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SOBRE EL HECHO RELIGIOSO

SOBRE EL HECHO RELIGIOSO

Declaración del Círculo Orientaciones

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PRIMER PUNTO: el respeto por el hecho religioso, y su acep­tación como elemento funda­mental y legí­timo de la vida de muchos europeos, así como de la propia rea­lidad histó­rica de Europa, es indis­cutible e in­nego­ciable.

DENUNCIAMOS las recurrentes histerias antirreli­giosas como lo que son: expre­sio­nes vulgares de un viejo conocido anti­nacional, el obsesivo y com­pul­sivo secta­ris­mo laicista, foto­copia in­ver­tida del inte­grismo reli­gioso, de cuño posi­ti­vista, que sólo sirve para des­viar la atención de los problemas reales, generar más divi­sio­nes en una sociedad ato­mi­zada, y reforzar la «religión» domi­nante: la del mercado.

 

SEGUNDO PUNTO: quienes apostamos por un Estado laico no debemos posicionar­nos ante ninguna religión concreta, ni a favor ni en contra. El propósito de un Esta­do laico es inte­grar tanto a creyentes como a no creyentes en un proyecto suges­tivo de vida en común, no dividir al pueblo ni excluir una parte del mismo por pro­fesar o no una religión, como pretenden los sectarios, confesio­nales o antirreli­gio­sos. En todo caso, nuestro deber es tomar posición ante las posturas políticas y éticas de los re­pre­sen­tantes de con­gre­ga­ciones reli­giosas, distin­guiendo clara­mente la religión que dicen re­pre­sentar con las posi­ciones parti­cula­res que toman ellos.

 

DENUNCIAMOS las manifestaciones de rechazo o deber de some­timiento a una vía reli­giosa como lo que son: ganas de reabrir re­accio­narias con­fron­ta­ciones, perse­cuciones o guerras reli­giosas en tierras europeas o fuera de ellas, que sólo sirven para fo­mentar la Guerra Social en el seno de cada pueblo y entre los pueblos, re­forzar la faceta represiva y alienante del sistema, y, de paso, ayudar a ocultar los motivos reales de las agre­siones im­pe­rialistas del capi­ta­lismo de guerra.

 

 

TERCER PUNTO: nadie que levante la bandera contra la injus­ticia, la de­gra­dación acele­rada en las sociedades occi­den­tales, la de­mencia capita­lista y el impe­ria­lismo anglo­ame­ricano-sio­nista, puede sostenerla si desle­­gitima los movi­­mientos y esta­dos que resisten las presiones de esa degradación pro­movida en Occi­dente y las embestidas de ese impe­rialismo criminal. No se puede estar contra el criminal-im­pe­rialismo y, a la vez, descalificar a quienes luchan contra él con excusas como no coincidir con sus cosmo­visio­nes, filo­sofías o creen­cias reli­giosas.

DENUNCIAMOS a los que apoyan el desarme de las resis­tencias comu­nitarias más sólidas a la de­gra­dación hedonista individualista, y a los que desle­gitiman global­mente las luchas reales contra el crimi­nal-impe­ria­lismo, como lo que son: consa­bidas vías de co­la­bora­cio­nismo de la ex­trema derecha y la ex­trema izquierda que aparentan ser «anti­sistemas» mientras se dedican, como siempre, a servir como exal­tados perros guar­dianes del sistema, realizando el trabajo sucio que requiere el hege­mo­nismo capital-im­pe­rialista para completar la con­versión de los pueblos en rebaños sumisos ante los «Amos del mundo».

 

LA HUELGA GENERAL

LA HUELGA GENERAL

Fuente: El Emboscado

Las huelgas generales, originalmente, han formado parte de las concepciones catastróficas del pensamiento obrero, no habiendo sido su objetivo principal la consecución de determinadas concesiones, reformas parciales y ventajas materiales inmediatas fruto del paro en la producción, sino la entera y radical transformación del conjunto del sistema, iniciando así un proceso revolucionario que supusiese, en definitiva, la emancipación de los trabajadores y la instauración de una nueva humanidad.

La huelga constituye una acción de resistencia organizada con la que se consolida la escisión de la sociedad en clases, a la vez que se manifiesta el carácter antagónico de sus luchas. La huelga, por así decirlo, pone de relieve y agudiza las oposiciones en la sociedad favoreciendo la agrupación de las partes contendientes, marcando una clara línea divisoria en torno a la que se alinean los bandos enfrentados.

Como forma de lucha económica, se ha enmarcado en una perspectiva global por la que su sentido y razón de ser ha sido la creación de una alternativa al capitalismo que, dentro del movimiento obrero, se ha identificado con el mito de la sociedad socialista. De esta manera, las conquistas parciales siempre reciben un sentido revolucionario al inscribirse en un proyecto mayor y de carácter general para la sustitución del sistema.

Por todo esto, la huelga general ha tenido dentro del pensamiento revolucionario un carácter eminentemente político, pues su fin último es propiciar el cambio del régimen y la transformación del poder. Así, tal y como lo expresaron pensadores de la talla de Georges Sorel o Hubert Lagardelle y Eduard Berth, la huelga constituye un instrumento de la clase obrera por el que son los propios trabajadores, sin intermediarios de ningún tipo, quienes, a través de su esfuerzo, logran instaurar su propio modelo de sociedad emancipándose de las viejas estructuras económicas.

La huelga constituye la máxima expresión de la lucha de clases en la sociedad, pues es donde la clase obrera afirma su existencia y toma conciencia de sí misma y de sus propios intereses. Se ahonda la división interna de la sociedad al mismo tiempo que se agudiza su naturaleza antagónica. Se desenvuelve en el ámbito económico, pero con vistas a que sus consecuencias lejanas se manifiesten en relación con la revolución social futura.

Frente a aquellas posiciones reformistas que pretenden asegurar la paz social apaciguando los conflictos, la huelga marca la escisión de las clases, ya que hace uso de la violencia como instrumento para la destrucción del orden social vigente, y de esta manera posibilitar la conquista de derechos y la eclosión de un nuevo orden.

Se diferencian dos términos que, a modo de cómo lo clarificó Georges Sorel, se identifican respectivamente con la violencia y la fuerza. Mientras la fuerza es empleada por el Estado y su clase dominante, teniendo por finalidad imponer la organización de un determinado orden social en el que una minoría gobierna por y para sí misma, la violencia tiende a la destrucción de ese orden y se identifica como forma de lucha para la instauración de un nuevo sistema.

El peligro de las huelgas estriba en la ausencia de una visión global, lo cual conduce al reformismo y al tradeunionismo, deteniéndose la clase trabajadora a recoger los frutos inmediatos de sus luchas, evitando de este modo que se produzca un movimiento revolucionario que conlleve la transformación irreversible de la sociedad. La huelga deviene en un instrumento de presión para obtener mejoras materiales y soluciones parciales. Por esta razón cobra una importancia capital el mito, en la medida en que desarrolla una aplicación escatológica en las luchas obreras, confiriéndoles así su sentido revolucionario.

El mito, entendido como ricorso o, más bien, como mito social por cuanto es capaz de orientar y poner en movimiento determinadas fuerzas sociales, provee de la adecuada y precisa dimensión con la que la lucha de clases adopta una carga escatológica. Esto se expresa en el destino catastrófico que se le atribuye al capitalismo, quedando representada la acción de las masas bajo la forma de imágenes de batallas que garanticen el triunfo final de su causa. El mito no sólo induce a la acción, sino que vuelca sobre esta las esperanzas de la clase obrera, al mismo tiempo que desarrolla sus tendencias más fuertes.

El valor del mito reside en su operatividad, y esta viene determinada por las convicciones del grupo, de las cuales debe ser su expresión para ponerlas al servicio de la acción, despertando en el hombre los sentimientos que lleva dentro y orientarlos en un claro sentido. Así, los mitos resultan ser ideas motrices, expresiones de voluntades, más que descripciones de cosas.

El mito tiene un carácter absoluto y prepara al hombre para la lucha, además de sintetizar y simbolizar el conjunto de sus aspiraciones, poniendo a su disposición los medios precisos para actuar sobre el presente con vistas a realizar la revolución. Constituye el marco general en el que se inscriben las luchas obreras, dotándolas de un sentido revolucionario con el que sus resultados inmediatos quedan subordinados al proyecto transformador global hacia el que se orienta la acción. Lo que verdaderamente importa de estas luchas son sus consecuencias lejanas, pues son las que, situándose en un futuro indeterminado, cambiarán completamente la sociedad.

Cada huelga es una manifestación parcial de la idea revolucionaria que encarna la huelga general. A través de las huelgas la clase obrera toma conciencia de sí misma, pero al mismo tiempo, y a través del uso de la violencia, contribuye a generar los lazos de unión, a reforzar el sentimiento de pertenencia en la lucha común, imponiendo su personalidad sobre el medio económico.

El esfuerzo colectivo produce nuevas conquistas con la obtención de nuevos derechos alterando, así, el medio económico en el que se desenvuelve la clase obrera, creando las condiciones materiales y morales para llevar a cabo una transformación irreformable de la organización social. El trabajador deja de ser objeto de la historia para hacerse sujeto, creador y artífice de la misma.

Sin una perspectiva global las huelgas derivarían necesariamente en el reformismo, en el tradeunionismo por el cual cada sindicato únicamente se preocuparía por conseguir mejoras en el trabajo para los obreros de un determinado sector, cayendo de esta forma en un mezquino corporativismo. Se desarrollaría, entonces, una particular forma de capitalismo sindical en el que los trabajadores entrarían en un proceso negociador con sus patronos para obtener concesiones de estos. La huelga sería en este caso un elemento de presión frente a la patronal, teniendo por único objetivo mejoras salariales y un mayor bienestar sin por ello alterar las estructuras socioeconómicas de explotación.

El primigenio sindicalismo revolucionario rechazó categóricamente las revoluciones propiamente políticas, debido a que estas se encontraban mediatizadas por políticos cuyo ámbito de acción es el parlamentarismo, medio en el que se desarrollan las negociaciones que hacen posible las conciliaciones entre las clases y la paz social. La tendencia reformista y pactista de los políticos hace de ellos una clase parasitaria en el seno del movimiento obrero, utilizando su base social para alcanzar una mejor posición dentro del sistema pero sin alterar lo más mínimo sus estructuras y fundamentos. Esta actitud aborta, de entrada, cualquier posibilidad revolucionaria gracias a una política entreguista y embaucadora de determinadas elites políticas e intelectuales.

Esta circunstancia llevó a los principales ideólogos del sindicalismo revolucionario a plantear una nueva estrategia, en la que los sindicatos dejaran de ser la correa de transmisión de los partidos socialistas para convertirse en la vanguardia del movimiento obrero y sus luchas. Los propios trabajadores a través de sus organizaciones y de forma directa, sin intermediarios, emprenderían su propia lucha en el ámbito económico y social a través de las huelgas, las cuales les proveerían del conocimiento necesario para llevar a cabo un proceso revolucionario a través de la huelga general que, como culminación de las huelgas precedentes y máxima expresión de la lucha de clases, conduciría a la ocupación y apropiación de los medios de producción, es decir, a la entera socialización de la economía.

Sin embargo, actualmente, y tras el fin de la era industrial en la que se manifestaron históricamente estas formas de lucha obrera que marcaron la estrategia general del movimiento, los sindicatos no son ni pueden ser la base y el fundamento de una transformación irreformable de la sociedad y la economía, y ello por diferentes razones que expondremos a continuación.

Los sindicatos, a día de hoy, son mutuas laborales que únicamente se ocupan de proteger los empleos de los trabajadores con contratos indefinidos. Asimismo, y juntamente con esto, se tratan de organizaciones obreras que se han institucionalizado en el marco político y económico del capitalismo, habiendo sido totalmente integradas en el seno del sistema hasta el punto de recibir subvenciones de las propias instancias públicas.

Por otra parte, los sindicatos constituyen una elite económica y laboral dentro del movimiento obrero que se ha distanciado de sus propias bases, perdiendo totalmente el carácter representativo de las mismas siendo diferentes los intereses de ambas partes. Esta circunstancia lleva a que, finalmente, los resultados de las negociaciones mantenidas por las cúpulas directivas de los sindicatos no sean satisfactorias para los intereses de los trabajadores, y que la propia patronal salga reforzada después de las mismas.

También es necesario destacar que, tras el establecimiento del denominado Estado de Bienestar, los sindicatos mayoritarios fueron integrados en una dinámica negociadora que era la principal exigencia de dicho modelo sociopolítico de Estado, en la que se desarrollaban negociaciones por intermediación del gobierno entre sindicatos y patronal con el objetivo de alcanzar acuerdos que garantizasen la estabilidad en el plano social.

Además, cobra especial importancia el hecho de que se ha dado una progresiva desideologización de los sindicatos, perdiendo cualquier referente o marco general sobre el que basar su actividad, planteando sus reivindicaciones dentro del sistema como mejora material de las condiciones de los trabajadores, pero no como búsqueda en la sustitución del sistema capitalista por una alternativa mejor. Esto ha hecho que las huelgas sean, generalmente, un esporádico acto de protesta para hacer creer a parte de los trabajadores de que realmente tienen poder para algo, más que una medida de presión sobre agentes económicos y políticos.

Las protestas huelguistas tienen un carácter reformista y reivindicativo, se ha desechado todo el sentido revolucionario que las ha orientado históricamente en beneficio de cambios parciales que no alteran una situación de explotación, ni tampoco el rumbo general de los acontecimientos que marcan las propias estructuras del sistema. También se ha dado simultáneamente un aburguesamiento del conjunto de los trabajadores, quienes han asumido los valores y la cultura consumista impuesta por sus explotadores, adoptando la misma mentalidad que les inspira a aquellos y renunciando con ello a todo espíritu de lucha, conquista y sacrificio a favor de la colectividad.

De la era industrial hemos pasado a la era comercial del tercer sector, las condiciones materiales y económicas son totalmente diferentes a las fases precedentes del capitalismo. El sistema ha logrado readaptarse ante las circunstancias adversas logrando, de esta manera, sobrevivir bajo formas distintas pero conservando su misma naturaleza explotadora. Asimismo, el contexto sociolaboral y la situación de los trabajadores hoy en día es mucho más precaria que hace 40 años, pues además de los retrocesos que se han producido en materia social, las organizaciones obreras ya no son un medio efectivo, válido y fiable para la defensa de sus intereses, sino más bien un instrumento de control por parte de las oligarquías económicas sobre la masa de los trabajadores.

Esta situación ha creado la necesidad de generar diferentes plataformas organizadas por los trabajadores para reivindicar, al margen de los sindicatos del régimen, sus propios intereses y derechos. Sin embargo, esta estrategia, cuyo aspecto positivo reside en la autoorganización de los trabajadores sin intermediarios parásitos, sigue inscribiéndose en un contexto en el que las reivindicaciones tienen un carácter reformista y puntual, siempre determinadas por las circunstancias coyunturales de la economía y no por la existencia de un proyecto general hacia el que las protestas obreras tiendan a converger.

Como consecuencia de lo anterior las huelgas adoptan un carácter sectorial, en el que determinadas ramas del trabajo afectadas por coyunturas poco favorables, emprenden huelgas y protestas cuyo objetivo es impedir un empeoramiento de sus condiciones de vida en el terreno laboral, y en última instancia obtener concesiones por parte de los agentes económicos y del propio gobierno de turno. Así es como se dan huelgas de pescadores, transportistas, taxistas, agricultores, etc., cuyas protestas tienen un carácter particular pese a que las causas que las originan pueden llegar a ser las mismas.

