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PROYECTO M-20 "NUESTRAS BASES " (II)

PROYECTO M-20 "NUESTRAS BASES " (II)

ANALISIS ÁMBITO MUNDIAL

 

II El Mundo Globalitario en Crisis

 

(a) El momento en que esto «petó»

 

Nadie niega que, actualmente, nos encontramos en una situación definida por la crisis financiera iniciada en 2007 en Norteamérica tras el petardazo de la burbuja de las famosas «subprime». Al año siguiente, el desmoronamiento de los activos que contenían esas «hipotecas basura» arras­tró a las principales sociedades hipotecarias de EEUU y sirvió de espoleta para otros «activos tóxicos» ocultados por los bancos, que provocaron el colapso de grandes «firmas de inver­siones» como Lehman Brothers, así como de la mayor compañía de seguros del mundo (AIG) en septiem­bre de 2008. De la misma forma que la Reserva Federal había ido comprando activos contami­nados para salvar a las grandes compañías hipotecarias, desde el gobierno y el legislativo norteamericano se arbitró un colosal rescate financiero con dinero público. La misma decisión se tomó en los países de la Unión Europea: el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra inyec­taron enormes can­tidades de dinero alegando lo mismo que Bush: la necesidad de proporcionar liquidez a los bancos y frenar la caída de las Bolsas. Esa decisión la tomaron tanto gobiernos libe­ral-conservadores como liberal-reformistas, tanto socialdemócratas como democristianos.

 

Pudo resultar paradójico tal intervencionismo estatal en el seno de la potencia campeona del neo­liberalismo. Más cuando en sus mandatos Bush había puesto en marcha la desregulación del sis­tema financiero propugnando su «autorregulación». La ausencia de controles rigurosos sobre esas entidades y de supervisión de sus operaciones de riesgo y de sus sofisticados inventos financie­ros, provocó la opacidad y el desmadre del sistema financiero norteamericano y, por extensión, del sis­tema mundial.

 

Lo que sí quedó claro fue el impacto de la crisis financiera yanqui en las economías de Europa y del resto del mundo: una muestra de la enorme dependencia de buena parte del planeta hacia los EEUU. Pudo, entonces, parecer probado que no bastaba con que los controles aplicados a las enti­dades financieras en una zona del mundo por sus gobiernos, fueran más rigurosos que los esta­blecidos en EEUU para no verse afectados por los huracanes que provienen de estos últimos.

 

Pudo parecer, también en ese momento, que el ciclo de las desregulaciones financieras tocaba ya a su fin. Pudo parecer que todos empezaban a reconocer como gravemente dañino y fracasado el modelo liberal neoclásico, si hacíamos caso de las declaraciones de socialdemócratas y populistas de derechas, que nos hablaban de la necesidad de «refundar» o «reformar el capitalismo». Pudo parecer, durante un tiempo, que todos iban a tomar conciencia de que estábamos pagando el pre­cio de las erróneas tesis ultraliberales de alegre «autorregulación» de los mercados financieros, y que se exigía un fuerte control de los mismos en todas partes o, al menos, que se alzaran barreras se­rias frente a los países donde no se establecían esos controles.

 

Pero, además de estas causas «externas» (aunque en una nación del capitalismo globalitarioy sin soberanía monetaria resulta muy complicado discriminar cuáles son sus factores económicos «ex­ternos»), lo que provocó el inicio de la crisis eco­nómica en España fue el «petardazo» de «la burbu­ja in­mobiliaria», petardazo que cualquier observador había podido advertir como desenlace inevita­ble a lo largo de la «década prodigiosa» (1997-2007) de crecimiento desaforado del ladrillo y, más aún, de los precios del ladrillo construido o proyectado. Que la clase política y comentaristas a sueldo de los medios hablaran poco de ello no ocultaba que la mayoría sabía que el «milagro espa­ñol» (del que tanto presumieron el Partido Popular, primero, como después el PSOE) se asentaba en barro: en la especulación inmobiliaria y en el consumo que gastaba el dinero solicitado a crédito.

