PROYECTO M20 "NUESTRAS BASES" (y XIII)
III Apoyo crítico a los movimientos de Liberación Nacional
(a) Nada en Europa por hoy
Constatamos lo que es evidente: la actual Europa es un erial político y social. Por ahora sólo hemos visto bullicios ocasionales en Grecia, y protestas sectoriales en Rumanía, Francia o Gran Bretaña. Al día de hoy, no existe en el horizonte europeo ningún movimiento en marcha de liberación nacional. Ni existe ni se le espera. Por lo tanto, quedan automáticamente descalificados todos aquellos grupos que hablan de una «Lucha por Europa», de un «Movimiento Anticapitalista global», de una «Revolución Nacional» europea o de una «Red antisistema internacionalista», como si todo ello estuviera en marcha o en curso. Y como si todos fuéramos unos necios, idiotas o nos gustara jugar con fantasías. Si el panorama europeo no fuera ya los suficientemente triste y políticamente devastador, quizás nos movería a risa. Pero encima hay que aguantar pregoneros de «fantasías incapacitantes».
Durante mucho tiempo hemos escuchado a quienes se excusaban en la ausencia de condiciones objetivas para no hacer nada o para seguir jugando en recreos sentimentales. Conforme avanza la crisis, nadie puede negar que esas condiciones objetivas maduran cada vez más. Algunos lo sabíamos y lo decíamos: lo que fallaban no eran las condiciones objetivas, sino las condiciones subjetivas de tantos llamados «rebeldes», «inconformistas», «antisistemas» o «disidentes». Ya no hay excusa. Lo que falla estrepitosamente en España, y en el resto de Europa, son las condiciones subjetivas para cambiar las cosas por parte de los mismos autollamados disidentes.
Porque otro hecho muy significativo descalifica también por completo a estos pregoneros que hablan de luchas, liberaciones y revoluciones completamente inexistentes: su desprecio por las luchas contra los opresores, hacia los movimientos de liberación y revoluciones reales que se producen allende los mares y montañas de Europa. Esta postura, además de sus fantasías pueriles, y su ausencia de compromiso serio, es lo que les delata sobre todo.
(b) La Prensa del Régimen ante la esperanza en Oriente Medio e Hispanoamérica
La «Perrera mediática» de la derecha y el «Imperio mediaprogre» españoles coinciden en lanzar continuas campañas de criminalización contra los gobiernos de dos realidades concretas en el mundo: la República Islámica de Irán, y los movimientos emergentes y con perspectivas de cambio en Iberoamérica. Ambas realidades destacan actualmente, no sólo por no someterse a los designios del criminal-imperialismo angloamericano, sino por ser ejemplo y base de apoyo para otras naciones y movimientos que luchan por sacudirse de encima tanto el dominio político-militar de las potencias imperialistas como las relaciones abusivas mundiales del Sistema Global.
Para nosotros, esto ilustra a qué intereses sirven los medios de manipulación de masas españoles, tantos los «liberal-derechistas» como los «progresistas». Por mucho que algunos de ellos se hayan mostrados ácidos con la administración Bush (más bien la han ridiculizado o descalificado, pero sin cuestionar sustancialmente el papel de los EEUU), o se refieran a los «especuladores financieros» como directos responsables de la crisis que padecemos, o hablen, de vez en cuando, de los «excesos» del ente sionista, lo cierto es que la totalidad de los medios se han apuntado al bombardeo de aquellos gobiernos y fuerzas que, realmente, ofrecen resistencia a los designios hiper hegemónicosde EEUU, denuncian con ahínco los estragos del capitalismo y se oponen, en la teoría y en la práctica, al estado más racista del mundo (que lo es para asegurar a los EEUU un portaaviones permanente en el corazón del «Viejo Mundo»).
Si bien la «Perrera mediática» de la derechona no esconde su determinación en lograr que España sea, cada vez más, acólita del imperialismo usaco, y defiende, cada vez con menos complejos, más vueltas de tuerca antisociales para asegurar las ganancias de la clase capitalista, y tampoco esconde su admiración por las prácticas terroristas y genocidas del ente sionista (en las que se reconoce abiertamente), los medios progresistas mantienen ciertos reparos con respecto a todo esto. ¿Es miedo? ¿es esquizofrenia? En el fondo no. Sencillamente es un reparto de papeles. La «Izquierda colaboracionista» cumple su papel de «conciencia moral» o maquillaje del imperialismo angloamericano, del Sistema Capitalista y del racismo automesiánicosionista, como lo es en Italia, en Francia, en Alemania, en Gran Bretaña y en el resto de Europa.