Las huelgas, si son desarrolladas de forma particular e independiente por diferentes sectores laborales, centrándose únicamente en lo que de particular tienen estas protestas y reivindicaciones, únicamente pueden servir para generar entre los trabajadores cierta conciencia de pertenencia a un determinado grupo, y con ello que con su propio esfuerzo pueden lograr determinadas conquistas sociales. Pero dichas protestas no deben encerrarse en el terreno de lo particular, necesitan ser dotadas de su correspondiente dimensión universal, conectándolas con la problemática que ofrece una realidad económica injusta que afecta a todos por igual aunque bajo formas diferentes. Sólo así la huelga crea los lazos de solidaridad y unión a través de la lucha común que se establece entre todos los sectores laborales de la sociedad, creando la correspondiente conciencia de clase y plasmando la división existente entre clases a través del conflicto.

Sin un universal que conduzca hacia la destrucción del orden económico vigente y que, a su vez, sea el fermento para su sustitución por un nuevo orden, toda huelga queda encerrada en el particularismo corporativo de un sector laboral, agotándose en sí misma al tener como único objetivo mejoras inmediatas.

El futuro no está escrito, y si la situación económica mundial empeora considerablemente tal vez se creen las condiciones propicias para que, dado el caso, se reoriente al movimiento obrero en un claro sentido favorable a sus intereses por medio de plataformas propias, al margen de los sindicatos oficiales. Es la única forma de proyectar socialmente a las masas trabajadoras más allá de los resultados inmediatos de sus luchas, es dotarles de un sentido revolucionario que dé origen a un nuevo orden fundado sobre la justicia y no sobre la explotación.

Pero el contexto poco halagüeño que existe en todos los sentidos, hace presagiar que el movimiento obrero no será ya el protagonista de las luchas futuros en el terreno económico, y que cada vez se manifiesta con mayor claridad la emergencia de nuevos actores, pero en esta ocasión en la esfera del consumo. El tiempo nos dirá si, finalmente, las viejas huelgas de la producción se transmutan en el futuro en huelgas del consumo. Quizá sea esta, al fin y a la postre, una forma más efectiva de generar perjuicios al sistema y, más concretamente, sobre los beneficios de las plutocracias. Se trata aún de un camino inexplorado que, tarde o temprano, puede que se termine andando.

"MALCOM X" por Dagoberto Husayn BELUCCI

"MALCOM X" por Dagoberto Husayn BELUCCI

La figura de Malcom X (Omaha, 19 de mayo de 1925- Nueva York, 21 de febrero de 1965) merece, más allá de las convencionales posturas defensivas burguesas-blancocéntricas, el máximo respeto entre los soldados-políticos “racialmente” en “orden” que sepan “captar” el valor revolucionario del “vector” representado por la comunidad afro-americana estadounidense en relación a las dinámicas de reducción y control de la sociedad WASP. (White Anglo-Saxon Protestant) dentro de la cloaca de las barras y estrellas, es decir en el corazón mismo del Imperialismo y del Capitalismo  mundiales.

Malcom X, nacido Malcom Little, es reconocido universalmente como el apóstol de la “rebelión negra” y el principal defensor del despertar de la conciencia de los afro-americanos. Conocido también como Detroit Red durante la primera parte de su vida, posteriormente, tras su conversión al Islam y militancia dentro de la organización política de la “Nación del Islam”, adoptará el nombre musulmán de El-Hajj Malik el-Shabazz aunque cuando –para todos- seguirá siendo siempre Malcom X nombre de “batalla” con el que rechazará la sumisión al sistema de poder de los “blancos”.

De hecho, históricamente a los esclavos negros americanos les era asignado el apellido de sus padres. Pero el hecho de llevar un apellido derivado del de sus amos llevará a Malcom al rechazo de esta “marca” de infamia y a la adopción de una X como signo distintivo de rebelión. Nacido en Nebraska, Malcom era hijo de Earl y Louise Little: Su padre era un predicador baptistas asesinado en 1931 –cuando Malcom contaba sólo 6 años- por unos militantes de la “Legión Negra”, organización racista por la supremacía de la raza blanca. La madre de Malcom era mulata por la abuela materna había sido violada por un blanco.

Tras haber acabado con las máximas calificaciones la Junior High School, Malcom abandonará los estudios cuando su proferir preferido afirme que su aspiración de convertirse en abogado no era “un objetivo realista para un negro”. Tras dejar la escuela Malcom comenzó una vida de marginado: trabajos esporádicos y algún problema con la ley.

Después de mudarse a Boston, Malcom  se trasladará posteriormente a un barrio-ghetto para negros en Nueva York donde emprenderá una serie de actividades delictivas como el tráfico de drogas, las apuestas, robos, extorsiones y el negocio de la prostitución o lo que es igual: la vida “social” reservada a las castas inferiores del sistema capitalista estadounidense.

En Harlem, en el Harlem de los años cuarenta (también el de los decenios posteriores) la vida para un muchacho negro queda “dictada” por la hostilidad y la degradación de un sistema de explotación que ha separado siempre blancos de negros, ricos de pobres, explotadores de explotados y, entre estos último últimos, los que sobreviven de los que sucumben.

En enero de 1946, con veinte años, Malcom fue arrestado y condenado a diez años bajo los cargos de asalto domiciliario, hurto y posesión ilegal de armas de fuego. Ingresado  en la Prisión Estatal de Charlestown se ganará el apodo de “Satanás” por su continuo blasfemar contra Dios y especialmente contra la Biblia.  Dos años más tarde, mientras descontaba aún su condenaba, recibe una carta de su hermano Reginald que le invitaba a unirse a una organización denominada “La Nación del Islam”. He aquí como el propio Malcom X evocará el momento destacado de su aproximación a la religión musulmana:

“En 1948, un día después de haber sido trasladado a la prisión de Concord, mi hermano Philbert, siempre a la busca de algo a lo que sumarse, me escribió que al fin había encontrado la “religión natural de los negros”. Me contaba que pertenecía a la sazón a una organización llamada la Nación del Islam y que había “rogado a Allah por mi liberación”. (...) Mis hermanas y hermanos de Detroit y de Chicago se habían convertido todos a esa religión que les enseñaba a contemplarla como “natural” para los negros y de la cual me había hablado Philbert. (...) Decidieron que Reginald, que había sido el último en convertirse y por el cual nutría yo más afecto, fuera el elegido para aproximárseme, dado que también  había estado junto a mí en la vida callejera. (...) Reginald conocía como funcionaba mi cerebro de pequeño traficante y esto explica la eficiencia de su misión. (...)...al fin me dijo como si le hubiese venido a la mente de sopetón: “Malcom, si un hombre supiera todo lo que hay que saber ¿qué sería?” (...) “Bien” –le dije mirándole a la cara- “debería ser una especie de Dios”. “Hay un hombre que lo sabe todo” –me contestó Reginald-. “¿Y quién es?” –le pregunté- “Dios es ese hombre”, me dijo Reginald. “Su verdadero nombre es Allah”.  Esto me recordó aquella palabra de la carta de Philbert. Era el primer pista para establecer una conexión. Pero Reginald continuó y me dijo que Dios tenía trescientos sesenta grados de conocimiento y que esto representaba “la suma total del conocimiento”.

Decir que estaba confuso es poco.

Conocéis muy bien mis antecedentes y comprendéis en que situación me colocaba lo que mi hermano Reginald me decía. (....) “El diablo tiene solamente treinta y tres grados de conocimiento, igual que la masonería”, dijo Reginald. Recuerdo claramente las frases exactas porque, más adelante, se les tendría que enseñar a muchos más. “El diablo se sirve de la masonería para dominar a los demás”. Me contó que este Dios había venido a América y que se había revelado a un hombre llamado Elijah, y proseguía Reginald, que “el tiempo concedido al diablo había acabado”. (...) “El hombre blanco es el diablo”. Me dijo que todos los blancos sabían ser diablos, “especialmente los masones”. (...). Todos los blancos que había conocido desde el comienzo de vida comenzaron a desfilar ante mis ojos. Eran los funcionarios de las administraciones públicas de beneficencia que venían siempre a nuestra casa después de que otros blancos desconocidos para mí hubieran asesinado a mi padre... aquellos que llamaban continuamente a mi madre “loca” delante de mí de  mis hermanos y hermanas, hasta que, finalmente, otros blancos la  ingresaron en un hospital psiquiátrico de Kalamazoo... el juez y los demás que nos habían separado siendo niños... los Swerlin y los habitantes de Mason. (....) Los rostros de todos estos blancos se agolpaban en mi mente” (1)

Malcom comenzará de aquel momento en adelante a sentir el inicio de una nueva vida, una perspectiva completamente nueva de vida se le abría ante sus ojos: Era la oportunidad de renacer en el seno de la Nación del Islam, un movimiento que predicaba  la redención negras mediante la conversión a la religión musulmana unido a un activismo radical  en pro de los derechos civiles de los afro-americanos de Estados Unidos.

La tesis central del movimiento liderado por Elijah Muhammad era que la mayoría de los esclavos negros trasladados a América desde África eran musulmanes antes de su captura y era inevitable una conversión de “retorno” a la religión ancestral, a la fe originaria de la tierra de los padres. La Nación del Islam predicaba además la constitución de un “enclave negro” para los afro-americanos separado del resto de los Estados Unidos y como tal el movimiento se presentaba como una organización nacionalista negra que consideraba, sobre bases raciales antes que religiosas, a los no negros (especialmente a los judíos y a los blancos anglo-sajones) como “sub-humanos”, despreciando sus costumbres, sus vicios y resaltando la hegemonía ejercida dentro de los mecanismos sistémicos estadounidenses.

En el sistema de explotación capitalista americano, los blancos anglo-sajones y los judíos detentaban el monopolio bancario, el financiero, el comercial. Malcom empezará a preguntarse quiénes eran estos “masones” de los que le había hablado su hermano Reginald y pronto comenzará a devorar todos los volúmenes de historia, religión y filosofía de la prisión de Norfolk, un establecimiento penal donde regía una mayor libertad, al cual se hizo trasladar con la ayuda de su hermana, y donde existía una extensa biblioteca.

“Entre los internos del centro penitenciario de Norfolk gozaba de gran prestigio un adinerado paralítico, bastante mayor, llamado John (...) Era el típico pez gordo, arrogante, que solía siempre recordar que era grado treinta y tres  de la masonería, describiendo el poder de los masones: Solamente ellos habían  sido  presidente de los Estados Unidos y cuando se hallaban en problemas podían advertir secretamente  a jueces y demás masones, que se encontraban en posición relevante (...) “John” –le dije- “¿cuantos grados tiene la circunferencia?”. “Trescientos sesenta”, respondió. Entonces le dibujé un cuadrado. “¿Cuántos grados tiene?”. Él respondió que trescientos sesenta. Yo le pregunté entonces si ese número fuera el grado máximo de cualquier cosa.. Me respondió que sí. “Ahora bien ¿por qué los masones alcanzan solamente el grado treinta y tres?”- le espeté. No me dio una respuesta satisfactoria, pero para mí la respuesta era que la masonería sólo cubría treinta y tres grados de la religión del Islam, que constituye la completa proyección, eternamente negada por los masones, aun sabiendo ellos mismos que existe.” (2)

[...]

 El Islam enseñaba al nuevo Malcom a reconocer al Único verdaderamente  digno de alabanza y la sumisión a Allah.

Enseñaba al futuro líder del movimiento afro-americano la libertad de elección: “El hombre –escribe el Prof. Abu-L’ ala Maududi (3)- posee una doble naturaleza, su vida se desarrolla sobre diferentes planos. Por una parte, como todas las criaturas, se encuentra en condiciones de total dependencia ante las leyes naturales, de las cuales no puede escapar; por otra, sin embargo, él está dotado de razón y de inteligencia. Tiene el poder de pensar y de juzgar, de escoger y de rechazar, de aprobar y de rechazar. Es libre de elegir su religión, su modo de vida, así como de orientar su existencia según la ideología electa. Puede proyectar su código de conducta, o en cambio aceptar el dictamen de otros. Está dotado de libre albedrío y puede decidir, por tanto, como comportarse. Sobre este plano, contrariamente a las demás criaturas, él ha recibido la libertad de pensamiento,  d opinión y de acción. (...)....posee la libertad de ser o no ser musulmán y el modo en que se ejerce esa libertad divide la humanidad en dos grupos: los creyentes y los no-creyentes. “

Como reconocerá posteriormente Malcom X – cuando tome distancias frente a la “Nación del Islam y Malcom reemprenda un camino diferente de la organización liderada por Elijah Muhammad, especialmente tras haber completado los primeros viajes a La Meca y haber captado el valor de la doctrina universal de la religión musulmana- contrariamente a lo que había aprendido en la cárcel, el Islam no es sólo “la religión natural de los negros”, sino que representa una doctrina de salvación, de lucha y de liberación para los oprimidos y los desheredados de toda la tierra y a la vez encarna el Sello de la Profecía en la persona de su Profeta (la Paz sea con El y su Familia = la Ahl ul Bayth) y la recapitulación de las revelaciones anteriores monoteístas judaico-cristianas dentro del Libro Sagrado del Al-Corán, libro increado y divinamente inspirado por el Omnipotente.

El Islam, que predica la sumisión a las leyes divinas, suministrará también a Malcom X los medios, las herramientas y los designios para una conducta de vida marcada por la simplicidad y a la vez por la responsabilidad, de nuevas normas formativas para una existencia presidida por la piedad, la devoción y la rectitud moral, pero también para combatir en defensa de estos valores de libertad y de justicia mediante un “Jihad” = esfuerzo en el camino cotidiano de Dios omnicomprensivo. El primer “frente” de combate para un musulmán, el primer Jihad, o para decirlo como el añorado Imam Jomeini (Allah lo tenga en su Gloria) “el Jihad supremo”, es aquel interior que el ser humano debe afrontar  contra los pensamientos negativos, la lujuria, la ambición o cualquier otra tentación terrenal.

Malcom empezará a reconocer que el mensaje del Islam está “escrito para el hombre de la calle, para el ciudadano anónimo, para el oscuro engranaje de la cadena industrial, para los marginados de todo género y condición, para los oprimidos en cuerpo y alma, para los rebeldes contra el sistema desorientados, `para todos cuantos sufren las aberrantes consecuencias de la filosofía del “después de mí el diluvio”, que ha narcotizado a los dirigentes de la política mundial, para todos cuantos deseen conocer el Islam” (4) verbigracia: para el que dentro la sociedad contemporánea no se reconoce en las injusticias y en la ausencia de valores, en la autoridad falsa y embustera, en el desorden colectivo que ha quebrantado y destruido a pueblos enteros y naciones de todos los continentes.

El Islam, religión revelada pero también ideología revolucionaria para los “rebeldes contra el mundo moderno”, para quien reconozca y sepa reconocer los valores de libertad y justicia, se erige como baluarte de la Verdad y de la Libertad de los pueblos y de los individuos para crear hombres y sociedades más justas y más elevadas.

