheriff", el ministro de Defensa americano Rumsfeld ha confirmado a los periodistas que está previsto también el uso de artefactos nucleares por parte de la Casa Blanca en esta guerra contra pueblos prácticamente inermes. Por los demás, los Estados Unidos se han manchado ya por dos crímenes contra la humanidad en Hiroshima y Nagasaki. No es evidentemente el uso del arma nuclear algo que espante a América. De hecho, hasta 1949 los americanos estudiaron con interés el modo de atacar a la Unión Soviética precisamente por medio de una guerra atómica preventiva. El 10 de marzo de 1948, el Pentágono había presentado "a los jefes de Estado mayor el plan de ataque nuclear contra Rusia, denominado Broiler (parrilla)" que preveía el bombardeo de 24 ciudades rusas con el lanzamiento de 34 bombas atómicas. Y el 18 de agosto de 1948, el presidente Henry Truman "cursa la directiva secreta Nsc 20/1 denominada US objectives with respect to Russia que toma en consideración la obra de descomunistización que los americanos habrían debido ejecutar en Rusia tras la conclusión victoriosa del conflicto". Después, renunciaron a ello porque los bombarderos no eran tan fiables como para garantizar un bombardeo preciso y eficaz sobre un país como Rusia que en aquellos años poseía miles de cazas interceptores y la mejor artillería antiaérea del mundo.

Razones técnicas, por consiguiente, evitaron un holocausto nuclear en el cual debían perecer al menos 70 millones de rusos, según los planes y los cálculos efectuados por el Pentágono. Esta es América.

No hay telediario que no nos sugiera el riesgo de la guerra química, provocada por los "terroristas" obviamente. Pero la primacía corresponde como siempre a los Estados Unidos de América, en los años en los que otros "sheriffs" estaban empeñados en salvar el "mundo libre" de los pérfidos vietnamitas sobre los cuales arrojaron miles de toneladas de sustancias químicas con el pretexto de tener que destruir las hojas de los árboles a fin de que las selvas no ofrecieran más protección a los guerrilleros comunistas. Vietnam tuvo que pagar un precio humano elevadísimo para obtener su independencia que los Estados Unidos negaban en nombre de la defensa de la civilización occidental.

El mundo parece haberlo olvidado. Siempre en nombre de la defensa de la libertad y de la civilización, los Estados Unidos son la única nación del mundo que ha combatido todos los tipos de guerras posibles: la convencional, la atómica, la química, la "no-convencional", la "no-ortodoxa", la de "baja intensidad", la misma que, para entendernos, ha provocado en Italia las masacres de plaza Fontana, Brescia, Italicus, sólo por citar algunas, confiadas en su ejecución a las células operativas dependientes de los servicios secreto militares americanos y del Mossad israelí. Y después golpes de Estado, asesinatos de hombres políticos, escuelas de tortura. Estudiada a fondo, la historia de los Estados Unidos de América hasta la fecha, se podría resumir así: en realidad, el "sheriff" se asemeja al "forajido" y al "asesino" que a cada momento dice querer combatir y matar "por cualquier medio" en nombre de la libertad, de la democracia y de la civilización occidental. Y si esta es la verdadera identidad del "sheriff", ¿quiénes podrían ser sus "ayudantes" internacionales en este momento, en la guerra contra un pueblo inerme?

En primer lugar podríamos situar a Pakistán. Dirigido hoy por un gobierno militar, por lo tanto ilegítimo, producto de un golpe de Estado y no ciertamente de la expresión de la voluntad popular, Pakistán ocupa desde hace años un puesto destacado entre los países habitualmente dedicados a la violación de los derechos humanos. Corrupción al más alto nivel, gubernativo y estatal, mano durísima contra los ladronzuelos hambrientos, los que roban para comer. De Pakistán provienen las imágenes símbolo de la represión ejecutada mediante la fustigación pública, trasmitidas durante años por todas las televisiones y ahora oportunamente censuradas, no por aplicación de la ley islámica sino inspirándose en la legislación británica, reinstaurada en 1978. ¿Y las mujeres? Asesinadas por motivos de honor sin que un solo asesino haya sido condenado jamás, incluso se las hace desfilar desnudas por las calles cuando se las considera culpables de delitos sexuales antes de ser azotadas públicamente. En Afganistán, esto no ocurre, pero en el aliado del gran hermano americano es práctica común junto a la tortura, a la miseria, al hambre, problema que ningún gobierno ha intentado nunca afrontar seriamente aunque sea para reducirlo, si no para eliminarlo.