 

4 NUESTRAS BASES: ÁMBITO MUNDIAL

(b) Pese a todo, el liberalismo contraataca y se refuerza

Pudo parecer que la mayor parte de la clase política y económica había empezado a reconocer el fracaso del modelo liberal. Pero en los últimos años constatamos que el discurso imperante (en los medios de difusión sobre todo, convertidos en «guías espirituales» de gobiernos y naciones) ha sido el contrario: se afirma que para gestionar la crisis hay que profundizar en el modelo. Esto nos demuestra que para enfrentar las situaciones adversas lo decisivo no es la acumulación de datos negativos o malos resultados, sino asumir un análisis adecuado de la causa de los problemas, tomar conciencia de nuestra responsabilidad y tener voluntad de cambiar las cosas empezando por pronunciar: «¡Esto no!». Es decir, lo más importante no es que se produzcan las condiciones obje­tivas, sino provocar las condiciones subjetivas.

 

El discurso económico dominante, el liberal, siempre se ha manifestado totalmente insensible a las múltiples evidencias que, en casi todos los parámetros de comparación (económicos, sociales, culturales, medioambientales...), muestran unos efectos bastante mediocres, cuando no pésimos, en el seno de las naciones. Así pues nos preguntamos ¿Por qué iban a cambiar ahora los econo­mistas, los comentaristas de la radio, los cargos políticos o los directivos de la patronal y de la ban­ca que han venido pregonando ese discurso? Era de ilusos esperar que reconocieran el fracaso del modelo, y constatamos que, para salir del atolladero, los pregoneros del modelo más liberal del capitalismo han contraatacado con una «huida hacia adelante». Como hemos señalado, la crisis no está sirviendo para recapacitar sobre el modelo adoptado y rectificar el rumbo del capitalismo, sino que está sirviendo de coartada para imponer un modelo que acrecienta la explotación y la miseria de la mayoría. Lo que nos proponen es «salir de la sartén para caer en las brasas».

 

(c) ¿Crisis Coyuntural o Crisis Estructural?

 

La diferencia de esta «nueva crisis» capitalista con respecto a las anteriores es que sus efectos palpables son tan fuertes en el «Primer mundo» como la famosa crisis del 29, y que los recursos (incluso los «parches») para combatirla parecen agotados. Pero el Sistema Capitalista, como tal, no se encuentra ni en crisis ni en quiebra, pues se trata de un modelo de explotación que se reestruc­tura en ciclos recesivos y depresivos, ciclos que, como estamos viendo, afectan principalmente a los trabajadores de todo el orbe mientras las grandes fortunas continúan obteniendo grandes bene­ficios. Entendemos que no importa cuan profunda sea, o si es de carácter coyuntural o estructural, pues por muy profunda o estructural que sea una crisis económica, por sí misma, no va a provocar una reacción que cuestione el modelo y exija una salida anticapitalista. Como hemos señalado, en el panorama público, lo que manda es la demanda de profundizar aún más en este modelo, no im­porta sus consecuencias sociales, por devastadoras que sean, ya que los voce­ros del capitalismo han tomado buena nota de la resignación y desmovilización generalizadas. Por ello vemos perfec­tamente que una forma de salida es la del Capitalismo de Guerra: desatar una gran conflagración que sirva tanto para destruir las naciones emergentes como para generar una actividad económica que mantenga sofisticadas fuerzas de ocupación y que «reconstruya» bajo control angloamericano lo que destruye. Tal fue la política que aplicaron Bush y Cheney en el Iraq agredido y ocupado.

 

La hegemonía cultural y política de la plutocracia globalitaria es de tal magnitud que no sólo ha conseguido naturalizar el papel de la especulación financiera a costa de las naciones, sino que va logrando, además, que se acepten como normales y justificables sus campañas imperialistas de agresión. En uno y otro caso, los grandes medios de difusión de masas occidentales juegan un papel importantísimo para que la población acepte esas nefastas «huidas hacia adelante».

 

(d) ¿Decadencia del modelo o Crisis Terminal de Civilización?

 

Consideramos que vivimos en las sociedades llamadas «posmodernas», «herederas» del mundo «deconstruído» por la Civilización moderna Occidental. Esta renombrada civilización, si hablamos con propiedad, no existe, aunque haya mucho «centinela de Occidente» «defendiéndola». Existen sus criaturas, abandonadas en manos de unas oligarquías depredadoras, y existe el Sistema eco­nomi­cista que conviene a estas últimas: el Capitalista, también criatura de la misma civilización agotada. Por ello, lo que se vive en estas sociedades posmodernas no es tanto una decadencia o crisis de va­lores y puntos de referencia, sino una situación de evasión-frenesí-supervivencia donde un cú­mulo de residuos de todo tipo (mitemas, fobias, rituales, frases, procedimientos...) sobreviven co­mo inercias, formalismos o «cáscaras» de valores de una civilización que se acabó.

