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Ramiro Ledesma Ramos: "La violencia política y las insurrecciones"

Ramiro Ledesma Ramos: "La violencia política y las insurrecciones"

 

 

Desde hace diez años ha cambiado radicalmente la órbita moral en que se debaten las decisiones políticas últimas. A no ser en aquellos países idílicos que precisamente ahora han conseguido el hallazgo de las libertades, las transigencias y las tolerancias y viven así fuera de todo peligro de choques violentos, de peleas facciosas y de sangre en la calle -¿lo decimos de este modo, españoles?-, en los demás, en todos los demás, se entra en el período de las jornadas duras o se sale de ellas, quizá con la cabeza rota, pero con los problemas resueltos y la vida de la Patria conquistada y ganada a pulso en las refriegas.

Vivimos hoy bajo la franca aceptación y justificación de la violencia política. Así, pues, en nuestra época, en estos años mismos, la violencia ha adoptado formas en absoluto diferentes de las que regían, por ejemplo, en Europa hace cuarenta años. Eran entonces focos de terrorismo, partidas poco numerosas de actuación secreta y turbia que escandalizaban la circulación pacífica de las gentes con sus intervenciones y no contaban con la adhesión, ni menos con la colaboración activa, de los sectores sociales afines, como los nihilistas rusos, que durante diez años, de 1875 a 1885, consiguieron la intranquilidad permanente del imperio zarista; y de otro lado, los grupos de acción de los Sindicatos libres frente al anarco-sindicalismo revolucionario, muy pocas docenas, que durante los años 1920-1923 fueron en España la única violencia directa, extraoficial, que existió frente a la violencia de los grupos rojos.

La pugna fascismo-comunismo, que es hoy la única realidad mundial, ha desplazado ese tipo de violencia terrorista, de caza callejera a cargo de grupos reducidos heroicos, para presentar ese otro estilo que hoy predomina: el choque de masas, por lo menos de grupos numerosos que interpretan y consiguen la intervención activa, militante y pública de las gentes, extrayéndolas de su vivir pacífico y lanzándolas a una vida noble de riesgo, de sacrificio y de violencia.

El fenómeno es notorio y claro: a los grupos secretos, reducidos y anormales, los sustituyen ahora las milicias, que ostentan pública y orgullosamente ese carácter, que visten uniforme, adquieren capacidad militar propia de ejércitos regulares y, lo que es fundamental, son, viven y respiran en un partido, encuentran justificación en una doctrina política, se sienten ligadas a la emoción pura y gigantesca de los jefes.

De ese modo, lo primero de que tienen conciencia quienes forman en esas milicias, es que su esfuerzo es un esfuerzo moral, encaminado a triunfos y victorias de índole superior, sin cuyo logro su vida misma carece de plenitud y de centro. Es ahí donde radica el origen moral de la violencia, su carácter liberador, creador y lo que le presta ese ímpetu con que aparece en los recodos más fecundos de la Historia.

La violencia política se nutre de las reacciones más sinceras y puras de las masas. No caben en ella frivolidades ni artificios. Su carácter mismo extraindividual, trascendente, en pos de mitos y metas en absoluto ajenos en el fondo a las apetencias peculiares del combatiente, la eximen de sedimentos bárbaros de que, por otra parte, está siempre influida la violencia no política o ésta misma, cuando se recluye en la acción individual, enfermiza y salvaje.

Por los años mismos en que actuaban aquí contra la acción terrorista del anarco-sindicalismo los grupos igualmente terroristas de los libres, se creó, desarrolló y triunfó en Italia el movimiento fascista, primera aparición magna y formidable de la violencia con un sentido moral, nacional y creador. Aquí, entonces la cobardía del ambiente, la incapacidad para la acción directa de los núcleos jóvenes y la ausencia de una profunda adhesión a los valores superiores, a la Patria, impidieron que brotase a la luz del día un movimiento político violento que tomase sobre sí la tarea de combatir con las armas los gérmenes anárquicos, aplastando a la vez la arquitectura de aquel Estado tembloroso e inservible. En vez de eso, surgieron los grupos contrarrevolucionarios, profesionales, con idéntica táctica terrorista que la del enemigo, y que constituyen uno de los más tristes e infecundos episodios de la historia social reciente. Se inhabilitaron en unas jornadas sin gloria y sin brío hombres que con otra orientación hubieran estado a la altura de los mejores, y que así, hundidos en el drama diario de la lucha en las esquinas, están clasificados con injusticia. Si insistimos en la crítica de estos hechos es porque debido a que surgieron en la época misma que el fascismo italiano, que derivo con fecundidad a la lucha de masas y el triunfo político, se advierta la diferencia y el inmenso error que todo aquello supuso para España. ¿Podrá repetirse la absurda experiencia?