Otro campeón en la defensa de la libertad del mundo, al lado de los Estados Unidos, es Arabia Saudí. Nadie habla jamás de ella, porque miles de millones de dólares depositados por sus príncipes en los bancos occidentales tapan todas las bocas y hacen cerrar todos los ojos. Una perla: tras la decapitación, a menudo los cuerpos de los condenados son crucificados entre dos palos y las cabezas cortadas depositadas a sus pies, durante días, como admonición a los viandantes. Bagatelas para Bush, evidentemente, que de ejecuciones ostenta la primacía indiscutible, pero suficiente para esbozar dudas de que tampoco este socio sea realmente presentable sobre el palco escénico de la guerra, de la libertad y de la democracia.

¿Egipto? Corrupción, hambre y miseria son los símbolos de esta nación que se ha alineado contra sus hermanos musulmanes. El respeto a la dignidad de la persona humana puede corroborarse dentro de sus cárceles: 40/50 hombres, atados con una cadena a las paredes, completamente desnudos, orinando y defecando en un canalillo excavado en medio del habitáculo y limpiado al anochecer con cubos de agua. No impresiona a nadie: en los Estados Unidos, cuna del respeto a los derechos humanos, se ven cosas peores.

Libia, con su jefe Ghaddafi al frente, siempre en la lista de los "locos" sedientos de sangre, de los promotores del terrorismo, está hoy del lado de los americanos, los mismos que bombardearon en 1986 la residencia del dictador matándole un hijo de corta edad. Ghaddafi, sin embargo, sigue vivo. Y hoy está aliado a sus frustrados asesinos, en nombre del interés y del miedo personales.

Enorme es la alegría de periodistas, políticos y seudohistoriadores. La Rusia de Vladimir Putin, ex agente del KGB, presidente hoy de la segunda superpotencia mundial, se ha puesto al lado de George Bush en su guerra contra Afganistán. Las razones son evidentes: obtener a su vez el apoyo para las masacres ya programadas en Chechenia, donde desde hace años ocurren hechos alucinantes con el silencio cómplice de los Estados occidentales. Matar musulmanes es ya un deporte que toda nación cristiana se siente en el deber y en el derecho de practicar, en nombre de la defensa del interés colectivo, de las alianzas occidentales y, obvio, de la cristiandad. ¿No fue Catalina de Siena quien incitaba a los caballeros cristianos a matar "a los perros infieles"? A ella la hicieron santa. A Bush y a Puttin los han hecho beatos, especialmente si en las cuentas vaticanas continúan afluyendo dólares y euros. La Rusia de Putin, campeona hoy de los derechos humanos, de la libertad y de la democracia, está al lado de los Estados Unidos y de la OTAN con todos los merecimientos.

La Francia de Jacques Chirac, a su vez, tiene los papeles en regla para participar en la cruzada antiíslámica. Se ejercitó en abundancia en Argelia y en su mismo territorio metropolitano, como cuando sus policías no encontraron nada mejor que hacer que arrojar a los argelinos detenidos en el transcurso de una redada, al Sena (1). Además, Francia tiene el privilegio de haber sido la primera en regalar a Europa una organización terrorista, denominada OAS, que actuaba con el visto bueno y por cuenta de la OTAN y de los Estados Unidos, compuesta por oficiales y soldados del ejército francés alzados contra Charles De Gaulle. Fueron los hombres de la OAS los que se convirtieron en el brazo clandestino de los servicios secretos americanos y atlánticos, en los años sesenta, y los que dieron entrenamiento e instrucción a los que, en Italia, serían posteriormente los terroristas de Estado de Ordine Nuovo, Avanguardia Nazionale, etc. Nadie lanzó cruzadas contra los hombres de la OAS que fueron protegidos internacionalmente por los países adheridos a la OTAN y, finalmente, absueltos por una amnistía general. Habían cometidos atentados, asesinado a centenares de personas, pero lo habían hecho en nombre de la lucha contra "el comunismo internacional": no podían ser castigados y, de hecho, no lo han sido.