 

 

5 NUESTRAS BASES: ÁMBITO MUNDIAL

Certificamos que la Civilización moderna Occidental ha muerto, aunque quien ocupa su lugar es una «criatura» suya: el Sistema Capitalista, ahora financiarista y globalitario. Pero los mitos degra­dados en mitemas, las fórmulas vaciadas y los valores adulterados también cumplen una función y esto se comprueba cuando las instituciones de un Sistema tan economicista como éste utilizan, en su provecho, los residuos de la Civilización Occidental, incluyendo los vestigios religiosos. En este sentido, actualmente, cumple un papel importante el paradigma «neocon», sustituto del paradigma «progre» (con el que comparte mucho más de lo que suelen reconocen unos y otros). El «neocon­servadurecimiento» resulta más apropiado para la actual fase de «solidificación» totalitaria del Sis­tema, solidificación incluso de la confusión, donde hasta el materialismo y utilitarismo im­perantes pre­sumen de unas «raíces» religiosas. Pues para sostener el impulso del Globalitarismo y controlar unas sociedades instaladas en el escepticismo «confortable» y la resignación timorata, donde las instituciones son aceptadas socialmente únicamente por el miedo general al vacío o al «coco» de la propaganda, se sabe que el liberalismo puro no sirve, y que las propuestas imagina­das por el mun­dialismo socialdemócrata son irrealizables.

 

De la misma forma que el gran éxito del progresismo fue conformar decisivamente, durante una época, hasta la mentalidad de los sectores en un principio no identificados como progresistas, y del mismo modo que el gran triunfo de los nacionalismos fue que fuerzas, inicialmente no naciona­listas, hicieran suyos los parámetros nacionalistas, el pensamiento neoconservador está consi­guiendo que, incluso, sus supuestos enemigos asuman, de forma creciente, sus posiciones. La apelación a valores tradi­cionales o supuestamente tradicionales cuando lo que se persigue son objetivos o ape­titos espu­rios ha sido siempre una característica dominante en las derechas. Era lógico esperar que tanto la derecha más liberal como la más conservadora e, incluso, la más reaccionaria, asumie­ran la visión del mundo neocon, pues esa mezcolanza de mesianismo y escepticismo cínico, de evolu­cionismo y conservadurismo, de ultraliberalismo y tradicionalismo, de populismo reactivo y de brutal voluntad de poder para oligarquías, era una oferta bastante oportuna para servir como marco co­mún de la «Alianza antiprogre» en unas sociedades del capitalismo avanzado tan desnaturalizadas. Pero ve­mos que el paradigma neoconservador es asumido por los sectores no sólo progresistas, sino tam­bién por aquellos que se presentaban como completamente opuestos o disidentes al mun­do globa­litario y al imperialismo.

 

Sobre la actual crisis, cabe la discusión acerca de si ésta refleja la aceleración de la contracción de los ciclos del Capitalismo o si representa ya su crisis terminal, con la condición de aceptar que lo más importante no es que se esté produciendo una u otra, sino saber si existen conjuntos de hom­bres y mujeres que cuestionen siquiera el modelo que padecemos y tengan voluntad de intervenir en el curso de los acontecimientos para cambiarlo. Es decir, que se den las condiciones subjetivas pa­ra cambiar. Pues, como estamos viendo, por muy profunda que sea la crisis, si no aparecen per­sonas con otra forma de ver este mundo y dispuestos a operar ante el capitalismo globalitario, no queda más que esperar otra «salida capitalista» para que los menos sigan teniendo cada vez más, y los más ten­gan cada vez menos.