La violencia política nutre la atmósfera de las revoluciones, y desde luego, es la garantía del cumplimiento cabal de éstas. Así el fascismo, en su entraña más profunda y verdadera, se forjó a base de arrebatar a las fuerzas revolucionarias típicas el coraje y la bandera de la revolución. Las escuadras fascistas desarrollaban más violencia y más ímpetu revolucionario en su actividad que las formaciones marxistas de combate. Esa fue su victoria, el dominio moral sobre las masas enemigas, que después de un choque se pasaban con frecuencia, en grupo numeroso, a los camisas negras, como gentes de más densidad, más razón y más valentía que ellos.

Hoy sólo tienen capacidad de violencia o, lo que es lo mismo, capacidad revolucionaria, afán de coacciones máximas sobre las ideas y los grupos enemigos, las tendencias fascistas -nacionales- o las bolcheviques -antinacionales y bárbaras-. A todas las demás les falta seguridad en sí mismas, ímpetu vital, pulso firme y temple.

Es evidente que la violencia política va ligada al concepto de acción directa. Unas organizaciones, unas gentes, sustituyen por sí la intervención del Estado y realizan la protección y defensa armada de valores superiores que la cobardía, debilidad o traición de aquél deja a la intemperie. Ello ha de acontecer siempre en períodos de crisis, en que se gastan, enmohecen y debilitan las instituciones, a la vez que aparecen en circulación fuerzas e ideas ante las cuales aquéllas se sienten desorientadas e inermes. Es el caso del Estado liberal, asistiendo a la pelea entre fascistas y comunistas en los países donde esta pugna alcance cierta dosis.

España ha penetrado ya en el área de la violencia política. Situación semejante podía ser o no grata, y, desde luego, no desprovista de minutos angustiosos; pero está ahí, independiente de nuestra voluntad, y por lo menos ofreciéndonos la coyuntura propicia para resolver de una vez el problema de España, el problema de la Patria. De aquí, de la situación presente, sólo hay salida a dos realidades, sólo son posibles dos rutas: la ciénaga o la cima, la anarquía o el imperio, según escribía en el anterior numero un camarada «jonsista».

Bien está, pues, enarbolar ante la juventud nacional el grito de la ocasión que se acerca. Elevar su temperatura y llevarla al sacrificio por España. Pero no sin resolver las cuestiones previas, no sin dotarla de una doctrina segura y de una técnica insurreccional, moderna e implacable. Es nuestra tarea, la tarea de las JONS, que evitará las jornadas de fracaso, arrebatando a la gente vieja el derecho a señalar los objetivos políticos y a precisar la intensidad, el empuje y la estrategia de la insurrección.

No utiliza la violencia quien quiere, sino quien puede. Desde hace diez años asistimos a experiencias mundiales que ofrecen ya como un cuerpo de verdades probadas sobre algunos puntos muy directamente relacionados con el éxito o el fracaso de las insurrecciones, cualesquiera que ellas sean.

La insurrección o el golpe de Estado -les diferencia y distingue la táctica, pero se proponen la misma cosa y por muy similares medios- son el final de un proceso de violencias, de hostilidades, en que un partido político ha probado sus efectivos, su capacidad revolucionaria, disponiéndolos entonces hacia el objetivo máximo: la conquista del Estado, la lucha por el Poder. Día a día ese partido ha educado a sus grupos en una atmósfera de combate, valorando ante ellos sólo lo que estuviese en relación con los propósitos insurreccionales del partido.

Para ser breves indicaremos de un modo escueto algunas observaciones que deben tenerse en cuenta en todo plan de insurrección o golpe de Estado que hoy se organice en cualquier lugar del globo.

1. La insurrección ha de ser dirigida y realizada por un partido. En torno a sus cuadros dirigentes y a sus consignas han de congregarse los elementos afines que ayuden de una manera transitoria la insurrección. El partido que aspire a la conquista del Poder por vía insurreccional tiene que disponer de equipos armados en número suficiente para garantizar en todo minuto el control de las jornadas violentas en que intervengan fuerzas afines, que deben ser incorporadas, siempre que sea posible, a los propios mandos del partido. Y esto, no se olvide, incluso tratándose de fuerzas militares, en el caso de que se consiga la colaboración de parte del ejército regular.