Mensaje de esperanza y de insurgencia, difundido hace más de catorce siglos desde las arenas del desierto de Arabia por el Mensajero de Allah (la Paz descienda sobre Él) y a la vez un llamamiento para recorrer el camino recto haciendo el bien y rechazando las lisonjas del poder y las efímeras modas y costumbres de un mundo en marcha  hacia la auto-destrucción.

Una llamamiento que deberá ser asumido por todos los hombres libres: desde el anónimo ciudadano que será capaz de conocerse a sí mismo y a su Señor, al sujeto de la cadena de montaje capitalista que podrá –dentro de la visión islámica del mundo y de la sociedad-  identificar una herramienta de lucha, un medio operativo de sabotaje de los mecanismos de explotación creados por el sistema capitalista. Un llamamiento a cualquier individuo que se sienta marginado dentro de la sociedad igualitarista de la Aldea Global mundialista y a quien desorientado busque puntos firmes y bases sólidas para combatir el sistema de opresión impuesto desde el Poder.

Será esto lo que le ocurre a Malcom X, una vez que abandone la prisión en 1952 y se aproxime a la “Nación del Islam” y a su líder, Elijah Muhammad, con el que se encontrará en Chicago donde se quedará residiendo.

Un año después, la CIA comenzará a vigilar sus actividades, propaganda, ideas y escritos revolucionarios llegando a la conclusión de que se trataba de un “agitador comunista”. En los archivos de la CIA aparecerán también dos cartas suyas firmadas con el seudónimo de “Malachi Shabazz”. Para los controladores “sistémicos” del poder WASP estadounidense del Servicio de Inteligencia, Malcom X tenía una “personalidad asocial con tendencias paranoicas (esquizofrenia paranoide pre-sicótica)”...el “poder en todas sus manifestaciones tiende siempre a “identificar”, “marcar” y “despachar” como “enfermos mentales” o “excéntricos” a todos sus opositores (se efectuaran análisis siquiátricos similares sobre el Fhürer, sobre el Duce, sobre Stalin y sobre los principales Jefes de los regímenes totalitarios anti-democráticos del siglo XX o sobre lideres políticos revolucionarios de cualquier raza, religión o nación).

Contrariamente a lo que “sustenta” la propaganda sistémica el revolucionario es aquel que une pensamiento y acción, racionalidad y lúcido fanatismo, decisión y cojones [libérrima ý españolísima traducción del término italiano “coraggio”, NdT] en sus propias elecciones. En este sentido la militante del Black Power Party (el partido de las Panteras Negras de los afro-americanos estadounidenses) Assata Shakur escribirá: “una de las lecciones que habríamos de aprender es que una lucha revolucionaria es científica tanto como emocional” (5)

En 1954 Malcom X regresará a Boston como Ministro del Templo de la Nación del Islam que incorporará a la organización numerosos partidarios y nuevos fieles. Su predicación será incansable y dará sus frutos: entre los nuevos creyentes  musulmanes se encontrará también –durante ese período-  un cierto Cassius Clay, alias Muhammad Alí, el más grande púgil que recuerde la historia del boxeo mundial. Entre 1952 y 1963 la organización de los musulmanes afro-americanos de la Nación del Islam pasará de 500 a 30.000 afiliados.

Cuatro años más tarde Malcom se casará con Betty X en Lansing, Michigan, con la que tendrá seis hijas.

La ruptura con la Nación del Islam vendría algunos años después cuando se dé cuenta de que su carisma y su popularidad se estaban convirtiendo en un incordio para Elijah Muhammad y los demás líderes. Durante aquel período de grandes manifestaciones, lucha por los derechos civiles de la comunidad negra americana y convulsiones populares, Malcom X criticó duramente la “Marcha sobre Washington” y las posturas no-violentas de Martín Luther King manifestando que no había nada de apasionante ni de positivo en una demostración de masas “hecha por blancos ante la estatua de un presidente muerto hace cien años al que, cuando estaba vivo, nosotros no amábamos “.

A la muerte de John F. Kennedy, Malcomo X  retomará el estilo polémico y fríamente comentará que la violencia que los Kennedy no había logrado detener se había “vuelto en su  contra”, lo cual provocará la posterior prohibición, impuesta por la dirección de la Nación del Islam, de hablar en público durante tres meses. En marzo de 1964 Malcom X  abandonará la Nación del Islam para fundar un nuevo movimiento denominado Muslim Mosque y un mes más tarde abandonará Estados Unidos para viajar por Egipto y Arabia Saudita donde –gracias también a la ayuda de la familia real saudita- consigue completar su primera peregrinación a La Meca. Será durante esta experiencia cuando Malcom descubra la potencialidad del Islam como doctrina religiosa capaz de derribar  cualquier barrera racial y garantizar una auténtica fraternidad bajo los principios de la Tradición.

Así, en mayo de 1964 retornará a los Estados Unidos bajo el nuevo nombre de El Hajj Malik el- Shabazz y pronunciará un discurso dirigido a toda la nación americana, en el que manifestará que “los derechos humanos son algo que tenemos desde el nacimiento. Los derechos humanos nos fueron dados por  Dios. Los derechos humanos son aquellos que reconocen todas las naciones de la Tierra. En el pasado, es verdad, yo he condenado genéricamente a todos los blancos. No seré nunca más culpable de semejante error: porque ahora sé que algunos blancos son verdaderamente sinceros, que algunos son verdaderamente capaces de ser fraternales con un negro. El verdadero Islam me ha demostrado que condenar a todos los blancos es tan equivocado como la condena de todos los negros por parte de los blancos”.

En la misma época Malcom, junto a A. Peter Bailey, fundará la sección americana de la Organización para la Unidad Afro-Americana decidiendo adoptar una actitud no sectaria en la lucha por los derechos civiles. Es durante ese período cuando se inicien las primeras amenazas de muerte y los primeros atentados contra Malcom y su familia. El primer ataque –ordenado directamente por los dirigentes de la Nación del Islam que había ya declarado la guerra a su ex ministro de culto- se producirá el 14 de febrero del 65: Malcom y los suyos sobrevivieron a un atentado con dinamita contra su vivienda. Una semana más tarde, el 21, Malcom caerá víctima, con 39 años de edad, de tres sicarios durante el último de sus discursos en Manhattan.

Por el asesinato de Malcom serán arrestados tres militantes de la Nación del Islam. Durante su último discurso público Malcom había declarado: “El poder nos observa constantemente. Casi como un científico de laboratorio, tiene al conjunto de la comunidad negra de los Estados Unidos bajo el microscopio, para descubrir como pensamos, para informarse sobre nuestro modo de ver las cosas, para darse cuenta de la velocidad a la que late nuestro pulso: ¿late demasiado veloz? ¿La temperatura sube o baja? Les resulta indispensable saber qué pensamos, qué sentimos. Si la temperatura sube cuando él lo quiere, en general todo marcha bien, pero si descubre que ésta sube a un grado que no puede controlar ya, se siente angustiado. Si nota en nosotros alguna reacción causada por diferentes motivaciones a las que nos ofrece, descubriendo que alguna otra cosa, fuera de su control y de su influencia, ejerce un control y una influencia sobre nosotros, comienza a inquietarse, y cuando este modo de comportarnos continua, su inquietud aumenta proporcionalmente. (...) Vivimos tiempos de inquietud, vivimos en una época en que puede suceder casi cualquier cosa. (...) No está ya en el poder de una sola raza el decir cuando puede suceder esto o aquello, ahora los acontecimientos muy bien pueden ser puestos en marcha por los pueblos de color. Y esto porque el mundo está en ebullición.” (6)

Los funerales de Malcom X, celebrados el 27 de febrero de 1965 en Harlem, dieron cita a poco más de un millar de personas, pero su mensaje de lucha revolucionaria en pos de la libertad y la afirmación de la identidad negra en los Estados Unidos permanecerá intacto como demostrarían los acontecimientos posteriores incluso en el interior de la organización revolucionaria de la que había formado parte durante once años, la Nación del Islam, a cuyo frente estará –en los años noventa- Louis Farrakhan, líder musulmán y defensor de un orden político fundado en los valores de la raza que, en octubre de 1995, conducirá a un millón de militantes negros a marchar sobre las calles de Washington.

Sobre aquella ha escrito el sociólogo Francesco Alberoni: “Debemos prestar atención a los fenómenos imprevistos, inesperados. En estos días ha habido uno: la marcha de un millón de hombres negros sobre Washington. No es el millón de personas lo que debe impactarnos, sino el hecho de que fueran sólo negros y sólo varones. Los varones negros constituyen la población más pobre y más desestructurada de América. En los ghetos negros no existe una familia (...)... el ochenta por ciento de los niños crece sin un padre, en las calles. Y un tercio de los jóvenes varones, crecidos en este ambiente, acaba en prisión o bajo libertad vigilada. En Washington, ciudad mayoritariamente negra, la tasa de criminalidad es tan alta como para obligar a las autoridades a imponer el toque de queda (... ). Ahora bien, el millón de hombres que se han concentrado en Washington proceden precisamente de este mundo de anomia, de desorden y de promiscuidad. Y sin embargo, han marchado ordenadamente, como un ejército. (...) El millón de manifestantes de Washington, son los guerreros de una nueva Jihad” (7)

La “cuestión negra” en los Estados Unidos sigue estando pues de extrema actualidad más allá, y de modo bien distinto, a las promesas de cambio de fachada y a las declaraciones conciliadoras del nuevo presidente Barak Obama, un “negro” del Establishment, procedente de las esferas del poder, creado por las centrales del poder WASP ante las cuales –quiéralo o no- habrá de responder del mismo modo que ante las instancias del Sionismo a las que ha dado estrictas garantías, en plena campaña electoral, en lo relativo a la “defensa” y a la “salvaguarda” de la alianza estratégica con la entidad criminal sionista, alias “estado de Israel”.

Obama es la marioneta de los potentados económico-financieros estadounidenses, el nuevo rostro que “presentar” a la opinión pública internacional tras ocho años de criminal mandato republicano guiado por los neo-cons y después de los fracasos en política exterior y económica de la administración Bush. Su “margen de maniobra” es restringido, como falsas son sus “aperturas” instrumentales hacia los países islámicos. Ni Irán ni sus aliados se fían de Obama... y hacen “bien”. Más que nada porque el “joven bronceado” de berlusconiana memoria está “dirigido” y estrechamente marcado por la AIPAC y el B ´nai B´rith y demás camarillas sionistas que han “delegado” en la ex first lady, Hillary Clinton, el “marcaje al hombre” del neo-presidente “colored” de los Estados Unidos.

Una cambio de fachada que ni mucho menos resuelve nada desde la perspectiva de la solución del problema de los afro-americanos dentro de la sociedad estadounidense, pues si por una parte el One World mundialista –la unidimensional visión homologante de la Aldea Global- uniforma y estandariza modas y costumbres, “imponiendo” incluso un presidente negro al frente de la principal potencia capitalista mundial,  por otra “... los negros estadounidenses representan el único factor social-racial capaz de activarse y hostigar las líneas de defensa del orden blanco WASP (...), concentradas alrededor de la oligarquía plutocrática-mundialista “acantonada” en los USA.” (8)

En Italia, lucidamente, el Prof. Giovanni Senzani, ex teórico del Partido Comunista Combatiente, escribirá que “la lucha de liberación negra, junto a la puertorriqueña, es históricamente el punto central, la espina dorsal de cualquier proceso revolucionario en el interior de los USA... Puede entenderse así la razón verdadera del ataque concéntrico y despiadado del conjunto del aparato represivo estadounidense contra la organización del BPP (Black Panther Party y sus militantes (...). El BPP (...) es identificado como el “enemigo interno” contra el que el gobierno, la policía, el FBI y la CIA dirigen una guerra sin cuartel, para detener el crecimiento de un movimiento de liberación afro-americano. “ (9)

Nosotros, que sostenemos una identidad basada en el reconocimiento de la raza ario-mediterránea y en el reconocimiento del Islam como religión revelada e idea-fuerza revolucionaria para el renacimiento moral y político de los individuos y de las naciones en este Tercer Milenio, reconocemos en el “vector” político afro-americano y en la figura del soldado-político Antimundialista Malcom X (10) a los principales fautores de una deseable “descomposición” interna frente a los componentes del poder, establecidos y cooptados por la oligarquía judeo-mundialista y “controlados” por el sistema  “xenófobo” blancocéntrico anglosajón, en el contexto de la superpotencia de las barras y estrellas, que sigue siendo –por decirlo como el Imam Jomeini- el Gran Satán que envenena la vida de los pueblos, destruye culturas e identidades, asesina inocentes y es enemigo de la soberanía económica y nacional de Estados enteros.

“El “racismo cromático” ha constituido históricamente –en palabras de Maurizio Lattanzio (11)-  la legitimación “ideológica” de la criminal praxis de agresión y humillación, de explotación y de genocidio, que ha distinguido los procesos históricos de expansión imperialista del colonialismo inglés”.

Del racismo blancocéntrico anglosajón británico al racismo blancocéntrico anglosajón sionista estadounidense nada ha “cambiado”... continuaremos...–siempre y “a pesar de todo”- “apoyando” al Tigre de Malasia, Sandokan, contra cualquier James Brook y cualquier émulo del “raja blanco de Sarawak”...Salgari...un “maestro”

 

 

DAGOBERTO HUSAYN BELLUCCI

Director Responsable de la Agencia de Prensa"Islam Italia"

 30/04/2009
Fuente: Arianna Editrice


Notas del autor

1 - "Autobiografia di Malcom X" (con la collaboración di Alex Haley) - ediz. Rizzoli - Milano;

2 - ibidem;

3 - Abu-L’Ala Maududi - "Conoscere l’Islam" - ediz. "Mediterranee" - Roma  1977;

4 - Abu-L’Ala Maududi - ibidem;

5 - Assata Shakur - "Assata Shakur - Un’autobiografia" - Cooperativa Erre Emme Editrice - Roma 1992;

6 - Malcom X - "Sulla storia degli afro-americani" - ediz. "Savelli" - Roma 1975;

7 - Francesco Alberoni - articolo "Una società senza disciplina genera l’intolleranza" - da "Il Corriere della Sera" del 23 ottobre 1995;

8 - Maurizio Lattanzio - articolo "Assata Shakur - Un’autobiografia" - dal mensile "Avanguardia" - nr 93 - Settembre 1993;

9 - Giovanni Senzani - introduzione a Assata Shakur -  Assata Shakur - Un’autobiografia" - ibidem;

10 - para una breve bibliografia sobre Malcom X consultesé:


- Autobiografia di Malcolm X (The Autobiography of Malcolm X) , scritto da Alex Haley fra il 1964 e il 1965 e pubblicato nel 1965.
- Malcolm X Speaks: Selected Speeches and Statements , a cura George Breitman.
Discorsi durante gli ultimi otto mesi della vita di Malcolm X.
 - Malcolm X: The Man and His Times  a cura di John Henrik Clarke. Un’antologia di scritti, discorsi e messaggi propagandistici di Malcolm X.
- Malcolm X : Rifiuto, sfida, messaggio , a cura di  Roberto Giammanco, Edizioni Dedalo, 1994.
- Il film Malcolm X di Spike Lee (1992) è basato sulla sua autobiografia, e vede Denzel Washington nei panni di Malcolm.