 

(e) Los fuertes coletazos del Imperialismo

 

Entendemos que, aún en el supuesto de que la crisis sea terminal, o de que la deuda soberana de los Estados Unidos conduzca a la potencia hiperhegemónica a su bancarrota, eso no significa que el Sistema vaya a desaparecer, o que los encargados de su control político-militar desistan de ese control. Bien pudiera ocurrir que el Capitalismo y su brazo militar, el Imperialismo angloamericano emprendieran una huida hacia adelante y destruyeran el planeta como último impulso de reestruc­tu­ración «arriesgada» de los grupos financieros o para evitar perder su hiperhegemonía mundial.

 

No cabe descartar que ocurra como tienen previsto sus protegidos sionistas en caso de amenaza de derrumbamiento de su estado. En este caso, el sionismo ha programado destruir to­das las gran­des ciudades y zonas más provechosas de Oriente Medio con bombas atómicas. De la misma for­ma que el nacionalismo judío no puede aceptar vivir en paz en un territorio donde ellos no tengan la hegemonía absoluta sobre otros pueblos, un capitalismo enteramente financista no puede aceptar dejar de ganar grandes sumas de capital, como tampoco el imperialismo angloamericano puede con­cebir vivir en un planeta que ya no puede dominar, amenazar ni devorar como hasta ahora. Por si fuera poco, en EEUU gana posiciones la creencia apocalíptica que espera (y desea) el Fin del Mundo para que vengan los profetizados «Mil Años del Reino de Cristo». El hecho de que existan países emergentes que no sean como los europeos, es decir, sumisos a EEUU, es lo que motiva que éstos se muevan por el mundo para evitar la pérdida de su hiperhegemonía.

6 NUESTRAS BASES: ÁMBITO MUNDIAL

III Entre la solidificación y el cuestionamiento del «Orden» Globalitario

 

(a) La cristalización Neo-Religiosa del Capitalismo globalitario

 

Ya hemos señalado que el Occidente moderno como tal, el anunciado en los llamados «Renaci­miento» e «Ilustración» y en las Revoluciones Burguesas, representa un ciclo ya superado por la de­nominada «Posmodernidad». Y ésta no es otra cosa que el envoltorio o hábitat del Capitalismo, que, ni mucho menos, consiste sólo en un sistema económico, habiendo cosificado el mundo ente­ro, incluyendo las naciones y las personas, en mercancías. Así pues, el Capitalismo es también un sis­tema social, cultural y político, nacido en el seno de la Civilización Occidental, el cual, ade­más de cambiar el resto del mundo, también ha transformado profunda­mente su «civilización madre» de forma que, hablando en propiedad, ésta ya no existe.

 

Pero el Sistema Capitalista ha recogido varios elementos de su civilización de origen y los ha reci­clado para servirse de ellos como referencias, coberturas o sublimaciones simbólica-sentimentales. Actualmente constatamos una fase de «solidificación» totalitaria no sólo en la esfera política, mili­tar, policial y judicial, tanto nacional como internacional, sino en las creencias, tanto populares como oficiales, que han alcanzado el rango neorreligioso. Ninguna organización puede esquivar esta situación que acompaña al Capitalismo globalitario: la cristalización neorreligiosa del pensa­miento dominante, con una estructura dogmática que nadie puede cuestionar sin caer en anatema, y un deber de culto que no es posible ignorar bajo peligro de muerte civil. Aunque el movimiento «neocon» no es el único impulsor, lo identificamos como «núcleo duro» de la pseudorreligión social y oficial, producto de la conjunción liberal-democrática capitalista, a la vez agnóstica y tradicionalis­ta, nihi­lista y absoluta, progresista y etnicista, individualista y totalitaria, igualitarista y supremacista.

 

Esta cristalización y reproducción neorreligiosa del Sistema tiene su plasmación en el plano mun­dial parapolítico donde decir «Comunidad Internacional» significa, exclusivamente, «conjunto de naciones creyentes demoliberales», y que, en la práctica, en el plano político-militar, coincide con la hiperhegemonía norteamericana y su corte de «países aliados». Pero ambos planos son ya identi­ficados también con marcos etno-religiosos: naciones de «raza blanca» y de «raíces judeo-cris­tianas». Quien ha mezclado planos y metamorfoseado todos esos elementos que antes significa­ban cosas distintas o se distinguían entre sí (e, incluso, se oponían) y los ha fundido en un nuevo «todo parapolítico», ha sido, principalmente, el pensamiento neoconservador.