2. Es imprescindible una educación insurreccional, una formación política. Carecen por lo común de toda eficacia las agrupaciones improvisadas que surgen a la sombra de ciertos poderes tradicionales, en horas de peligro, sin cuidarse de controlar y vigilar su capacidad real para la violencia. Aludimos a los grupos sin disciplina política, que se forman un poco coaccionados por sentimientos y compromisos ajenos a la tarea insurreccional, en la que toman parte sin conciencia exacta de lo que ello supone. Ahí está reciente el ejemplo de aquella famosa «Unión de los verdaderos rusos», por otro nombre las «Centenas negras», que formó en Rusia el arzobispo de Volhinia, Antonio, con todo aparato de liga numerosa, dispuesta para la lucha contra la ola bolchevique, pero de la que a la hora de la verdad no se conoció ni un solo paso firme. Sólo la acción en una disciplina de partido con objetivos concretos y desenvoltura política alcanza y consigue formar grupos eficaces para la insurrección.

3. Los equipos insurreccionales necesitan una movilización frecuente. Es funesta la colaboración de gentes incapaces de participar en las pruebas o ensayos previos, en la auténtica educación insurreccional que se necesita. Todos esos individuos que suelen ofrecerse «para el día y el momento decisivo» carecen con frecuencia de valor insurreccional y deben desecharse. Asimismo, las organizaciones no probadas, hechas y constituidas por ficheros, sin que sus miembros tengan una demostración activa de su existencia en ellas, sirven también de muy poco. Está comprobado que es fiel a los compromisos que emanan de estar en un fichero un cinco por ciento, cuando más, del total de esas organizaciones. Además el rendimiento suele ser casi nulo. El peso y el éxito de la insurrección dependen de los equipos activos que proceden de las formaciones militarizadas del partido. Con su práctica, su disciplina y la cohesión de sus unidades, estos grupos o escuadras logran a veces, con buena dirección y gran audacia, formidables éxitos. Deben formarse de muy pocos elementos -diez hombres, veinte cuando más-, enlazados, naturalmente, entre sí; pero con los objetivos distintos que sea razonable encomendar a cada uno de ellos. Estas pequeñas unidades son además militarmente las más oportunas para la acción de calles, teatro corriente del tipo de luchas a que nos referimos, y son preferibles por mil razones técnicas, fáciles de comprender, a las grandes unidades, que se desorientan fácilmente en la ciudad, perdiendo eficacia, y por ello mismo en riesgo permanente de derrota.

4. El golpe de mano y la sorpresa, elementos primeros de la insurrección. No hay que olvidar que la insurrección o el golpe de Estado supone romper con la legalidad vigente, que suele disponer de un aparato armado poderoso. Es decir, ello equivale a la conquista del Estado, a su previa derrota. El propósito es por completo diferente a la hostilidad o violencia que pueda desplegarse contra otros partidos u organizaciones al margen del Estado. Todo Estado, aun en su fase de máxima descomposición, dispone de fuerzas armadas muy potentes que, desde luego, en caso de triunfo de la insurrección, conservan su puesto en el nuevo régimen. Estas fuerzas ante un golpe de Estado de carácter «nacional», es decir, no marxista, pueden muy fácilmente aceptar una intervención tímida, algo que equivalga a la neutralidad, y para ello los dirigentes de la insurrección han de cuidar como fundamental el logro de los primeros éxitos, aun cuando sean pequeños, que favorezcan aquella actitud expectante. En la lucha contra el Estado es vital paralizar su aparato coactivo, conseguir su neutralidad. Esto puede lograrse conquistando la insurrección éxitos inmediatos, y siendo de algún modo ella misma garantía y colaboradora del orden publico. Sin la sorpresa, el Estado, a muy poca fortaleza de ánimo que conserven sus dirigentes, logra utilizar en la medida necesaria su aparato represivo, y la insurrección corre grave riesgo.

5. Los objetivos de la insurrección deben ser populares, conocidos por la masa nacional. Las circunstancias que favorecen y hacen incluso posible una insurrección obedecen siempre a causas políticas, que tienen su origen en el juicio desfavorable del pueblo sobre la actuación del régimen. La agitación política -que, insistimos, sólo un partido, las consignas de un partido, puede llevar a cabo- es un antecedente imprescindible. Las jornadas insurreccionales requieren una temperatura alta en el ánimo público, una atmósfera de gran excitación en torno a la suerte nacional, para que nadie se extrañe de que un partido se decida a dirimirla por la violencia. A los diez minutos de producirse y conocerse la insurrección, el pueblo debe tener una idea clara y concreta de su carácter.