11 - Maurizio Lattanzio - articolo/recensione "Gli squadristi del 2000" - dal mensile "Avanguardia" - nr. 95 - Novembre 1993;

 

 

 

 

 

 

 

 

 

VISIÓN DEL MUNDO-IDEOLOGÍA-SOCIALISMO

VISIÓN DEL MUNDO-IDEOLOGÍA-SOCIALISMO

 

LíneAntagonista- En vista de las recientes y recurrentes polémicas con las que algunos siguen queriendo enturbiar el irrenunciable carácter Socialista de nuestra Línea Política e Ideológica y el camino de clarificación Doctrinal  emprendido por ANTAGONISTAS; reproponemos por segunda vez ya en este Blog un Documento-Base de la Comunidad política de RESISTENCIA.

Aportación teórica, obviamente; pero aportación propia, original, sin estridencias ni dogmatismos. Síntesis revolucionaria, autónoma, radical pero realista de toda un Concepción del Mundo.

No todos pueden decir lo mismo.

 

"Políticamente, nuestro pensamiento se encauza en una línea de continuidad ideal con todas las formas de Socialismo Comunitario y Revolucionario mediante las cuales nuestros Pueblos han querido construir su Realidad social, vital y cultural al margen y en contra de las decadentes democracias liberal-capitalistas.

A este respecto, no negamos que nuestro referente histórico se identifica con las Revoluciones nacionalpopulares y socialcomunitarias que en cualquier parte del mundo y a lo largo de este siglo que ahora acaba han alzado su bandera de combate frente a la arrogancia del Imperialismo y de sus tentáculos políticos, militares y financieros."

RESISTENCIA se ha definido a menudo como colectivo político antagonista que opera conscientemente mediante la agitación cultural permanente, radical y responsable.

Esta definición - como todas, en general - no abarca completamente la naturaleza de nuestro colectivo ni nos dice demasiado acerca de los objetivos mínimos de nuestra corriente histórica.

Si afirmamos que pretendemos ser una comunidad de ruptura en el marco de una visión del mundo, y que este debe ser el objetivo prioritario de nuestra acción político-cultural, habremos avanzado algo más en el campo - relativo siempre - de las definiciones.

Ciertamente no es fácil definir qué entendemos por "visión del mundo". Esto es debido a que en el concepto "weltanschauung" el sujeto y el objeto del conocimiento intuitivo de la realidad se encuentran sólidamente unidos en una síntesis suprema.

Como en toda verdad vivida, inmanente, hay aquí algo de "incomunicable". Sirve sólo la propia experiencia en un sentido "fenomenológico". Ser y Conocer terminan siendo la misma cosa y es únicamente la proyección de la Voluntad en la realidad histórica, humana, social y comunitaria aquello que manifiesta nuestra concepción del mundo en lo esencial.

Surge entonces la pregunta. Si la "visión del mundo" está en nosotros y a nosotros nos queda solo la misión de conocerla y comprehenderla: ¿cómo expresarla "socialmente" dado que el hombre es -en cuanto hombre- "ser social"?

Mediante la ideología. La ideología tiene aquí doble sentido: en cuanto expresa el sistema de valores inspirados en la visión del mundo; y en cuanto proyecta estos valores socialmente como doctrina, como modelo, como dirección o proyección que guía y moldea las consciencias de los hombres en cuanto entes sociales con vocación política transformadora.

Generalizando tal vez en exceso se podría afirmar que, desde nuestra óptica, la Ideología no es más que la "socialización" de la Weltanschauung. Y que, análogamente, la "visión del mundo" no es más que la ideología en su estado puro, "natural", como pura potencialidad del ser social.

De ahí que -en otro orden de cosas- se haya dicho que el fascismo es "una revolución contra la trascendencia" (Nolte), entendiendo "trascendencia" en el sentido historicista, racionalista, decadente, y por ende, una revolución contra las modernas "ingenierías sociales" del ideologismo burgués.

La ideología de Resistencia, comunidad de lucha weltanschauungliche, se identifica en línea de principio - tal como dice nuestro Manifiesto - con el Socialismo popularcomunitario y revolucionario que es entendido -y debe ser entendido- como unidad.

Es importante aclarar esto. De la misma manera que no hay más que una visión del mundo, (y por lo tanto, aquellas "fórmulas" de trascendecias ideológicas que la contradicen no son más que "inversiones" de la misma) existe un único socialismo.

Las divisiones, las escuelas, las corrientes de pensamiento o los movimientos de acción en que el socialismo se ha dividido históricamente son simplemente manifestaciones políticamente diferentes, cuando no simples desviaciones de un origen común.

Nosotros afirmamos pues esa continuidad ideológica y condenamos las desviaciones y enfrentamientos sufridos a lo largo de la historia por el socialismo, muchos de ellos evitables, otros no tanto. Si añadimos los adjetivos "comunitario", "popular", "nacional", "revolucionario", etc. al concepto sustantivo de socialismo lo hacemos para afirmar la esencia real del socialismo, su unidad sustancial, no para crear nuevas denominaciones.

La pregunta que asaltará las mentes de muchos será entonces si consideramos a alguna de las formas caracterizadas por su socialismo, como el marxismo, dentro de esta categoría común. La respuesta es que sí.

Independientemente, de sus hechos, de sus intenciones de la personalidad del fundador del socialismo científico, de las derivaciones políticas y de las desviaciones históricas de esta corriente, de su maximalismo frente a otras escuelas, y especialmente más allá de su óptica racionalista burguesa que finalmente ha terminado volviéndose en su propia contra, etc. El anhelo de justicia, la lucha por un mundo mejor, el sacrificio del movimiento obrero y sindical por él inspirados, su propio análisis de la sociedad burguesa de su tiempo y su crítica implacable de la opresión y de las ideologías opresivas, etc. impiden condenarlo en bloque.

No dudamos que esta afirmación será polémica, pero ya es hora de relegar prejuicios y de seguir manteniendo barreras artificiales entre las distintas corrientes del pensamiento socialista.

Somos socialistas porque no nos podemos desentender de angustias sociales urgentes ni de la idea de construir una sociedad más justa y mejor. Si bien es licito plantear entonces, desde ese punto de vista, cuestiones competitivas frente a otras formas de socialismo, no conviene volver a caer en las trampas "guerracivilistas" tendidas por los teólogos del liberalcapitalismo. Una crítica reaccionaria, superficial de algunos aspectos metodológicos, críticos y políticos del socialismo científico sobra entre nosotros cuando se hace desde posiciones humanistas, liberales o reaccionarias. Y Resistencia - pese a quien pese - no va caer en esa trampa.

Otra cosa más debe ser dicha acerca de la Idea Socialista. El socialismo popular-comunitario tiene un aspecto "ético" que por sí sólo define bien su auténtica naturaleza revolucionaria.

Sin embargo, muchos han convertido, y siguen convirtiendo, este aspecto ético en algo así como un edulcorante, más o menos efectivo, para diluir una acción metódica para la construcción de una comunidad popular auténticamente socialista.

Desde ese supuesto "socialismo ético" derivan fácilmente en una especie de "socialismo estético" para soslayar la cuestión principal: un socialismo que no tiene una orientación política práctica y que no busca transformar de un modo o de otro las estructuras mismas de la sociedad capitalista no es tal socialismo. O dicho de otro modo: sin socialización no hay socialismo.

RESUMEN:

Asumir la continuidad ideológica con todas las formas de Socialismo Comunitario y Revolucionario surgidas en el seno de nuestros pueblos significa uno de los más importantes pasos para redefinir lo esencial de nuestra propuesta político-cultural.

Esto implica dotarse de unos instrumentos críticos más amplios y efectivos que los usados hasta ahora.

Significa también romper muros muy compactos levantados por la incomprensión, la desidia y la falsedad durante más de dos siglos. Los muros del capitalismo han dividido a nuestros pueblos de tal manera que apenas podemos ver más allá de las cercas mentales en que se han comprimido nuestro pensamiento crítico y nuestro espíritu rebelde.

Pero no en vano el símbolo de nuestro colectivo está compuesto de dos martillos. Esto no significa otra cosa que toda construcción histórica conlleva una carga previa de "destrucción", de "nihilismo". De ahí que muchas veces se acuse a Resistencia de no ser "constructiva"; cuando en realidad Resistencia es fundamentalmente activa, constructiva, cooperativa y positiva. Quienes así hablan no comprenden la naturaleza "doble" de nuestra tarea: levantar de las ruinas y entre las ruinas de nuestra propia devastación crítica -nuestra libre acción demoledora y nihilista-, un edificio nuevo que sustituya las viejas construcciones del humanismo occidental: todas y cada una de ellas.

Los martillos de la Guerra y el del Trabajo, de la Construcción y de la Destrucción, del Odio y del Amor, del Nihilismo radical y de la Afirmación absoluta, pueden parecer distintos e inconciliables. Pero solo es una "apariencia"; y la lucha contra las "apariencias", contra las ficciones, contra la ilusión, no es otra cosa que la primera batalla en la Lucha por nuestra Visión del Mundo.

LA ILUSIÓN DEMOCRÁTICA por Isabel Escudero

LA ILUSIÓN DEMOCRÁTICA por Isabel Escudero

(Contra la Democracia)

 

Con este mismo título (ya en el año 1992 y a través de la Revista Archipiélago) pusimos en tela de juicio la constitución misma de la Democracia, su engañosa naturaleza y su condición de traidora del pueblo. De entonces a acá todo tipo de atropellos, horrores y estupideces, como podridos frutos de la Democracia, nos han venido invadiendo la vida pública y privada. Desde hace ya años no hay más que abrir un periódico o encender el televisor para que en cascada -siempre renovada y al mismo tiempo inalterable- se nos caiga encima toda la miseria de este progresado Orden Democrático. Rostros de personajones del Gobierno, o de su Oposición (indistinguibles entre sí), Administradores del Estado o del Dinero (que hoy son los mismos) se nos presentan en la modalidad de delincuentes, de fascinerosos, junto a las complementarias figuras del Bueno: el Juez insobornable, el policía honrado, el intrépido periodista, etc. etc. como mascarones de un repetido telefilm servido puntualmente a la hora de las comidas a las familias democráticas. Este marcado signo de "realismo" a base de corruptelas y personalismos, viene a ser la constante de todas las Democracias evolucionadas en las llamadas Sociedades del Bienestar. Chismes y comadreos constantes con apariencias de novedades para entretener a las gentes como si se quisiera decir: "sí, pero estos son los malos, luego están los buenos, los verdaderos demócratas, la auténtica Democracia". Esa es la verdadera función de los corruptos: hacernos mantener la ilusión de una democracia inteligente y honrada, verdaderamente popular, siempre inalcanzable: ideal. No. La Democracia es esto de aquí y ahora: es esta y no otra la Democracia ideal: la auténtica Democracia. De ella y contra ella pues hablamos. No vengan ahora los más creyentes a acallar las críticas en nombre de "los ideales democráticos". Estos que padecemos son precisamente los ideales democráticos. Y esta Realidad democrática (ideal) se sostiene precisamente por sus crisis. Es su crisis permanente la que la sostiene, igual como las ilusiones de mudabilidad sostienen la Idea medular: la creencia inalterada. La apariencia de cambio en los actores sostiene la fe de que aquello podría ser otra cosa. Como si en vez de cuestionarse la Idea misma (por ejemplo del Matrimonio) uno o una tuviera la fe en que basta con cambiar los contrayentes una y otra vez para que aquello funcione. En el caso del Régimen Demotecnocrático, y su fe en el Hombre, en el individuo personal, las imperfecciones de cada moral particular vienen a crear la ilusión del concepto perfeccionado: el Hombre (y el Humanismo) como sustituto reemplazante de la idea de Dios, sus atributos y poderes, su perfección. El Régimen Tecnodemocrático está sustancialmente sostenido por el átomo de las Masas que no es otro que el Individuo personal, con su voluntad propia, su opinión personal, su libertad personal, etc. Todas esas fantasías tan prestigiosas y que tanto publicitan las Democracias. Se trata de atribuirle al individuo una soberanía de razón y hasta inocencia olvidando que, precisamente, ese individuo -tal como hoy funciona- es ya una construcción, una fabricación desde Arriba del propio Sistema Tecnodemocrático y sus poderes más operativos: La Información, el Mercado, el Dinero; los Medios llamados de Comunicación (más exactamente Medios de Formación de Masas) operan a través de la formación de individuos, diseñados paradójicamente con un modelo clónico pero con la ilusión personalizadora, al modo como la publicidad dice a todos: "especialistas en ti".

Veamos. Lo que ya entonces -en aquel numero de la revista Archipiélago- denunciábamos, se ha venido confirmando con creces. La estulticia democrática, la vanidad democrática: su radical vaciedad repleta de caras cambiantes, es hoy la pura realidad cotidiana. Hoy la vida de los ciudadanos no encuentra ya resquicios para librarse de ese impenitente atosigamiento desde Arriba de toda suerte de fechorías y trajines con sus correspondientes salvadores. Hipotecada la vida de las gentes, aplastada con los siniestros, y al mismo tiempo banales, tejemanejes de una clase entretenedora, audiovisual, adornada por una casta que se presenta como "intelectual" y que aspira a no ser menos y así poblar repetidamente hasta la saciedad las tertulias de la pantalla de la caja tonta haciendo el inflado gesto de la "crítica": una crítica conducente únicamente a la recreación de lo mismo con el sostenimiento de opiniones diversas (en el fondo la única), pero lejos de ninguna verdad, y sobre todo ajena al pueblo.

Es precisamente, esa aparente "exigencia de realismo", una de las trampas de la Democracia. Se pretende que se está hablando de algo físico, palpable, popular, cuando bien mirado ya los hechos mismos revelan su carácter ilusorio constitutivamente mentiroso. Por ejemplo la trampa previa consiste en cómo se puede creer que una minoría es la Mayoría (no sólo porque la población votante no deja de ser minoritaria respecto al común de las gentes, sino porque la posterior "representación democrática" siempre es una minoría personalizada cada vez menos representativa de nadie, a no ser de sí mismos, cada vez mas impresentables a medida que van entrando en la escena Democrática). Otra operación tramposa consiste en hacer creer que la Mayoría es todos, esa es otra de las claves de la ilusión democrática: el engaño en que se funda; a partir de esas ilusiones engañosas básicas todos los juegos ilusionistas posteriores, el baile de máscaras, los discursos inflados, los dineros escamoteados, no serían sino ilusiones menores con la que se adorna la gran mentira de la representación democrática: la ilusión de representación.

El papel real de los Medios de Comunicación, o de Formación de Masas, sería el de proteger -no sólo con críticas sino precisamente mediante ellas el poder del Régimen: la constante autorreproducción de estos Medios de amplificación y creación de opiniones juega fundamentalmente con el ilusorio recurso a la libertad individual, a la libertad de "expresión". La "libertad", ese motor que se suponía tradicionalmente como hálito de las revoluciones, se ha elaborado perfectamente como instrumento potenciador del individualismo y , por tanto, es una fórmula de privacidad a interés personal (el mismo "interés" que el de los bancos: el del dinero). El resultado del supuesto ejercicio y suma de esa "libertad" personal es el conformismo generalizado, la obediencia perfecta con el disimulo de la libertad personal. Ejemplo eximio de esta tramposa operación es el automóvil particular (perfecto ejemplo de ciudadano democrático: un coche un voto), que como sabéis propone y faculta ese tipo de ilusoria libertad individual, que bien mirado consiste (véase el ejemplo vivo en un atasco de autopista en fin de semana) en la obediencia extrema: ir al mismo sitio, por el mismo camino, a la misma hora que tu vecino, pero, eso sí, con la ilusión de que uno lo hace por libertad y gusto personal.