 

Los «sacerdotes» de la neorreligión demoliberal-capitalista progresista y tradicionalista disponen de predicadores (medios de difusión de masas), doctores (fundaciones, «tank thinks»,,,) y jerar­quías (Davos, Bilderberg...). Pero, por mucho que alaben la transparencia y la democracia, tales je­rarquías, doctores y predicares demoliberales no son elegidos por ninguna escuela, órgano, insti­tución o comunidad electoral: son autoelegidos, o elegidos por la «Mano Invisible del mercado».

 

(b) El papel de la Unión Europea

 

Los países europeos fueron ocupados por aliados o por soviéticos al fin de la II Guerra Mundial, y desde la «Caída del Muro», sólo por la OTAN. El hecho de que unos estados como España o Por­tu­gal se sometieran al «Amigo Americano» sin ejércitos invasores (aunque España se hallaba en una situación de sometimiento por una fuerza «nacional» de ocupación) no esconde la circunstan­cia que tanto uno como otro lo hicieron como dictaduras de desarrollo sin gran consistencia polí­tica in­terior y con apoyos sociales cobardes, regímenes que temían lo que podían provocar los EEUU si no se sometían. Lo ocurrido en la transición española es revelador: el respaldo dado al Reino de Marruecos para ocupar el Sáhara occidental y el chantaje a los gobiernos de Suárez consistente en asistir a los separatismos si España no entraba en la OTAN, indica que los usacos ganaron otro «amigo y aliado» bajo presiones y amenazas. El PSOE no hizo otra cosa que comprar un seguro de poder local a cambio de confirmar la entrega de España a EEUU en el famoso referéndum de «OTAN de entrada no, y de salida tampoco».

 

Negar esta situación, que somos países ocupados por EEUU, es otra prueba de colaboracionismo con la potencia ocupante. Y no hay peor traición y cobardía que negarse a ver la ocupación de la propia nación ocupada, por conveniencia particular o por necedad general. En tal sentido podemos afirmar que los negacionistas de la Ocupación usaca no son, verdaderamente, ni españoles ni eu­ro­peos, aunque puedan engalanarse nacionaleramente con los colores «patrios» tantas veces co­mo se les ocurra (en general sólo cuando «van ganando») y se les llene la boca con los vocablos «España», «Europa» o «Libertad».

7 NUESTRAS BASES: ÁMBITO MUNDIAL

Los negacionistas podrán ser, en todo caso, «nativos» del país, la mayoría entroncados con lina­jes «de rancio abolengo», pero representan la peor especie en que pueden degenerar los hijos de cualquier nación: siervos del imperialismo ocupante que esconden su condición aparentando ser hombres libres. Así pues, es revelador comprobar no sólo el papel de las fuerzas liberal-conser­vadoras o socialdemócrátas «europeas», sino el carácter de los llamados «movimientos naciona­les» europeos: panoplia de serviles antinacionales que abogan por mantener el sometimiento de Europa a la Alianza Atlántica.

 

La situación de la Ocupación Angloamericana de Europa es correlativa al hecho de que toda la Unión Europea se encuentra gestionada por oligarquías o cupulocracias crecidas al amparo del pa­raguas norteamericano, aunque provengan de antiguas nomenclaturas comunistas. Vemos que ambas realidades se encuentran estrechamente ligadas entre sí: control de las oligarquías locales y ocupación usaca. La democracia, en Europa, es una farsa montada por sus oligarquías, que, cons­cientes de su debilidad interna, se constituyen en diversas secciones, siglas o «familias internas» del Partido Americano en Europa. Cualquier cargo público europeo que no sea tonto sabe que, en última instancia, depende de EEUU para seguir gestionando el poder local, no del pueblo que apa­rentemente le «elige», y que la debilidad política y militar de las naciones europeas favorece el con­trol y la justificación de las oligarquías. Pues desengancharse del sometimiento americano implica un suicidio para cualquier dirigente o grupo político europeo.