El progresismo confirma ser una izquierda de diseño al servicio de la Alta Burguesía. Mantiene el «tic» de escandalizarse o protestar, por cuestiones de forma muchas veces, o cuando ciertos efectos del Sistema son difíciles de ocultar. Pero el progresismo está estrechamente incardinado al poder establecido y junto a la derecha conforma el Partido Americano en Europa. Sus portavoces alzarán la voz afeando ciertas cosas que hace Occidente; pero siempre se ponen del lado occidental a la hora de atacar a quienes resisten de verdad y quieren levantar alternativas reales. Y no es sólo el progresismo. Actualmente, casi toda la llamada izquierda es «Izquierda sistémica», y como señalábamos, los elementos de la extrema izquierda no se distinguen ya, en su fanatismo pro sistémico de hecho, de los sicarios de la ultraderecha que representan un refuerzo pasional etno-mítico-religioso del Sistema.
(c) Una lucha imprescindible y un apoyo inexcusable
La época del llamado «Estado del Bienestar» fue sólo un estadio en la adaptación del Sistema Capitalista tras la Guerra Civil española y la derrota de los fascismos en 1945. Fue una fase de prevención, así como de extensión de una masa de consumidores. Mientras existió la Unión Soviética y partidos comunistas fuertes en Occidente, el Sistema Capitalista fue propenso a reconocer derechos sociales (y no sin lucha) como contrapeso ante el temor del avance del comunismo. Pero al caer el comunismo, el Sistema, al no encontrar oposición, reinició imparable su programa liberal-mundialista promoviendo la desvertebración de los estados y lanzándose, como excavadoras sionistas sobre casas palestinas, al asalto y derribo de las conquistas sociales, ante unos pueblos y unas clases obreras doblemente alienadas: «desnacionalizadas» y sin referencias patrias (por causa, entre otras, de la izquierda internacionalista); y domesticadas y adormecidas por décadas de reformismo, primero post-marxista, y después social-liberal.
(º1) La Re-nacionalización y la Recuperación de la conciencia de clase
El progresismo europeo ha realizado un servicio inestimable al capitalismo. Sin referencias nacionales (se dejó que las derechas patrioteras siguieran apropiándose y desvirtuando esas referencias), y sin referencias de clase, los trabajadores nos hemos quedado aislados.
Hemos señalado que el enemigo inmediato es el Régimen, pero nuestro enemigo mayor es el Estado-Mercado Atlántico. La lucha contra lahiperhegemonía angloamericana y el mundialismo capitalista es tarea imprescindible para los militantes socialistas españoles. Todos deben comprender que Partido Único de la Alta Burguesía y Partido Americano en España son la misma cosa. Los EEUU son, hoy, la principal base de anclaje del Sistema Capitalista Mundial. El eje es único, el mundo es único y la lucha es única. Y hoy más que nunca se cumple esta verdad.
Re-nacionalizar a los trabajadores pasa, ineludiblemente, por comprender la necesidad de liberación nacional frente al imperialismo y su «alter ego» el mundialismo capitalista. Si no existe un estado libre, es decir, soberano, no pueden existir ni trabajadores ni ciudadanos libres. Lo hemos dicho: el enemigo inmediato es uno, a la vez social y nacional: Partido Único de la Alta Burguesía / Partido Americano en España. Pero esta liberación nacional también está estrechamente ligada a la exigencia nacional contra los neofeudalismos y etnicismos, e impedir más desvertebraciones de los estados. La lucha contra el Estado-Mercado exige luchar contra los Estaditos Étnicos, tan queridos por ciertas ultraderechas, y contra los neofeudalismos aceptados de facto por las extremas izquierdas: neofeudalismos y etnicismos son alimentados por el mundialismo para seguir socavando las soberanías y debilitando los estados, así como para mantener la Guerra Social en el interior de las naciones. Así pues, re-nacionalizar a los trabajadores y recuperar la conciencia de clase forma parte del mismo proceso. Y tanto como la necesidad de generar movilizaciones sociales para contrarrestar la ofensiva liberal que aspira a extender, aún más, el Reino de la Precariedad, la conciencia de clase incluye también, necesariamente, tomar conciencia de la enorme dependencia que sufren las economías reales con respecto a los «Amos del Mundo»: las finanzas transnacionales.