Otra trampa a la que recurren las Democracias del Bienestar: cuando se nos presenta a través de los Medios de Formación de Masas otras formas de dominio más primitivas o extemporáneas (por ejemplo con referencias al Tercer Mundo) se está distrayendo y confirmando como "ideal" esta forma del dominio democrático. No hay pues que distraerse con las tiranías de otros mundos, por ejemplo las mujeres del Régimen Demotecnocrático no deberíamos alentar a las mujeres de los Regímenes Monoteístas Subdesarrollados a seguir este modelo nuestro como modelo de liberación. Hay que ser capaces -hay que saber hacerlo- de atacar sus tiranías sin proponerles como alternativas liberadoras estas tiranías nuestras. Hay que desvelar y desilusionar al Mundo no Desarrollado contra éste del Régimen Tecnodemocrático: Modelo (por lo demás) el más perfecto y evolucionado de todos y al que parecen estar condenadas irremisiblemente todos los pueblos y todas las Culturas. No hay que tener miedo de levantarle las vendas a la Democracia para dejar ver sus heridas: la herida del pueblo bajo sus ropajes de bienestar y participación. No estamos tan desesperados como para aceptar que este modelo que tanto nos duele, que tanto ha contribuido a la demolición del pueblo y sus tradiciones, sea el único modelo fatal de gobierno de los hombres. No es incuestionable la Democracia, ni ésta ni cualquier Democracia. Ese aparente poder que el nombre mismo de Democracia pretende conceder al pueblo es también el que le desactiva y le mata. Ver sino cómo las Democracias han terminado radicalmente con las tradiciones populares, bajo el modelo uniformador del Progreso impuesto desde Arriba, y este modelo uniformador que mata las tradiciones para­dójicamente, alienta los Nacionalismos, la constitución de Estados más o menos disimulados, usando el engaño de los Pueblos, justamente sometiendo lo que hay de común y de razón en ellos: lo que hay de pueblo en los Pueblos.

Se atosiga al pueblo desde los llamados Medios de Comunicación con los nefandos pormenores de lo que por allá Arriba pasa (en el Gobierno y en el Gran Dinero) como si fuera un asunto físico, palpable, popular que de alguna manera atañera al corazón de las gentes. Con esa exigencia de realismo figurativo se entretiene y anestesia a las gentes de abajo y claro esa operación tiene su infalible éxito: basta que un ciudadano cualquiera se ponga al tanto de toda esa representación de la estulticia para que automáticamente ya no se pueda desentender de ella, la Información no es inocente. Ya queda marcada la inteligencia y la sensibilidad: se queda ya atrapado por esa estupidez de tener que escoger entre este o aquel personajón en vez de ir directamente a desvelar la vaciedad y ajeneidad misma del mecanismo seducido, el espectador, por el engaño de la ilusión de que él desde acá abajo puede hacer algo, al menos opinar, sobre lo que teóricameme debía pertenecerle, ya que fue él mismo el que con su "libertad personal" votó a futanito o a menganito, a este o a aquel Partido. Se busca desde Arriba la complicidad de los de abajo propiciando una especie de asignación de responsabilidad e ilusión de participación para cerrar este juego engañoso de la representación democrática. Para darle carnalidad con eso que ellos llaman la opinión pública. Pero nos preguntamos cómo todavía hoy día se puede hablar inocentemente de "opinión pública", y de "público". En primer lugar, a qué se le llama Público ¿a las Masas de Televidentes, puntualmente informados y atrapados en las mil y una sandeces que con celeridad de vértigo se les echa todos los días con la apariencia de que pasa algo? ¿Es eso lo que ellos llaman Público? No, esas son las Masas democráticas constituidas por individuos (átomos de esas Masas) previamente diseñados, fabricados y amamantados día a día desde esa eficaz escuela de los Medios de Formación de Masas. ¿Y a que se llama "opinión"?, no a ningún razonamiento libre y popular sino a la asimilación de esas opciones, de esas alternativas fatales que se proponen desde Arriba y ante las que hay que ejercer la tan prestigiosa y cacareada libertad de elección por lo que se escoge entre la misma basura pero con diferente envoltorio, al modo de como se ejerce la libertad de Hipermercado de una marca u otra (todas las mismas con diferente apariencia). Elija usted entre estas posibilidades, da igual lo que elija pero tiene la obligación de elegir: lo único que no se le permite es que no elija nada: que no compre, que no vote... etc. La infracción democrática es sólo decir No a esa obediencia. Ese mecanismo del Mercado de las Sociedades del Bienestar es el mismo mecanismo del manejo de la opinión democrática: elija usted, opine usted entre esas variedades informativas, entre estos tipos del abanico democrático que le presentamos, pero participe, vote y no apague el televisor. Esta ocupación con los entretenimientos de las élites del Estado, del Dinero, de la Justicia, o sea de los regentes de las Democracias, no es inocente; esta ocupación impide de raíz -porque es como un sustituto- cualquier razonamiento libre y desmandado, verdaderamente popular. Hay que elegir. Si Información/no sabiduría. Si opinión/no revolución. No es inocua la Información de Masas. Esa coartada democrática de que basta sacar a la luz las miserias del Estado y el Capital, de hacer "vox populi" los desmanes personales de los gobernantes, para que se desactive el Sistema es mentira. El Régimen Demotecnocrático vive y se sostiene precisamente por esos desmanes "personalizados"; esas crisis son las que sostienen y vertebran el Sistema. Sin esas patologías, sin todos esos tejemanejes con que ilusoriamente se mantiene en el pueblo la apariencia de cambio, el Sistema Demotecnocrático se vendría abajo. Es la Información desde Arriba, esa continua y acelerada ilusión de movimiento, la que sostiene la fe en el Régimen. La Democracia (en su modalidad Progresada) es necesariamente tecnológica y en su estado ideal: audiovisual.

Y que no se nos diga que un ataque frontal a la Democracia -tal y como aquí proponemos- supone un confinamiento a la dicotomía Democracia o Dictadura. Bien sabemos que esta tradicional oposición funciona, como bien ha funcionado a la inversa en nuestro pasado histórico: el oficio peor de las Dictaduras es hacer luego soportable cualquier tipo de gobierno. Pero la Democracia con su creencia en el cómputo de individuos y su fe en la Mayoría no es "en modo alguno" contraria a las dictaduras: representa tan sólo un desplazamiento, un perfeccionamiento del modelo: se constituye así la Democracia como Dictadura de la Mayoría. Es eso lo que se nos propone e impone, pero nos negamos a aceptar que esta Realidad sea todo lo que hay o pueda haber en el mundo y en el gobierno de los hombres. Hay otros mundos inexplorados, otros caminos por hacer, caminos de esos que el poeta dice que se hacen al andar. Estarán quizá fuera de la Historia. Pero si algo tienen que ver esos caminos no hechos con la anarquía es con la condición de que, fuera lo que fuere anarquía, su primera operación es negativa. Por ejemplo: decir No al sustituto: Democracia no es pueblo. Esta vía negativa no se agota y así no hay que dar nunca por sabido ni contado que es eso del pueblo, sino que ello mismo será pueblo porque se deje hablar con voz libre y razón desmandada: que dé señales allá donde florezca a cada instante, sea en la resistencia callada o en la boca de las gentes.

 

[Esta es la transcripción de la charla ofrecida por la poeta y profesora Isabel Escudero en el local de la Confederación Nacional del Trabajo (C.N.T.) de Madrid, el 20 de octubre de 1995. Publicado como epílogo de "Contra el Hombre" (Agustín García Calvo, Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo, 2ª edición, Madrid 1997).De http://www.contranatura.org/articulos/Polit/Escudero-Ilusion.htm]

 

Maurizio LATTANZIO, "BERLÍN 1945"

Maurizio LATTANZIO, "BERLÍN 1945"

EN EL NOMBRE DE LA RAZA

“Avanguardia”; nº 183 - Abril 2001

 

“Sparagli Piero / sparagli ora / e dopo un colpo / sparagli ancora / fino a che tu non lo vedrai esangue / cadere in terra / coprire il suo sangue”  Fabrizio De Andrè

 

Mauricio Lattanzio había evitado de forma consciente la evocación racial y la representación político-literaria de la Batalla de Berlín (“Per Chi? Es una buena canción de los Gens...)...

[...]

Maurizio Lattanzio ha disparado un pistoletazo contra la nuca pelada y sebosa del neofascismo atlántico de servicio, estableciendo así el final de una parodia política técnicamente complementaria del Sistema judaico-mundialista. Fenómeno propiciatorio de  las condiciones necesarias, aunque no suficientes, para la afirmación de la esencia revolucionaria del nacionalsocialismo alemán, que en el Tercer Milenio, habrá de encarnarse en la forma racial del soldado político nihilista (nos vienen a la mente los jemeres rojos de Pol Pot... para entendernos...), conforme y exacto precipitado antropológico de la vertical manifestación guerrera culminante y victoriosa de la legendaria apoteosis combatiente de la batalla de Berlín.

Durante la segunda posguerra, el neofascismo de servicio ha subrayado constantemente la vigencia concluyente de la más grande batalla total de la historia, erigiéndola como falso expediente de nobleza de un hábitat antropológico perniciosamente predispuesto al masoquista cultivo y a la patológica complacencia de la derrota, entendida como premisa para la des-responsabilización política  y como acontecimiento-cierre  final para la reelaboración de cualquier ulterior praxis político-alternativa  antisistémica.

Por su mala fe, habiendo refrendado la batalla de Berlín el final definitivo del Nacionalsocialismo y, más ampliamente, del Fascismo europeo –toda perspectiva realista de una dinámica político-revolucionaria de lucha contra el Sistema para la aniquilación del Sistema, estaría caracterizada por su frivolidad, porque la partida decisiva se había jugado en 1945. Todo lo más, han vislumbrado, el efecto militar de aquella batalla y de aquel conflicto, mientras que, evidentemente, ha escapado a su penosa capacidad de comprensión y a su tortuosa sub-dotación racial, manipulada desde los aparatos operativos estadounidenses, el valor simbólico, espiritual y político racial del totalkampf de Berlín, hoy transferido a la batalla política conducida por la Comunidad Política de Avanguardia, conscientemente alineada al lado del Islam tradicional y revolucionario ejemplarmente encarnado en la República Islámica de Irán.

La batalla de Berlín constituye la epifanía histórica de un significado metahistórico, es decir de la lucha cósmica – el Kòsmos, entendido como orden divino que se imprime sobre el desorden demoníaco asimilable a la noción de Kàos-  entre el principio olímpico-solar de la Tradición: encarnado por el Tercer Reich nacionalsocialista, y las fuerzas telúrico-lunares de la Subversión, encarnadas por las bandas mercenarias sionistas sometidas al bolchevismo hebreo y a las judeo-democracias occidentales: “De un lado–escribe Julius Evola- estaba el principio olímpico de la luz, la realidad uránica y solar; del otro, la violencia bruta, el elemeno titánico-telúrico, bárbaro en sentido clásico, femenil-demonico.   El tema de esta lucha metafísica retorna en innumerables formas en todas las tradiciones de origen ario. Toda lucha en sentido material era vivida siempre con mayor o menor consciencia de nos ser otra cosa que un episodio de dicha antítesis...”; de hecho “... la arianidad se consideraba a sí misma como milicia del principio olímpico (...). En la imaginería  del mundo tradicional toda realidad se convertía en símbolo. Esto vale para la guerra también desde el punto de vista subjetivo e interior. Así podían quedar unidos en una sola y misma entidad guerra y vía a lo divino. (...)el Walhalla es la sede de la inmortalidad celeste, reservada principalmente a los héroes caídos sobre el campo de batalla. El señor de estos lugares, Odín-Wotan, es presentado  en la Ynghingasaga como aquel que con su sacrifico simbólico en el Árbol cósmico Ygdrasil ha indicado el camino a los guerreros, camino que lleva a la sede divina, donde florece la vida inmortal. (...) ningún sacrifico o culto es tan grato al dios supremo que el que se ofrece cuando se muere combatiendo sobre el campo de batalla. (...) gracias a los guerreros que, cayendo, ofrecen un sacrificio  Odín, se engrosan las filas de aquellos que este  dios necesitará  para la última batalla contra el ragna.-rôkkr, esto es contra el fatídico “oscurecimiento de lo divino”, que, desde tiempos lejanos, se cierne amenazante sobre el mundo” (1) 

Por lo tanto, la batalla de Berlín, incluso en el plano simbólico-tradicional, lejos de configurarse cono última batalla, es la prefiguración histórico-simbólica de la batalla decisiva que, en el transcurso del tercer milenio ( ¿o dentro del primer quinquenio? O incluso más tarde, teniendo en cuenta que el hebreo Edward Luttwak, autorizado portavoz mundialista, en una entrevista  concedida a “Il Messaggero”, el 25 de marzo de 1997, al periodista Luigi  Vaccari que le preguntaba: “¿Qué  papel asignan en este escenario, al fundamentalismo islámico?”, respondía así: “Comparado con estas magnas transformaciones, es un problema menor: verdaderamente insignificante. La mayor parte de los países musulmanes ya lo está combatiendo vigorosamente. Los mismos fundamentalismos son tan débiles que ni siquiera en Israel, donde viven junto al enemigo, logran hacer algo: matan tres personas acá, cuatro allá. Son una panda de inútiles. [NdT- Aseveración de 1997: ¡todo un profeta!...¿Dónde están las Torres Gemelas...J?] La crisis finisecular es el retorno de la pobreza que se manifiesta en los bajos salarios y con el desempleo ya no estacional sino crónico”. En fin, que es como decir “que están verdes...”, oseasé la zorra que habla de las uvas... pasemos del Islam tradicional y revolucionario, sea porque las sanciones  económicas decretadas unilateralmente por los USA contra la República Islámica de Irán se hayan caído (en 1996) estrepitosamente sobre la cabeza de Clinton, sea porque existe el riesgo de perjudicarse... sea porque la estrategia  y la praxis mundialistas, provocan desequilibrios socio-económicos que, para los oligarcas judíos, resultan mucho más peligrosos  que las vanguardias  combatientes musulmanas... a propósito leed el libro de Lester C. Thurow, “Il futuro del capitalismo”, Mondadori, 1997. y también porque [...] querido Luttwak, los inútiles sois vosotros. Por otra parte, para vosotros la bajamar, la inflexión iniciada en 1991 continúa...  habrías debido jugar a ganar entonces porque ¿cuando coño ibais a acabar? ...Inútiles totales... porque el mundo se divide en dos categorías: los que no acaban las partidas y aquellos que remontan: vosotros no sabéis terminar las partidas...), será combatida con desenlace victorioso, por los militantes totales de la Orden de la Tradición contra el desorden subversivo representado por el Sistema judeo-mundialista, reflejando, sobre el plano histórico formal, el símbolo metahistórico de la lucha espiritual entre Tradición y Subversión

 

 