6. El partido insurreccional ha de ser totalitario. Naturalmente, al referirnos y hablar en estas notas de «partido» dirigente y organizador de la insurrección, no aludimos siquiera a la posibilidad de que se trate de un partido democrático-parlamentario, fracción angosta de la vida nacional, sin capacidad de amplitud ni de representar él solo durante dos minutos el existir de la Patria. El partido insurreccional será, sí, un partido; es decir, una disciplina política, pero contra los partidos. Requiere y necesita un carácter totalitario para que su actitud de violencia aparezca lícita y moral. Es exactamente, repetimos, un partido contra los partidos, contra los grupos que deshacen, desconocen o niegan la unanimidad de los valores nacionales supremos. Ese aspecto del partido insurreccional de fundirse con el Estado y representar él solo la voluntad de la Patria, incluso creando esa voluntad misma, es lo que proporciona a sus escuadras éxitos insurreccionales, y a su régimen de gobierno, duración, permanencia y gloria.

Estas notas analizan la insurrección política como si fuera y constituyese una ciencia. Nos hemos referido a la insurrección en general, sin alusión ni referencia cercana a país alguno; son verdades y certidumbres que pueden y deben ya presentarse con objetividad, como verdades y certidumbres científicas. Es decir, su desconocimiento supone sin más el fracaso de la insurrección, a no ser que se trate de situaciones efímeras, sin trascendencia histórica, y se realicen en países sin responsabilidad ni significación en la marcha del mundo.

* Ramiro escribió este artículo bajo el pseudónimo de «Roberto Lanzas», que utiliza para analizar fenómenos políticos y sociales de índole mundial.

(«JONS», n. 3, Agosto 1933)

 
 

20 comentarios

Recordatorio -

"El tipo humano que hoy impera es aquel que denunciaba Ramiro: pequeño burgues quejoso, gimoteante, acreedor de todos los derechos y deudor de ninguna obligacion con la comunidad.
Esta actitud ha sido exacerbada durante décadas de consumismo alienante, de individualismo egoista hasta el paroxismo... y de pacifismo de salón..."
Esto es lo que vemos
y contra esto estamos. Hace falta que otros nos digan que carajo ven y se pronuncien si están conformes con lo que ven.

Lolo -

Siento haberme perdido la última junta. Ya me pondré al día en la próxima. Un saludo.

Antagonistas para Luciano -

Pero QUE NO PASA NÁ... estate tranquilo.
En realidad, nadie se "molesta". Ocurre que el personal mayoritariamente hablando se "cansa".
Y SE CANSA YA MUY MUCHO...
.........Especialmente
de llevaros tanta "ventaja" en todos los órdenes de la existencia humana y semi-humana en general...
Y no es prepotencia.
Sólo CONCIENCIA. Sólo DEBER.
Por los demás, sobrados estáis todos de partidillos-tout-court-ad-hoc-pret-â-porter, etc. para saciar comidillas políticas y establecer vínculos corporativos.
La Realidad, y con ella la Verdad, es compleja, y mucho. Las "cosas", al contrario, son como muy SENCILLAS.
Así que, en el mundo de las cosas en sí y de las cosas que pasan -como el rio que nos lleva y el horizonte que no llega- basta "luz y taquígrafos". Nada más.
Nosotros -ni aquí ni en Resistencia- nunca hemos pedido a NADIE que piense como nosotros: sino simplemente que piensen, que p-i-e-n-s-e-n; y que actuén por tanto en consecuencia.
¿Es tan díficil?
Creemos que no.
Y creed, también y sobre todo, QUE NOSOTROS SOMOS DE "MANTENELLA Y NO ENMANDALLA"....

ganancia de cuatro grandes compañías -

"Cuatro grandes compañías cotizadas en el Ibex -Santander, Telefónica, Endesa y BBVA- durante el primer trimestre del año obtuvieron un beneficio superior a todo el ahorro previsto para este año con el ajuste anunciado por el Gobierno español, que recortará pensiones, salarios de empleados públicos y gastos sociales."

Luciano Crivelli -

Sólo quería matizar que Covisa ya había utilizado el término Izquierda Nacional.No se sintió abandonado por su gente ,sino que el consideraba, a las fuerzas nacionales a su izquierda.Nada más .Que nadie se moleste,por mis comentarios .Era sólo una pequeña aclaración Gracias a todos.