La lucha contra el Sistema y por la justicia se realizará desde la defensa de las soberanías nacionales, buscando la conformación de bloques geopolíticos con fuerza suficiente para resistir al imperialismo yanqui-sionista y el mundialismo capitalista. No será posible hacerlo de ninguna otra forma. El «derecho de autodeterminación» sólo podrá esgrimirse para lo que siempre ha servido en la historia: para dividir el campo enemigo. Para que un estado pueda ser soberano es necesario que sea capaz de disponer y desarrollar sus recursos humanos y materiales, y para lograr tal capacidad debe estar unido, no sólo por dentro, sino con otros estados que compartan la misma meta. Y para que los estados puedan revertir sobre sus pueblos los beneficios del desarrollo, deben defender su soberanía. Cierto es que un estado soberano no implica en sí mismo la soberanía nacional que busque la justicia. Es lo que pasa en las sociedades capitalistas: existe una soberanía de clase (la de la Alta Burguesía, «nacional» o extranjera) sobre las demás. Pero sin soberanía, ni se puede hacer justicia, ni se puede llevar a cabo política viable alguna para los pueblos. Y para que un estado o un bloque geopolítico puedan cumplir esos objetivos, junto a unos trabajadores con conciencia de clase, han de existir unos pueblos con conciencia y dignidad nacional.
En resumen: la guerra por el trabajo y la justicia va inexorablemente ligada a la reconstrucción nacional y soberana de los estados. El avance liberal capitalista va unido al imperialismo norteamericano y su expresión máxima, el capitalismo mundial, y se construye sobre la desvertebración y colonización política y económica de los estados nacionales.
Por eso cualquier lucha social debe ser, en esencia, nacional y anti-imperialista. Si no es anti-imperialista no es nacional, si no es nacional no es social.
(º2) Apoyo crítico a los estados y movimientos de resistencia y liberación nacional
Por tanto, desde España es inexcusable prestar apoyo (aunque sea crítico) a los que han entendido no sólo que la lucha por la Justicia y por una Patria fuerte conforman facetas de una misma lucha integral, política, social, ideológica y ética, sino que su mayor enemigo es, justamente, nuestro Enemigo mayor. O entramos a formar parte del Frente común de la Resistencia contra la opresión de los pueblos frente a los devoradores del mundo, o estaremos demostrando que no nos enteramos (o no queremos enterarnos) de nada. Como hemos apuntado: el eje es único, el mundo es único y la lucha es también única.
Los estados y movimientos que plantan cara al criminal-imperialismo también pelean por nosotros, o, al menos, su lucha nos favorece. Bien lo saben las Tenazas políticas y mediáticas del Régimen (el Partido Único y el Gabinete de Prensa de la Alta Burguesía) y por ese motivo toman partido contra ellos. Este mundo es un todo entrelazado, interdependiente e interrelacionado. Nadie puede alegar que «lucha por su pueblo» o por «la justicia social» en su país, si no reconoce como suya la guerra que libra el Frente de resistencia de los Pueblos, quienes, además, son los que están soportando el mayor peso de esa guerra contra nuestros enemigos. En un mundo globalizado hay pocos asuntos que «no nos conciernen a nosotros». Todo depende de lo que se entienda, claro está, por «nosotros». Cuando se elige encerrarse en la fiebre sectaria del asedio, o en mitemas y mundillos virtuales, a uno le afectan pocas cosas exteriores. Pero en el mundo real las cosas se plantean de forma radicalmente diferente. Cualquiera que piensa en tales términos sale de la historia.
En ese discurso del «no nos concierne» o «no es nuestro problema», vemos, sobre todo, la marca lamentable, patética, del egocentrismo tribal. El individualismo consiste en no interesarse más que en uno mismo y en desinteresarse por los demás. Y esto es, precisamente, el caldo de cultivo ideal para las Plutocracias. Por eso señalamos al egocentrismo tribal como un mal para los pueblos del mismo calibre que el criminal-imperialismo y el mundialismo capitalista.
Pero, por último, hay otra poderosa razón para prestar apoyo al Frente de los Pueblos que luchan. Desde nuestra visión del mundo no puede haber dejación en el justo apoyo que debemos dar a los que piden justicia, tienen la razón y dan un ejemplo de lucha y sacrificio. Ya quisiéramos tener muchos españoles sólo una pizca del convencimiento, compromiso y capacidad de sacrificio que muestran varios pueblos y movimientos en estas luchas de liberación.
En definitiva, se trata, en España, en Europa y en todo el mundo, de favorecer la lucha de los pueblos frente a las plutocracias; se trata de subvertir el des-orden internacional al que nos ha conducido el capitalismo; y se trata de favorecer todo aquello que vaya en la dirección de ayudar a destruir a nuestros enemigos (EEUU y Partido americano en Europa) hasta conseguir la liberación de los españoles y del resto de Europa. Por eso es necesario reflejar en nuestros medios, en nuestras calles, los ejemplos y mensajes de quienes luchan de verdad en el mundo, y no signos equívocos y menos aún pendones feudales nacidos al amparo del trono y el altar, representaciones del ombliguismo más abyecto y reaccionario.