Exactamente como ha sucedido en otro país europeo que, en este momento, se distingue por su servil celo hacia los Estados Unidos: Italia. El país en el cual los terroristas de Estado han tenido siempre sus abogados defensores, sobre el plano judicial y político, dentro del Movimiento social italiano (MSI), hoy dentro de Alleanza Nazionale. Se puede afirmar sin temor a ser desmentidos, que los masacradores italianos, emanación encubierta de los servicios de seguridad americanos, israelíes e italianos, protagonistas de la "estabilización" del poder durante los años sesenta y setenta han encontrado siempre en la clase política, mediando distintos pretextos y variadas motivaciones, el dique contra el cual se ha estrellado la batalla por la verdad conducida, reconozcámoslo, por los muy escasos opositores auténticos del Estado. No podía esta clase dirigente, bien representada hoy por un hombre condenado por corrupción, más que ponerse del lado de una nación, la americana, que no ha dudado nunca en matar italianos, durante y después de la guerra, en nombre de la defensa de sus propios intereses. Desde Portella delle Ginestrea Bolonia, la presencia del Estado italiano y, a su espalda, del americano ha sido constante, y constantemente negada por los políticos que en Italia han hecho sólo la "política de América por América".

En cuanto a los aliados de los USA en América Latina, esos gobiernos y esos Estados mayores militares que se han formado en las escuelas americanas, les acompaña un reguero de sangre que nadie ha sido capaz de borrar de la historia y de la memoria. Solamente en Guatemala de 1960 a 1996, se han contado 42 mil víctimas de violaciones de los derechos humanos, luego están EL Salvador, Nicaragua, México, Bolivia, Chile, Argentina, Brasil. Miles y miles de muertos, decenas de millares de personas asesinadas siempre por el habitual e hipócrita motivo: la defensa de la civilización amenazada por el comunismo soviético.

¿Cómo se posicionan los líderes políticos americanos ante los horrores por ellos mismos queridos y producidos? Como lo hizo, ya lo recordé, Henry Kissinger, todavía hoy respetadísimo personaje de la escena política y financiera mundial, amigo del alma de Gianni Agnelli, consejero oculto de políticos italianos. A quién le hacía presente el drama de los desaparecidos en Chile, respondía con un gesto de fastidio: "Debilidades sentimentales". Tal es el epitafio que podremos escribir sobre la lápida de millones de hombres, mujeres, niños asesinados en todo el mundo, en cualquier país sobre el cual para su infortunio, se ha posado en el curso del tiempo el interés de los Estados Unidos de América…



(1)NdeR.- Se ha cumplido este año precisamente el cuadragésimo aniversario de esta sórdida matanza. Los medios de comunicación han obviado – por razones evidentes – cualquier referencia en profundidad a dicha efemérides. Respecto al uso sistemático de la tortura y del asesinato por las fuerzas militares francesas en Argelia, no ha sido hasta el pasado año cuando se ha tenido confirmación de parte de unos hechos que fueron ya de dominio público en su época: (El País, 27-11-00). Aún así, el Estado democrático francés sigue negándose a reconocer sus responsabilidades en las matanzas, torturas y asesinatos cometidos por sus fuerzas armadas y de seguridad.

(2)NdeR.- Se refiere al asesinato de varios sindicalistas a manos de los carabineros el 1 de mayo de 1947 en el pueblo de Portella della Ginestre. La matanza de la estación de Bolonia se cobró más de ochenta vidas y centenares de heridos el 2 de agosto de 1980.