Lieberman se pone caritativo -

"El ministro israelí de Asuntos Exterires, Avigdor Lieberman, cree que su país ha hecho "incontables gestos" de buena voluntad hacia los palestinos que, sin embargo, han sido respondidos con "bofetadas" "...

Prometeos -

Tengo una gran admiración y estima a Ramiro Ledesma Ramos,desde los años que militaba en Alternativa Europea,creo que las líneas de su pensamiento a pesar de no ser tan conocido fuera de los ambientes revolucionarios,tanto cómo Jose Antonio,calaron en la juventud de su momento,aquella dolorosa(para los cientos de fascistas asesinados y sus familias y seres queridos y a la vez fascinante experiencia(en aquellos países que llegaron a gobernar cómo en Italia)que transmitieron a sus descendientes.Quisiera desde la lejanía hacer que ojalá las nuevas generaciones se despierten del letargo del sueño profundo en el que las tienen atontadas el sionismo internacional y esgriman otra vez sus ideales altruistas.
Saludos cordiales.
Alejandro Martínez Veiga

Lolo -

También llaman a la Patria los "liberal-conservadores" y no por ello vamos a renegar del patriotismo crítico que defendemos.

También se autodenominan socialistas los "liberal-progresistas" y no por ello vamos a abandonar nuestra idea central de socialismo.

Nuestro antagonismo creativo está por encima de la apropiación indebida de cierta terminología cuyo uso correcto nos pertenece.
No llamarnos "izquierda-nacional" por este motivo sería de necios.

Son dos los ejes de nuestra idea. Uno es el antagonismo creativo, otro el patriotismo crítico, y en su centro (el "anticentro") el socialismo. Esta es la izquierda-nacional, esto es Antagonistas.

LA-IN -

La argumentación es un tanto especiosa.
Es como si la Iglesia católica dejara de celebrar la festividad de CristoRey porque Don Mariano bautizó a su "guerrila" con ese título.
Es como el dicho aquel de los "cojones del Alcalde" y "el comer trigo"....
No. No cuela.

Vírico -

¡Pero hombre! Que el patrón de los Guerrilleros de Cristo Rey se llamara así mismo Izquierda Nacional por el cabreo enorme que llegó a sentir ante el abandono de sus queridos "camaradas" de la "derecha nacional" de toda la vida, no fue otra cosa que un arrebato ocasional, por despecho, una anécdota que no podía ser elevada a categoría, y -más importante aquí y ahora- algo que nadie, nadie -excepto algún buscador muy especial de hemeroteca- se acuerda hoy.
Antagonista acaba de explicar las dos razones. Entiéndanse y aplíquense el cuento:
Izquierda nacional por una razón histórica, ya que, en España, sólo cierta "izquierda" -que no sido oficial ni dominante- ha tenido un mínimo de sensibilidad popular -es decir, nacional, porque la nación es el conjunto de los pueblos REALES que viven, se afanan y se desenvuelven en España, y no esas "naciones míticas" extraídas en laboratorios o reescritas en enciclopedias, según gustos o clasificaciones excluyentes de lenguas, estirpes, confesiones, costumbres o memorias histéricas- y ha poseído un atisbo de SENTIDO DE ESTADO que en las "derechas" no ha existido hasta hace poco y que, cada dos por tres, vuelven a olvidarse.
Izquierda nacional por una razón práctica, atendiendo al lenguaje convencional, relativo y cambiante que usan el común de los mortales españoles. Sí, ya sabemos el origen dieciochesco y gabacho de los términos derechas e izquierdas. Vale, fueron extrajeros hace dos siglos. Y el latín lo fue hace dos milenios, y no por eso nos ponemos a hablar en eusquera. Ni imaginamos renegar de la tecnología porque su origen sea sumerio, chino, árabe o germánico-británico.
Nuestra obligación es "CONOCER, DOMINAR E REVERTIR en beneficio de nuestra IDEOLOGIA COLECTIVA, de NUESTRA PRAXIS SOCIAL y de NUESTRA TEORIA DEL MUNDO" las herramientas de hoy, entre ellas el lenguaje.

AL -

¿Y?
Mariano Sánchez Covisa representaba el franquismo reaccionario puro y duro,amén de colaborar con determinados "servicios".
Aquel partido que fundó(Nueva Izquierda Nacional) no pasó de ser un bluff.