Sobre el plano espiritual, la ética guerrera que nutrirá la superior capacidad de combate de los soldados políticos SS, así como de los soldados de la Wehrmacht, constituye la manifestación histórica de los valores internos de toda forma tradicional que haya conocido experiencias espirituales de iniciación guerrera: “...tal acción espiritual –esribe Julius Evola-  consistía en la transformación del yo individual de la consciencia humana normal, circunscrita e individuada como tal, en una fuerza profunda, supraindividual (...) que está más allá del nacimiento y de la muerte.”. Esto determina “... una crisis destructiva; parecida a una descarga electrica, que sigue a una tensión demasiado elevada de energía en el circuíto  humano. (...) en tal caso, se produciría una especia de  experiencia activa de la muerte (...). En la tradición nórdica, el guerrero ve a la propia walkiria en el preciso instante de la muerte o del peligro mortal. (...) Durante el ápice del peligro en el combate heroico se admite la posibilidad de tal experiencia supranormal. (...) Las Furias y la Muerte, que el guerrero debe afrontar materialmente en el campo de batalla,  se le contraponen también interiormente en el plano espiritual, bajo el aspecto de un amenazador irrumpir de las fuerzas primordiales dentro de su ser. En la medida en que triunfe sobre ellas,  la victoria será suya.”(2)

 

Estas potencialidades formatrices simbólico-guerreras han plasmado  seguramente la forma antropológica e inspirado las ejemplares conductas de aquellos que, de modo consciente, han vivido la batalla de Berlín como  acto absoluto que, irrumpiendo sobre el plano de la contingencia histórica, actualiza, más allá de cualquier cuantificación utilitarista de las circunstancias, la dimensión divina del valor arquetípico-guerrero. Tal acto devastará el horizonte histórico de la vacilante humanidad acostumbrada a medir la conveniencia política en función del éxito militar de un episodio bélico extraño ya a cualquier valoración de oportunidad, incluso meramente táctica. En 1945, en Berlín, no se piensa ya en términos humanos: la aristocracia política nacional-socialista será la manifestación racial de un estilo de conducta ajeno al dominio contingente  de la excitación activista en la que los humanos (¿) consumen sus insignificantes existencias. El Führer, realmente, conoce el espesor cósmico inherente al enfrentamiento militar que le contrapone a las fuerzas aliadas, brazo armado del capitalismo judaico internacional. Así pues, la guerra debía sin duda concluirse con la victoria total o con el aniquilamiento total. “Ya en 1923 –escribe Serge Hutin-, diez años antes de su llegada al poder, Hitler afirmaba, con su característico estilo profético: `Lo que hoy se prepara mucho más grande que la Gran Guerra. ¡El enfrentamiento acaecerá sobre el suelo alemán  en nombre del mundo entero! No existen más que dos opciones: o seremos nosotros los corderos del sacrifico o seremos los vencedores” (3) Igualmente, Pauwels y Berger escriben: “(...) Fue una guerra maniquea o, como dice la Escritura, `una lucha de dioses´. No se trata, entiéndase bien, de una lucha entre Fascismo y democracia (...). Este es el aspecto exterior de la lucha. Hay un esoterismo. Esta lucha de dioses que se desarrolla detrás de los sucesos aparentes no ha terminado sobre el planeta... ” (4)Así, el 16 de febrero de 1945, el Führer, desde su Cuartel General, pronuncia las siguientes palabras: “De una lucha desesperada se irradia siempre un eterno valor ejemplar”.(5)

Sobre el plano político-racial, nosotros afirmamos que, en el Apocalipsis de Berlín, la forma política nacionalsocialista esculpirá el contorno racial de una figura nueva, el soldado político nihilista, el cual proyectará su descarnada imagen más allá del epílogo del segundo milenio. Los soldados políticos SS no combatirán por una ratio estratégico-militar ya inexistente; no combatirán por Dios, prófugo entre las ruinas de Berlín; no combatirán por la Patria (con la “P” mayúscula...), a la sazón íntegramente ocupada por las bandas mercenarias sionista soviético-estadounidenses; no combatirán por las mujeres y los niños, botín de guerra ya para los calmucos borrachos; no combatirán para sobrevivir: de otro modo se habrían rendido. Los soldados políticos SS combatirán en el nombre de la raza, es decir en el nombre de la fidelidad a la propia raza, en la que vive la superior esencia de la sangre arioeuropea, fatalmente abocada a un destino mortal. Son los visionarios presentimientos nihilistas del superhombre de Friedrich Nietzsche y, posteriormente, del autarca esbozado por Julius Evola en la glacial escultura literaria de “Cabalgar el Tigre”.  Entre las ruinas de Berlín, surge el hombre nuevo que afirmará los valores espirituales, aristocráticos, jerárquicos y guerreros del Tercer Reich nacionalsocialista en la edad del nihilismo comtemporáneo. Es el “rito de tránsito”, que partiendo de la figura del soldado político SS, arribará a la Iniciación de la Nada, estableciendo un continuum antropológico con la futura aristocracia política compuesta por los soldados políticos nihilistas del tercer milenio. Estos serán los iniciados de la Nada, a los que, internamente, no pertenece ninguna de las “buenas y venerables cosas” que amueblan la pocilga burguesa, también porque, simétricamente, ellos tampoco pertenecen a nada. El fuego de Berlín es la metáfora histórica del fuego existencial nihilista de la propia vida, conducida gradualmente a quemarse dentro de sí, mediante la gélida supresión de las adherencias de tipo naturalista que subordinan los comportamientos particulares a la esfera vegetativa individual, condicionada por la bestial dictadura de las pulsiones sentimentales y del instinto de conservación. Para los combatientes de Berlín no existe el miedo, porque quien no es esclavo del miedo ha superado la vida, él es el dominador de la muerte. Quien no pertenece a nada es capaz de todo (incluso de ir a levantaros en vuestras casas a las zorras de vuestras mujeres...). Resulta por ello racialmente idóneo para el reclutamiento en la aristocracia política revolucionaria que dirigirá la guerra total de aniquilación contra el sistema judaico-mundialista. Solo entonces la calavera plateada bordada sobre los distintivos del uniforme de los soldados políticos SS no será impotente aderezo nostálgico ni inútil deleite literario. Así, este sello simbólico identificará a la aristocracia revolucionaria de los soldados políticos nihilistas transformados por la Iniciación de la Nada, es decir por la “prueba del fuego”, ya des-velada por Julius Evola: “Ser capaz de renunciar a todo (...).Ésta (...) es la primera condición para semejante Vía.  Es la preliminar experiencia la Gran Soledad, el desierto sin luz en medio del cual el Yo debe hacerse fuerte, mediante un poder que debe crear absolutamente de la nada. De donde la prueba del Fuego. (...)... generar en sí mismo el poder de dotarse de una vida superior mediante el incendio y la catástrofe de toda la propia existencia; afirmar la autonomía personal resistiendo cuando todo se tambalea bajo nuestros pies, cuando ya  no se toca fondo y todo lo que antes sosegaba la persuasión pierda ahora firmeza y se disuelve en un caos irresistible: tal es la nueva misión. Lo cual ungirá (...) toda la condición de la persona; puede pues transformar desde la ironía por cualquier expresión estética y de la disolución de toda religiosidad, hasta una locura consciente y meditada; de un implacable y omnipresente escepticismo cáustico [extraer] toda certitudumbre filosófica y ciebtífica, hasta la violación deliberada de toda ley moral y social; de la reconsagración más allá de cualquier valor reconocido y de cualquier autoridad, hasta la negación de toda fe, ideal, o entusiasmo y el desprecio a todo sentimiento de humanidad, de amor o respeto. En definitiva, de la severidad de una disciplina ascética y mortificante que tenga en sí misma, en su instante puramente negativo, el propio fin y la propia alegría, hasta un desatado orgasmo que, al alcanzar la máxima intensidad, queme en sí misma toda pasión. Por encimo de todo: saber llevar al extremo todo lo que el terror originario ha exacerbado, todo lo que nuestro ser natural e instintivo rechaza desesperadamente, saber romper el limite y excavar siempre más profundamente, por doquier, el sentido del abismo vertiginoso, y permanecer en el tránsito, subsistir allí donde los demás habrían dado la vuelta. Nada puede existir ya, llegado a ese punto, que pueda ser respetado, nada hay que no se sea capaz de hacer. (...) Una dependencia no es mejor que otra y el objetivo no es cambiar de amos (ley del bien, del espíritu, de la libertad, etc.), sino más bien reafirmar el yo sobre cualquier interrelación, cualquiera que ésta sea –de convertirse en algo ágil, duro, frío, inasible, de repente, algo que es libre en ese  su vivir peligrosamente como fuerza antagonista de toda limitación y de toda compasión”. (6)

Para los hombres de esta raza, el término “rendición” será un ininteligible sonido formado por nueve fonemas... Para ellos, en el ámbito de un específico marco de referencia militar, el combate será concebido exclusivamente como praxis táctico-estratégica ofensiva, siempre y en todo lugar orientada a la aniquilación del enemigo, lista para hacerle  daño a quien quiera hacerte mal... Ellos estarán siempre decididos a elevar el coeficiente de intensidad del conflicto contra quien, en una noche– por lo demás, tórrida... - de medio estío, ha soñado con meterle miedo...¡buh!...conscientes siempre del hecho de que se responde al enemigo con multiplicada eficacia combativa... capaces siempre de dejar señales indelebles sobre el rostro y sobre la vida de los que, no importa el resultado victorioso o frustrado, le han agredido... determinados siempre al ataque, incluso sobre las calles de Berlín, a escasos cientos de metros ya del Führerbunker. Hemos evocado así, desde las semilleros de la Nada, la raza de los combatientes capaces de hacer probable lo imposible...

La batalla del Kursk y la contraofensiva de la Ardenas, precedida de la invasión aliada de Normadía, constituyen los acontecimientos bélicos que permitirán a las bandas mercenarias del judaísmo internacional plutocrático-bolchevique de circunscribir estratégicamente el objetivo militar simbolizado en la capital del Tercer Reich.

En el verano de 1943, el Führer decide retomas la iniciativa estratégica en el frente oriental, poniendo en marcha una tercera ofensiva. Todo ello no sin relación con el hecho de la industria bélica nacional-socialista se prepara para alcanzar los máximos niveles productivos. Es la operación “Ciudadela”. Se trata de envolver y aniquilar a un millón de soldados soviéticos, el 40% de las fuerzas disponibles del Ejercito Rojo, encerrándoles mediante una maniobra de tenaza en el saliente del Kursk. Las divisiones blindadas de la Wermacht se abrirán así nuevamente paso hacia Moscú, capital del judeo-bolchevismo: “La victoria del Kursk –el Führer está segura de ella- será un faro que alumbrará el mundo”. Pero la acción de espionaje de la “Orquesta Roja” permitirá a los soviéticos conocer de antemano los planes nacional-socialistas y  activar una sólida barrera defensiva, gracias también y sobre todo a la ayuda militar judaico-estadounidense. Baste pensar, por ejemplo, en los 500.000 veloces vehículos blindados de trasporte que permitirán a los soviéticos desplazar rápida y fulminantemente, soldados y equipos a lo largo de la vastísima línea del frente.

Al término de la más grande batalla de tanques de la historia, los combatientes nacional-socialistas habrán perdido medio millón, las mejores unidades acorazadas, así como, y por siempre, la iniciativa estratégica en el frente oriental.

“Cuando desembarquen –son palabras de Erwin Rommel- debemos arrojarles al mar el mismo día. Ese será, para Alemania, el día más largo”. Y el día más largo, en el frente occidental, llegará el 6 de junio de 1944, cuando los mercenarios anglo-estadounidenses, brazo armado del capitalismo judío internacional, inicien el proceso imperialista de ocupación de Eurasia, desembarcando en Normandía:  “....6480 barcos de transporte, con cerca de 4000 lanchas de desembarco, escoltados por 6 acorazados, 23 cruceros, 122 cazatorpederos, 360 destructores y vario centenares de naves de apoyo” (7), vomitarán contra las defensas del Muro Atlántico una marea de soldados y de armamento. Desde el cielo, 13000 aeronaves, frente a las que la Luftwaffe solo podrá oponer 319, arrojarán sobre los heroicos soldados del Tercer Reich 12000 toneladas de bombas. Desde ese momento, gracias a una ingente superioridad material, las bandas sionistas abrirán una mortal herida en el flanco occidental de Eurasia. Estas [bandas] apuntarán hacia Berlín, confrontadas, por su parte, con supremo orgullo, por la superior voluntad y por la incomparable capacidad de combate de los soldados del Tercer Reich, encarnada en la legendaria contraofensiva de las Ardenas de diciembre de 1944: la “batalla de los gigantes”, como será definida por los propios estadounidenses: “Objetivo Amberes, el gran puerto belga –escribe Romualdi sin el cual los americanos no podrían alimentar la ofensiva contra Alemania. Es la extrema, genial movimiento, que intenta repetirla maniobra de 1940, la fractura del frente enemigo y el embolsamiento de una parte de él” (8)

Entre los bosques de las Ardenas, los generales de las Waffen SS Sepp Dietrich y Joachin Peiper, los generales de la Wermacht Hasso Von Manteuffel y Walter Model, serán los protagonistas de la magistral contraofensiva de los ejércitos nacionalsocialistas. El 6º Panzerkorps de Dietrich penetrará en Malmedy para avanzar hacia Amberes; Von Manteuffel y Model avanzarán sobre Bruselas a través de Bastogne y el Mosa; al sur, Peiper, al mando de otra leyenda (una de tantas...), a saber la 1º División acorada “Leibstandarten SS Adolf Hitler”, protegerá el flanco meridional: 28 divisiones, 200000 hombres y 1000 tanques se lanzan contra las defensas aliadas. Los anglo-estadounidenses tomados por sorpresa, vacilan. Parece el enésimo milagro bélico auspiciado por la insuperada genialidad estratégica del Führer. Pero, la distancia, la falta de carburante, la imposibilidad de auxilio aéreo de la Luftwaffe, favorecerá a los ejércitos sometidos al judaísmo internacional..

También en el frente occidental, la iniciativa estratégica se ha agotado definitivamente.

En enero de 1945, ya antes de la caída de Budapest y de Varsovia, las relaciones de fuerza han estallado irreversiblemente: a lo largo de la línea comprendida entre la Prusia oriental y los Cárpatos, el Ejército Rojo despliega conjuntamente 3.900.000 soldados contra 1.000.000; 50.000 cañones contra 12.000; 9.800 tanques contra 1.836; 14.800 aviones 1970. El 12 de enero de 1945, bajo mando del mariscal Koniev, comienza la ofensiva soviética en dirección a Berlín: “Y de esta manera –escribe Joachim C. Fest.-, todo el dispositivo desplegado entre el Báltico y los Cárpatos se pone en marcha, y se trataba, por parte soviética, de una enorme maquinaria bélica, cuya superioridad era de once contra uno respecto a los alemanes en lo tocante a la infantería, de siete contra uno en cuanto a las fuerzas acorazadas, y de más de veinte contra uno en cuanto a la artillería” (9)

El 16 de enero de 1945, el Führer, abandonando la Wolfschanze de Rastenburg, en la Prusia oriental, retornará a Berlín para esperar al enemigo de raza y para hacer de la batalla de Berlín su batalla, o sea el apocalíptico incendio de la Civilización ario-europea: “Hitler había decidido permanecer en Berlín para asumir personalmente la defensa de la ciudad(...). Los presentes intentaron disuadirlo para que abandonara la capital pues era imposible ya controlar la situación; pero Hitler respondió (...) que se quedaría y para subrayar su decisión anunció que había comunicado su presencia en la capital”. (10) Son las palabras del Führer: “Se acerca el fín, así pues deseo que me encuentre aquí, en la Cancillería del Reich. Para mí no existen compromisos. Menos aún  el caer en manos del enemigo. Me quedo en Berlín” (11) Las ruinas de la capital del Reich serán tapizadas –junto a las precedentes proclamas: “WIR KAPITULIEREN NIE” (No capitularemos jamás)- de manifiestos impresos con el siguiente texto: “El Führer está en Berlín. El Führer permanecerá en Berlín. El Führer defenderá Berlín hasta el último suspiro”.