2 comentarios

preguntón -

¿Y que? ¿Porque iban a combatir y arriesgar sus vidas los militares españoles? Serían idiotas si lo hicieran. Y un doberman subnormal es todavía más despreciable que una gallina cobarde.
Que vayan a arriesgar el pellejo las perreras mediáticas de la progresez y del nacional-catolicismo. A ver si con suerte los talibanes nos libran de tanto esbirro perruno.

zoldadito ezpañò -

Escándalo en el Ejército por un reportaje sobre Afganistán
Los soldados españoles rehuyen el combate. Cuando escuchan a los talibanes, huyen corriendo (“como los italianos”). La población local sospecha que las tropas españolas, a escondidas, llevan comida a los talibanes. España está derramando dinero a manos llenas para comprar la seguridad de nuestras tropas. Para colmo, los afganos acusan a los soldados españoles de amenazar sus costumbres religiosas.

Redacción Mundo - 12-09-09


Fotograma del documental "Españoles en la ratonera"

El reportaje se llama “Afganistán: españoles en la ratonera” y lo firman David Beriain y Sergio Caro. Cuatro lo emitió el viernes por la noche. En principio, su objetivo era acercarse a los talibanes, de los que ofrece imágenes exclusivas; incluidos los talibanes que tramaron el atentado contra tropas españolas. Pero su verdadero impacto reside en mostrar la incongruencia de la misión española. Su efecto en medios militares ha sido simplemente escandaloso.

“Los españoles, como los italianos, huyen corriendo cuando oyen a los talibanes”. Lo dice un afgano en este programa. Es sólo uno de los innumerables testimonios que ponen en solfa la misión española en Afganistán. Huyendo de los escenarios más arriesgados, los españoles se han replegado a una base alejada de la población. Tan evidente es la inhibición de las tropas españolas que la población local, según este reportaje, ha empezado a alimentar una sospecha: que los españoles envían comida en secreto a los propios talibanes para comprar su propia seguridad.


“Esto es una guerra”, clamaba ante las cámaras de TV un coronel norteamericano, que se lamentaba de que no todos los aliados hayan entendido su misión. Entre esos que no lo han entendido figuran, evidentemente, los españoles. “¿Los talibanes son nuestros enemigos?”, preguntaba el reportero a un teniente español. “No”, contestaba éste con ademán seguro. “Pero los afganos sí están en guerra con los talibanes”, apuraba el reportero. “Eh… bueno, sí”, concedía el teniente, dubitativo. “Combatir ofensivamente no es nuestro trabajo”, asegura un coronel español en la zona. La pregunta que el espectador se hacía era evidente: entonces, ¿qué hacemos exactamente allí?


A juzgar por el reportaje de Beriain y Caro, lo que hacemos allí los españoles es derramar grandes cantidades de dinero entre la población y dar trabajo a los lugareños. Pero incluso esto ha empezado a crear problemas, porque los españoles contratan a mujeres afganas, lo cual ha levantado ampollas entre los varones locales: que las mujeres trabajen para otro es algo que contradice fuertemente sus costumbres.


Medios militares consultados por cope.es han asegurado que este reportaje se limita a reflejar exactamente la realidad: las tropas españolas tendrían instrucciones de rehuir cualquier combate, para evitar bajas, pero eso no nos libra del riesgo. El intento gubernamental de convertir aquello en una operación exclusivamente humanitaria choca con la realidad: por mucho dinero que gastemos en cooperación, lo de Afganistán no deja de ser una guerra y nuestras tropas no dejan de ser soldados.


Hay que hacer notar que la emisión de este reportaje, fuertemente crítico con la política del Gobierno español en Afganistán, coincide con un momento de máxima tensión entre el ejecutivo socialista y el conglomerado mediático de Sogecable-Prisa (propietario de Cuatro), que acusa a Zapatero de favorecer al grupo de Mediapro-La Sexta, grupo este último con el cual mantiene relaciones personales y laborales el esposo de la ministra de Defensa.