LucianoCrivelli -

Sólo un pequeño matiz.Os habeis definido como Izquierda Nacional.Os quiero recordar que Mariano Sanchez Covisa (lider de los guerrilleros de Cristo Rey)en su día se definió como miembro de Iquierda Nacional,porque pensaba que la derecha le había abandonado.Podeis consultar en hemerotecas

base antagonista -

Próxima Junta Antagonista domingo 16.

base_antagonista@hotmail.com

y ...Antagonistas (de nuevo) -

Perdonad que aparezca de nuevo, pero como estoy momentaneamente en el "paro" pues que tengo más tiempo para enredar.
"Lineantagonista" es un Tendencia POLÍTICA de base. Indiferentes somos a las "ideologías" particulares de cada cual.
Pero, atentos.
"Linea Antagonista" es también -como "Resistencia"- una corriente histórica de "Izquierda nacional", de donde "LA-IN".
Sí; porque en España, históricamente hablando, solo la "izquierda" -o sólo cierta "izquierda":;ojo: no "política" sino ideológica e históricamente hablando- ha tenido un mínimo de sensibilidad popular (ergo, nacional) e incluso, un atisbo de SENTIDO DE ESTADO que en las "derechas" (muchas y muy malas) no ha existido hasta hace cuatro o cinco días.....
Bien es cierto que hablamos en términos de "topografia" convencional, relativa y cambiante. Términos que se traducen mediante la "lengua franca" del sistema social y de valores de los dos últimos siglos. Lengua extrajera para nosotros. Pero que NOSOTROS como revolucionarios DEBEMOS CONOCER, DOMINAR E REVERTIR en beneficio de nuestra IDEOLOGIA COLECTIVA, DE NUESTRA PRAXIS SOCIAL Y DE NUESTRA TEORIA DEL MUNDO.
Pero empecemos por donde "existen" al menos FACTORES OBJETIVOS DE TRANSFORMACIÓN DE LA REALIDAD PÚBLICA, COHERENCIA POLÍTICA Y COMPROMISO DE CAMBIO INDIVIDUAL Y COMUNITARIO, ética, cívica y humanamente hablando.

Antagonistas para Montaraz -

Perdona pero es que apenas veo esa cuenta.
Ahora te contesto.
Saludos.

Antagonistas -

"Siempre duro" es otra sub-especie de "cansinismo" neofascista: el "machaca" virtual, el "friki-bateador", el "mazinger-Facha", el "squadrista sin escuadra", el "Warrior-hurguillas".
Ni puto caso.
Así que empezaremos a bannearlo y, por favor, pasar de él como de comer mierda.
Advertido estás "duro": aquí sobras.
¡Puerta!

AL -

COMPAÑERO MONTARAZ:

He contestado a alguien que habla de apalear rojos, y por lo tanto hay que entender el contexto.
Hay que intentar ganarse a todo el pueblo,vote lo que vote.
Aqui vamos de un extremo a otro:no somos ni de izquierdas ni de derechas,ni de izquierdas,ni de izquierdas...
Y ahora,no somos ni de derechas ni de izquierdas,ni de derechas,ni de derechas,ni de derechas...
A Noi!

montaraz -

¿Sólo hay que ganarse a los izquierdistas? ¿A los derechistas no hay que ganárselos? Yo creo que hay que ganarse a ambos. Si la lucha se plantea para captar izquierdistas, da la impresión de que no se quiere perjudicar a la derecha.

Por cierto, administrador, ¿te llegó mi mensaje? Contéstame, porfa, aunque sólo sea para mandarme a la mierda.

AL -

PARA EL SIEMPRE DURO:

¡Compadre!,sigue tu marcha en la web de amigos de Fuerza Nueva o similares.
Allí te comprenderán y serás escuchado.
Aqui somos la Izquierda Nacional y nuestra misión es ganarnos a todos los izquierdistas que podamos para la causa socialista nacional-popular,no abrirles la cabeza.
Vente chaval duro y afíliate a Alianza Nacional o a La Falange.
Tambien podéis reconstruir el Frente ese que tanto añoráis y acabar todos en el talego por robar a viejecitas y farmacias.
Agur!

AL -

Excelente artículo.
Habría que cambiar lo de "fascista-comunista" por "antagonista-capitalista" y sería de plena actualidad.
Para formar escuadras hacen falta personas y personos,hembras y hembros,con valor y ganas de participar en la lucha,y actualmente(será por las hormonas de los pollos o yo que sé),hay mucha palabrería pero pocas ganas de comprometerse.
Aún así seguiremos hasta el final.
Ya no hay marcha atrás.
¡Salud!