De tal voluntad se hará eco el doctor Goebbels: “Cuando se hable de estos días, la Historia no podrá decir nunca que el pueblo haya abandonado a su jefe o que su jefe haya abandonado a su pueblos. ¡Y esta es la victoria!” (12).

Entretanto, 6.200 carros soviéticos T 34, apoyados por miles de aviones, invaden las llanuras polacas. El ReichsFührer SS Heinrich Himmler, nombrado comandante del Grupo de Ejércitos Vistula, intenta lo imposible en el frente de Pomerania. Soldados políticos SS y mílites de la Wermacht, voluntarios europeos encuadrados en las Waffen SS, se desangran para contener a las hordas eslavo-mongolas del judeobolchevismo. En marzo, sin embargo,  lo imposible se hace probable: el frente queda fijado sobre el Oder: Berlín es ya ciudad de primera línea y Joseph Goebbels, Gauleiter de la capital y Reichkommissar para la guerra total, organiza la defensa. Proclamada la movilización total, todos los hombres aptos entre los 15 y los 60 años, armados de Panzerfaust, son alistados en el Volksturm y en la Hitlerjugend; serán el ejército del pueblo que contribuirá a la defensa final de la capital del Tercer Reich y de Eurasia.

El 16 de abril, a las 4 horas de la mañana, 22.000 piezas de artillería, 13 Ejércitos, ante los cuales se opone sólo el Ejército del General Heinrici, desencadenan el ataque final a Berlín.. Se luchará casa por casa, en las calles, en las plazas, guiados por la indomable voluntad del Führer, primer soldado político del Orden Nuevo, que estará presente de su puesto de mando en el “Führerbunker” de la Chancillería del Reich, para combatir, hasta la trágica conclusión final, su batalla, la batalla de Berlín. Consumiéndose, así, en el sudario de sangre y fuego en el que quedarán mezclados los despojos mortales de la capital del Tercer Reich.

Mientras sobre la Alexanderplatz el Kampfkommandant Barefànger responde a quien le espeta sobre la escasez de municiones: “Entonces lucharemos con arma blanca. NOSOTROS DEFENDEMOS UNA IDEA”; entretanto sobre la Friedrichstrasse, sobre la Postdamerplatz y sobre Wilhelmstrasse, las Waffen-SS y la Hitlerjugend de Axman, alcanzando la cúspide del sobrehumano heroísmo, consiguen contener todavía el asalto final  de la jauría eslavo-mongoloide; mientras  el 29 de abril de 1945, los soldados políticos de la “SS Charlemagne” y de la “SS Norland” desencadenan  una legendaria contraofensiva en la Belle Alliance Platz, destruyendo siete tanques soviéticos; y, entonces, mientras el 30 de abril de 1945, los defensores de la Chancillería del Tercer Reich –supervivientes de la “SS Charlemagne” y de la “SS Norland”,  del “15º de Fusileros SS Letones”, y soldados de la Wermacht- serán aniquilados enfrentánse a lo soviético a bayoneta calada sobre las escalinatas  y por fin bajo los sótanos del Reichstag, un comunicado radiofónico fundamental, escueto, espartano de majestuoso laconismo, testimoniará el epílogo ejemplar de una existencia virilmente vivida en la forma heroica de la milicia total. “El Cuartel General  comunica que, hoy por la tarde, nuestro Führer Adolf Hitler ha caído por Alemania, en su puesto de mando en la Cancillería del Reich, combatiendo al bolchevismo hasta el último estertor. El 30 de abril el Führer ha nombrando sucesor suyo  al Gran Almirante Doenitz”.

“AltísimaS, vibrantes, graves después, más altas aún luego, lúgubres y solemnemente fúnebres, resonaban las notas de la marcha fúnebre de Sígfrido del “Crepúsculo de los Dioses” “ (13)

En el nombre de la raza.

 

 

Maurizio Lattanzio

 

NOTAS:

1) Julius Evola, "La dottrina aria di lotta e vittoria", Ed. di Ar, s.d.;

2) Julius Evola, op. cit.;

3) Serge Hutin, "Governi occulti e società segrete", Ed. Mediterranee, Roma ‘73;

4) Berger e Pauwels, "II mattino dei maghi", Mondadori, Milano ‘63;

5) Adolf Hitler, "Ultimi discorsi", Edizioni di Ar, Padova ‘88;

6) Julius Evola, "Fenomenologia dell’Individuo Assoluto", Ed. Mediterranee, Roma ‘76;

7) A. Romualdi, "Le ultime ore dell’Europa", Ciarrapico Editore, Roma ‘76;

8) A. Romualdi, op. cit.;

9) Joachim C. Fest, "Hitler", Rizzoli Editore, Milano ‘74;

10) M. L. Gennaro, "La battaglia di Berlino", De Vecchi Editore, Milano ‘74;

11) R. D. Múller ‑ G. R. Ueberschar, "La fine del Terzo Reich", Il Mulino, Bologna ‘95;

12) P. J. Goebbels, discorso del 20 aprile ‘45;

13) A. Romualdi, (pref. a) Adolf Hitler, "La battaglia di Berlino", Ed. di Ar, Padova ‘77

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LA ESCUELA DE MISTICA FASCISTA por Antonello Patrizi*

LA ESCUELA DE MISTICA FASCISTA por Antonello Patrizi*  

* (del Instituto Siciliano de Estudios Políticos de Palermo, ISSPE)

 En los primeros días de abril de 1930 Niccolò Giani funda en Milán, junto a un grupo de jóvenes mayoritariamente universitarios, la Escuela de Mística Fascista:  “Para la gran mayoría de nuestros compañeros –escribía Giani- nuestra revolución era contemplada con relación a sus logros concretos, el aspecto profundamente espiritual del fascismo se les escapaba en todo o casi. Frente a tal petrificación de nuestra revolución nos levantamos” (1)

La Escuela (que se autotituló Sandro Itálico Mussolini hijo de Arnaldo Mussolini prematuramente desaparecido) se proponía “difundir mediante conferencias y publicaciones, los principios conformadores de la Mística Fascista y su realización especifica” (2).“No busquéis más allá –escribía Giani director de la Escuela hasta 1941- mirad el fascismo, preparaos para conocerlo y lo amareis, estudiadlo y se convertirá en vuestra idea. No será para vosotros una cadena sino un vínculo de amor que enlace con un estadio más grande para la humanidad. Será para vosotros y para todos la aurora de un nuevo día”.(3)

La actividad de los jóvenes místicos se centraba en reuniones públicas, abiertas a todos “puesto que –afirmaban- el Fascismo es apostolado al que todos pueden acercarse con corazón sincero para sentir la belleza y tomar conciencia de la altura de la misión que la providencia  ha confiado al Duce”(4). Inspirador del grupo de jóvenes de la Mística fue Arnaldo Mussolini (5) que con el discurso Conciencia y deber, pronunciado durante la inauguración del tercer año de la escuela, suministró a los jóvenes místicos lo que consideraron su manifiesto ético-político, “el espíritu que os anima –había afirmado Arnaldo Mussolini- está en perfecta sintonía con el transcurrir del tiempo que no conoce barreras ni límites críticos; Mística constituye una llamada a una tradición ideal que revive transformada  y recreada dentro de vuestro programa de jóvenes fascistas renovadores. [...] Para nosotros el problema de los jóvenes es una cuestión de formación sólida del carácter y para vosotros los jóvenes se resume en la indisoluble unidad de este binomio: conciencia y deber. [...] El mañana debe ser mejor que el hoy. En una palabra, vosotros debéis ser mejores que nosotros. No me disgusta ver en vosotros a jueces severos e intransigentes con cosas y personas. [...] Las cuestiones de estilo incluso en asuntos menores deben tener para vosotros una importancia singular, esencial. Todo joven fascista debe sentir el orgullo de su juventud unida al sentido de sus propios límites [...] cualquier mácula en el estilo, estará siempre fuera del espíritu y fuera de los hábitos fascistas. Las miserias no son dignas del siglo veinte. No son dignas del Fascismo. Nos son dignas de vosotros”.(6)

El culto al Duce, como fundador y máximo intérprete del fascismo y de su misión histórica, se colocó en el centro de la actividad de las Escuela de Mística Fascista. “Toda auténtica revolución mundial –escribía Giani- tiene su mística, que es su arca santa, es decir el conjunto de ideas-fuerza que están destina a desplegarse y actuar sobre el subconsciente de los hombres. La Escuela ha surgido precisamente para extraer del núcleo del pensamiento y de la acción del Duce estas ideas-fuerza. La fuente, la única, exclusiva fuente de la mística es de hecho Mussolini, solamente Mussolini. ¿Es que acaso ignorando o no conociendo a fondo el pensamiento del Duce se puede afirmar que se es fascista? Nosotros decimos que no. Que  el fascismo no es instinto sino educación y por ello es conocimiento de su mística, que es conocimiento de Mussolini”(7) En el estudio de Mussolini, único y auténtico “evangelio del fascismo”, los jóvenes de la mística encontraban todas las respuestas, “solo Su palabra puede dar respuesta exacta y perfecta a nuestras dudas, puede aplacar nuestras ansias, puede disipar nuestras dudas. He aquí por qué razón Sus actos y Sus discursos deben ser nuestro viático cotidiano, nuestro breviario de cada día, la respuesta rápida a todas nuestras angustias secretas. He aquí por qué los jóvenes debemos tenerlo siempre cerca y estudiarlo con amor, conocerlo sin lagunas, profundizando en él sin descanso. [...] Dudas y pesimismo, miedos e incertidumbres desaparecen cuando se abre la página correcta y se lee el pensamiento preciso del jefe. Esta alegría y esta riqueza deben ser generales: es lo que queremos; y para ello debemos lograr la exposición orgánica de todo Su Pensamiento y de toda Su Acción”(8).

La fe se consideraba por los “místicos” como uno de los principales valores de la militancia política, Giani “fue sobre todo un creyente y un intransigente.. Algunos podrían denominarlo un fanático [...]. Su espíritu se rebelaba contra cualquier forma de compromiso; en el terreno de la fe no admitía componendas; lo bello, lo bueno, lo verdadero están a un lado de la trinchera; en el otro lado lo feo, el mal, la mezquindad”.(9) Los jóvenes de la mística se sentían parte de una orden religiosa, de hecho en la consigna dada a la Escuela por Mussolini había dicho de ellos: “La mística es más que partido orden. Quien forma parte de ella debe estar dotado de un gran fe. El fascismo debe tener sus misioneros, es decir que sepan persuadir de la intransigencia de la fe. Es la fe la que mueve –literalmente- las montañas. Esta podría ser vuestra consigna.”(10).

Fueron frecuentes los llamamientos desde la Escuela para combatir el espíritu burgués en todas sus formas: “rechazamos –escribía Giani- con todas nuestras fuerzas a aquellos que querrían sofrenar la Revolución  reduciéndola a diligente y disciplinado guardián de sus pequeñas o grandes, pero siempre miserables, fortunas, olvidando que al Fascismo hay que servirle y no servirse de él [...] Señalemos a los temerosos, a los remolones, a todos los que en la revolución han visto y continúan viendo solamente al carabinero que debe garantizar su respetuosa tranquilidad doméstica”.(11)

Tenía –según Daniele Marchesini- “una actitud intolerante ante todo cuanto no fuese fanáticamente ortodoxo y se opusiera a la realización de un fascismo revolucionario. Mantenía [...] una polémica llevada con sinceridad, honestidad y buena fe contra el “arribismo”  y el “conformismo”, contra una jerarquía esclerotizada por la burocrática mentalidad de las media tintas” (12). Los jóvenes de la mística  debían formar a los hombres, a los hombres nuevos, a los italianos de Mussolini, “solo cuando un valor –escribía Giani- o un principio se hace connatural hasta el punto de convertirse exigencia irrevocable, o sea estilo, es históricamente operativo. Y el estilo, solamente el estilo es revelador de la capacidad de los hombres nuevos y el estilo distingue realmente al fascista”(13).  La mística debía representar no una “concepción cultural”, sino de un modo de vivir fascista, “no quiere suministrar cultura, ni doctrinarismo, sino que ellas es y quiere ser maestra de vida: que todo vuelve a los hombres, ha dicho Mussolini” (14).

“Somos de los místicos –afirmaba Giani en el Encuentro nacional organizado por la Escuela en 1940 sobre el tema “Por qué somos de los místicos”-  porque somos de los intransigentes, de los sectarios, si tal cosa puede decirse, del Fascismo, partisanos

por antonomasia y por ello mismo, para el burgués clásico, también absurdos [...] por lo demás en lo imposible y en lo absurdo solamente no creen los espíritus mediocres. Pero cuando existe la fe y la voluntad, nada es absurdo [...] La historia es y será siempre un absurdo: el absurdo del espíritu y de la voluntad que somete y vence a la materia: es decir la mística. Fascismo igual a Espíritu, igual a Mística, igual a Combate, igual a Victoria, porque creer no se puede si no se es místico, combatir no se puede si no se cree, avanzar y vencer no se puede si no se combate”(15)

El estallido de la guerra representó para los jóvenes de la Escuela el banco de pruebas de su capacitación, “una revolución –había escrito F. Mezzasoma vicedirector de la Escuela- que quiera mantenerse y perpetuarse en el tiempo tiene necesidad de poner a prueba  bajo el fuego de la guerra la idea de la cual ha surgido y por la cual combate” (16). En la primavera de 1943 serán 16 los caídos (cinco las Medallas de oro) de la Escuela.Niccolò Giani cayó en Albania el 14 de marzo de 1941. Se le confirió la Medalla de Oro al Valor Militar a título póstumo por los siguientes motivos: “Voluntariamente, como ya había hecho otras veces, asumió el mando de una dura patrulla de asalto, a la cual se le había confiado una misión arriesgada. Combatiendo contra fuerzas superiores en numero, con gran coraje las atacó usando bombas de mano, haciendo prisionero a un oficial. Rodeado, dispuso con soberbia calma y decisión a sus hombres para resistir. Falto ya de municiones, se lanzó contra el enemigo a la cabeza de los escasos supervivientes, a bayoneta calada, para no ser capturados. Mientras que en pie lanzaba su última granada y arengaba a los arditi con su heroico ejemplo, al grito ¡Adelante Bolzano, Viva Italia! , cayó herido de muerte. Magnifico ejemplo de sentido del deber, de excelso valor y amor patrio.”(17) Su muerte fue coherente con el ideal de una vida entendida como sacrificio y heroísmo, era el retorno de la enseñanza de Arnaldo: “ Ser siempre entusiastas, jóvenes, lleno el espíritu de alegría, alegres de combatir y alegres  de morir, para dar a este mundo que nos rodea la forma de nuestros sueños y de nuestros ideales”(18).  

NOTAS:

(1) Libro e moschetto, 20 marzo 1930.

(2) D. Marchesini, La Scuola dei gerarchi, Feltrinelli, Milano 1976.

(3) N. Giani, Aver coraggio, Dottrina fascista, settembre 1937.

(4) ACS, Segr. part. Duce, carteggio ord. N. Giani, 509017, fasc. SMF, programma della Scuola per l’ anno XI.

(5) Cfr. M.Ingrassia, L’idea di Fascismo in Arnaldo Mussolini, ISSPE, Palermo 1998.

(6) A. Mussolini, Coscienza e dovere, in Il Popolo d’ Italia, 1 dicembre 1931.

(7) Generazioni di Mussolini sul piano dell’ impero, estratto dalla rivista Tempo di Mussolini, n. 2 1937.

(8) idem.

(9) F. Mezzasoma, Niccolò Giani discepolo di Arnaldo, in Dottrina fascista, luglio 1941.

(10) D. Marchesini, La Scuola dei gerarchi, cit.

(11) N. Giani, Aver coraggio, cit.

(12) D. Marchesini, Un episodio della politica culturale del regime: la Scuola di Mistica Fascista, in Rivista di Storia Contemporanea, n. 1 1974.

(13) N. Giani, La mística come dottrina del fascismo, in Dottrina fascista, aprile 1938.

(14) Idem.

(15) N. Giani, Perché siamo dei mistici, in Dottrina fascista, gennaio-marzo 1940.

(16) F. Mezzasoma, Il cittadino della nuova Italia, in Dottrina fascista, febbraio-marzo 1942.

(17) ACS, Segr. part. Duce, carteggio ord., N. Giani, busta 985, fasc. 509017/2, segreteria politica del PNF.

(18) A. Mussolini - F. Belfiori - L. Gagliardi, Arnaldo: la rivoluzione restauratrice, Settimo Sigillo, Roma 1985.

(Trad. A. Beltrán)

MÍSTICA FASCISTA: Niccolò GIANI por Fernando Mezzasoma

MÍSTICA FASCISTA: Niccolò GIANI por Fernando Mezzasoma

·        Niccolò Giani (1909-1941) joven intelectual  italiano, fue el fundador y primer director de la Escuela de Mística Fascista “Sandro Itálico Mussolini”. Creada en 1930, se convirtió de la mano de Giani y de otros jóvenes fascistas en el centro formativo e intransigente de la nueva aristocracia política del pueblo italiano .(NdelT)

·        Fernando Mezzasoma, (1907-1945) vicepresidente de la Escuela de Mística Fascista durante los años 30, fue nombrado Ministro de Cultura Popular durante la República Social Italiana. Leal hasta final a la figura del Duce y al Fascismo revolucionario, fue martirizado junto a otros altos dirigentes de  la RSI en Dongo, el 28 de abril de 1945. (NdelT) 

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El 14 de marzo de 1941, Niccolò Giani –el combativo director de la “Crónica Prealpina” de Varese, el ascético director de la Escuela de Mística Fascista, el apasionado profesor de historia y doctrina del Fascismo en el ateneo de Pavía y en el Centro de capacitación política de juventudes- cayó cual héroe de leyenda sobre la cima de una montaña en Albania para consagrar, mediante el sacrificio propio, aquello que él mimo había definido como la línea de los místicos: la coherencia absoluta entre pensamiento y acción.

De todas las definiciones que Mussolini ha ido dando del Fascismo en sus discursos y escritos, en la medida que la doctrina fascista se iba desarrollando y madurando, hay una que Niccolò Giani asumió como lema de su misma vida: “El Fascismo es una mística en acción”. Creer y actuar fue, de hecho,  su divisa, su santo y seña. El ansia por combatir había sido el acicate de sus últimos años de existencia. Y cada vez que regresó de los frentes de guerra, le pareció no haber dado lo suficiente en arrojo y sacrificio. Fue así tras la guerra de conquista por el Imperio.

En su diario de guerra africano, bajo el título “128º Batallón de Camisas Negras” su más bella jornada –como él la denominó- lleva fecha de 22 de febrero de 1936, es decir del día en el cual, al iniciarse la acción contra el enemigo, le fue asignado el estandarte del batallón.

Más tarde, retornando victoriosamente a Italia, llenos sus ojos de la soberbia imagen de la Patria que Mussolini había hecho poderosa y temida, manifiesta así su satisfacción: “Te hemos servido, Duce. Nos basta. Te lo agradecemos. Y hoy solamente te pedimos una cosa: que también mañana nos reserves el privilegio de servir, de abrazar nuevamente el fusil”.

Fue durante ese mismo año –que habría de contemplar el retorno de Roma a las glorias del Imperio- y exactamente el 1 de marzo de 1936, cuando, habiendo recibido la conmovedora noticia del nacimiento de su primer hijo, bosquejó orgullosamente, llevado de una irresistible fuerza interior, un documento de profunda espiritualidad que debía convertirse no sólo en su testamento para el hijo Rómulo Vittorio Africano, sino en un testamento de alto valor moral para las futuras generaciones italianas.

“Sólo por esta Italia –así se expresaba dirigiéndose a su primogénito- deberás saber morir con el cuerpo y con el alma. Y nunca, nunca, deberás olvidar que por este nombre sagrado madres han despedido con una sonrisa a los hijos que iban a la muerte, maridos abandonaron con soberbio gozo a jóvenes esposas, padres han besado con orgullo por última vez a sus hijos. Que por esta Italia los ríos se han hecho de sangre, las montañas han temblado, los muertos han salido de la tierra. Y que por Ella hoy yo aun no te conozco y podría no conocerte nunca. Mas, si así fuese, ámala tu también por mí, sacrifícate también por mí, muere también por mí”.

Y más aún: “Cuando seas adulto, en la mutilada corona que verás sobre el jefe de tu Patria, te será fácil reconocer las joyas que el correr del tiempo y la indigencia de los hombre le habían arrebatado. Reconocerás la cuna de tus antepasados, la sagrada tierra de Dalmacia donde toda montaña insulta la traición y donde todo árbol se alza al cielo como una plegaria a Dios por el retorno a la Madre. Reconocerás Córcega y Malta, Cantón Ticino y Grigioni. Volverás a hallar las joyas perdidas de ese África donde ahora ha llegado el gran chispazo de la nostalgia y de ese Asia que ve ya los milagros de los grandes hijos de Roma. Reconocerás todas, todas las joyas que deber serle devueltas y tú verás restituírselas, que le serán devueltas una a una; y tu enseñarás a tu hijo las que falten para que ni una sola, entre cientos, entre miles, le falten”.

Concluyendo con estas palabras: “Que tus ojos no vean más que grandeza y poderío, gloria y victoria. Hijo, en el nombre que llevas hay un augurio para tu tiempo y tu generación, África deberá ser tu designio y tu camino, tu destino y tu deber, deberá ser tu esperanza y tu derecho. Ahora crece: la camisa negra y el uniforme caqui, que junto a la piedad de Cristo tu madre ha puesto en tu cuna, deberán ser tus compañeras de por vida. Sé llevarlas con honor y orgullo. Y puesto que Dios te ha hecho nacer en época de Mussolini, sé siempre digno de pertenecer a ella: recuerda que tal es el único orgullo que tu padre te enseña.”.

Al releer estas nobilísimas páginas un nudo se ata en la garganta y el corazón golpea más aprisa, por el choque de dos sentimientos encontrados: el orgullo por tanta pureza de intenciones y aspiraciones, que en Niccolò Giani tienen un modelo perfecto de fascista, y por ende de Italiano; el desprecio por la aberración en la que han caído otros italianos indignos de este nombre, los cuales han ultrajado el sacrifico de los muertos y el derecho de los vivos, han impedido que se hiciera realidad el luminoso sueño de Guido Pallota, de Berto Ricci, de todos los alumnos de la Escuela de Mistica, caídos, como Giani por la verdadera libertad de la Patria, de todos aquellos que han regresado con las señales del valor y la insuperable alegría del deber cumplido hasta el final, de todos los soldados que han quedado en los campos de batalla de Rusia, de Grecia, de Àfrica, de España, con una visión de grandeza y de poderío, de gloria y de victoria, sugestiva y esplendorosa como la que Niccolò Giani había vislumbrado para su hijo Rómulo Vittorio Africano y con la que él mismo cerró sus pupilas, abandonando heroicamente la vida terrena.

Qué gran suerte para él no haber conocido la infamia de la conjura judaico-masónica del 25 de julio, la vergüenza de la capitulación del 8 de septiembre.

 

De regreso de la campaña etíope había retomado su puesto de trabajo, en el diario, en la escuela de Mística, en la Universidad de Pavía.  Se prodigó durante cuatro años, antes de la entrada de Italia en la actual guerra, mediante artículos, publicaciones y discursos en infundir en los jóvenes las virtudes que caracterizaron su alma e inspiraron toda su acción: la fidelidad y la intransigencia. La fidelidad incorruptible al Jefe y a la Idea y por ende el derecho a ser un “desperado” del Fascismo –tal como blasonaba serlo -, el derecho a combatir sin tregua y en primera línea contra los enemigos de fuera y de dentro, contra los disgregadores de nuestra  integridad territorial, contra los disgregadores de nuestra integridad espiritual. La intransigencia más absoluta que es el deber de quien cree firme y verdaderamente, de no aceptar compromisos, de no admitir componendas, de no tolerar juegos políticos, de rechazar resueltamente componendas de cualquier especie.

Una revolución que ha nacido de la sangre y que con sangre se ha alimentado debe ser defendida a ultranza, con todos sus inevitables errores a través de los cuales fue necesario transitar hasta lograr sus indestructibles conquistas.

“No estamos dispuestos –afirmó Niccolò Giani en el memorable congreso de Milán de febrero de 1940-, en nombre de compromisos más o menos acomodaticios, a traicionar a la Idea y al Duce. Preferimos dejar de escribir”

De este modo él se sentía fascista. De este modo él quería y sabía ser fascista. No del modo de aquellos que en gran parte hemos abandonado, para nuestra suerte, a lo largo del camino  pues estaban mucho más apegados a sus pieles que a nuestra causa. No al modo de los que hoy andan invocando confusos hermanamientos en nombre de un Italia genérica, de una Italia sin adjetivos por miedo a comprometerse, de una Italia buena para todos los partidos y para todas las ideas, buena incluso para los que la han traicionado y están fornicando junto al enemigo; como si fuese posible concebir una Italia que no sea Fascista, que no sea aquella a la cual Mussolini dio bienestar y renombre; la misma Italia a la que Mussolini y sus mejores hombres tratan hoy de restituir dignidad y prestigio.

En aquel congreso Niccolò Giani precisó el significado de Mística: “Ser de los místicos del Fascismo significa ser portadores exaltados e intransigentes de este credo político. De las virtudes fascistas –añadía- los místicos quieren poner en acto la fe operante, la intransigencia constructiva, la virtud heroica del creer. Estamos a favor de las conversiones –dijo también-; pero bajo dos inderogables exigencias: ante todo la buena fe más sincera, más indiscutible, más amplia; en segundo lugar, ninguna reserva, de ningún género”.

Es ésta –y no otra- la intransigencia que nosotros, que hemos tenido el privilegio de estar al lado de Giani, durante largos años, sus compañeros de trabajo y de lucha, pretendemos defender y afirmar.

Si por ventura hubiese todavía dentro de nuestras filas –que el peligro ha menguado pero que las ha hecho más ágiles y férreas- espíritus dudosos y trémulos, nada les impide liberarse del peso de un juramento que son incapaces de sostener. Los verdaderos fascistas, sobretodo en este duro momento que exige de cada uno la medida exacta de fe y de valor, no se contentan con ser simplemente los “afiliados”, sino que quieren ser, como Niccolò Giani, desperadamente fascistas, custodios celosos de su pasado, fanáticos seguidores de Mussolini en las nuevas conquistas de su treintañal revolución.

Poco después del congreso de Milán, Niccolò Giani partió a la nueva guerra. Estuvo entre los primeros en alistarse. Y con él casi todos los dirigentes y los alumnos de la Escuela de Mística estuvieron en el frente occidental, en África, en Grecia; y después de que él diera ejemplo, incluso con su sacrificio, muchos otros lo imitaron en Africa, en Grecia, en Rusia. Catorce Caídos orlan la Escuela, cinco Medallas de oro: de Niccolò Giani, que había pedido al Duce como premio al combate el retorno al combate, a Guido Pallota, cuyo fustigante decálogo, dictado para la Escuela de Mística, merece ser recordado, como aviso a los desmemoriados y como consuelo de los fidelísimos de siempre:

1) Obedecer al Duce; 2) odiar hasta el último suspiro a los enemigos del Duce, o sea de la Patria; 3) desenmascarar a los traidores a la Revolución, sin importar nada su eventual poder; 4) no tener miedo de ser valientes; 5)no comprometer nunca el propio deber de fascistas, aun a costa de perder la posición, el sueldo o la vida; 6) mejor morir orgullosamente de hambre que vivir rico pero envilecido; 7) despreciar los cargos y poltronas; 8) odiar el vil dinero; 9) preferir la guerra a la paz, la muerte a la rendición; 10) no ceder jamás.

He ahí los postulados de la intransigencia que queremos profesar. En este sentido nos sentimos sectarios, facciosos, fanáticos. Y tenemos el derecho de serlo porque por ésta nuestra fe estamos listos, como Giani, como tantos otros, a dar toda nuestra energía, nuestra misma vida.

Esta es nuestra inquebrantable lealtad al Duce y a la Idea, a la palabra que hemos dado, al juramento que prestamos, a la alianza que hemos elegido, lo que nos enorgullece y nos hace mirar el futuro con fuerza y confianza.

Esta es nuestra intransigencia respecto a la doctrina que hemos abrazado, a las batallas que combatimos, las realizaciones que hemos alcanzado, la que, si bien nos permite aceptar la colaboración de cualquier Italiano de buena fe y buena voluntad que quiera ayudar al titánico esfuerzo del Duce, nos obliga sin embargo a rechazar desdeñosamente cualquier contacto con aquellos que actúan al servicio del enemigo, asesinando a traición a nuestro mejores compañeros de fatigas y batallas, con aquellos que con Italia invadida persiguen a los fascistas que por millares se arriesgan y se alzan para hostigar a los invasores y abrir el camino de nuestro retorno.

Esta debe ser hoy nuestra misión de fascistas. Este es el mandamiento de Niccolò Giani. Esta es su enseñanza. En su nombre, y en el nombre de los demás Caídos, los supervivientes de la Escuela de Mística fascista hacen un llamamiento a la auténtica juventud italiana.

La Revolución fascista continua su marcha. Ella no puede morir y no morirá. No existe rincón en nuestra entrañable tierra en el que el Fascismo no haya echado raíces que ninguna fuerza humana podrá extirpar y que de la nueva sangre vertida no extraigan alimento y vigor.

Es tarea sobre todo de los jóvenes salvar, junto con la existencia de Italia, su propio mañana.

 (Trad. A. Beltrán)