 

En síntesis: la Unión Europea es una mega estructura de poder geoeconómico -sin voluntad ni poder geopolítico alguno- compuesta por una panoplia decadente de Estados Nacionales ocupa­dos por EEUU, identificados socio-políticamente con la ideología demoliberal, la nueva religiosi­dad del Occidente contemporáneo y su «monoteísmo de mercado». Es la «reserva espiritual» su­balterna del Capitalismo globalitario, el pilar europeo de la Alianza Atlántica y el «espacio antropo­lógico» más identificado históricamente con la burguesía occidental de masas. Y en la actualidad, no existe en el panorama político europeo ninguna izquierda consistente que luche por la transfor­mación de la sociedad y la emancipación nacional ante el imperialismo y el capitalismo, y menos aún, «fuerza nacional» alguna que pretenda levantar un estado soberano, sino nacionalismos al servicio de la Re­acción oligárquica y el imperialismo, promoviendo neofeudalismos e identitaris­mos para provo­car confrontaciones inter-territoriales y «guerras étnicas», en definitiva, un mayor debilitamiento de las unidades políticas con posibilidades de ser soberanas. Hoy por hoy, en Europa no hay en mar­cha ninguna revolución, ni la preparación de un alzamiento, ni una rebelión, ni se les espera.

 

(c) El papel de las potencias emergentes

 

Sabemos que lo fundamental son los modelos ideológicos, políticos y socio-ecónomicos que se defienden. Pero también juega un papel importantísimo la relación de fuerzas entre los conjuntos geopolíticos. Si los propios voceros del Sistema lo hacen, asociando el «Mundo Libre» con el pre­dominio mundial norteamericano y el mantenimiento del pelotón de sus satélites anglooceánicos y europeos (el resto de satélites, a excepción de los «tigres» del Asia Norte pacífica y, como no, del «superfavorito» Ente sionista, son despreciados sistemáticamente), es legítimo y oportuno estable­cer una relación entre el ascenso de otros polos de poder geopolítico y el cuestionamiento del «Or­den» globalitario. Sabemos que lo más importante son los contenidos y no los continentes, pero si los apologistas liberalcapitalistasasocian el sostenimiento del Sistema con el mantenimiento de la subordinación geopolítica y «securística» de las naciones europeas, insular-peninsulares extremo­orientales y otras naciones a los Estados Unidos, es lógico considerar que la ruptura de esas su­bordinaciones y la búsqueda e impulso de otros ejes geopolíticos puede ayudar, bastante, a la cau­sa alternativa en Europa.

 

El fortalecimiento de ejes geopolíticos y espacios soberanos sólidos, en lo político, lo económico y lo militar, desligados de «Angloamérica» es, por tanto, una necesidad estratégica capital. O aún más: es una necesidad vital. Todo lo que se oponga al Enemigo globalitario(enemigo que tiene un asen­tamiento geopolítico, político-social, militar y mediático definido y concreto) no sólo merece la aten­ción de los europeos que aspiramos a la libertad de nuestros pueblos, sino que exige nuestro apo­yo aunque no nos identifiquemos con el contenido de su oposición. Entender esta ley y asumir sus im­plicaciones es cuestión de vida o muerte en la lucha, porque ésta es de carácter total y nos lo ju­gamos todo. El que no lo entienda así está jugando y favoreciendo al Adversario. Si los mismos de­fensores locales del Sistema globalitariose posicionan contra esos desafíos a la hiperhegemonía angloamericana y al dominio de sus protegidos «especiales», nosotros no sólo no podemos desen­tendernos de esos desafíos, sino apoyarlos decididamente.

8 NUESTRAS BASES: ÁMBITO MUNDIAL

(º1) La alternativa europea ante la reafirmación de la Federación Rusa

 

Observamos que el «Regreso de Rusia» y su reafirmación en el tablero mundial es un signo alentador. Alentador en general para el conjunto de las naciones de la Tierra, pues supone un contratiempo para ese «Nuevo Orden Mundial» unipolar manifestado en la II Guerra del Golfo, confirmado con el desplome de la Unión Soviética y reforzado tras septiembre de 2001, y alenta­dor en particular para los europeos que quieran liberarse de las cadenas atlánticas.

 

En la medida que la Federación rusa se afirme, y asegure alianzas externas que ayuden a nacio­nes menos poderosas a resistir con éxito las presiones brutales de la hiperhegemoníaangloame­ricana-sionista, aumenta la posibilidad de percibirse, como una vía practicable y realista, la eman­cipación europea con respecto a los EEUU, a través del establecimiento de estrechos lazos con la potencia rusa. En este sentido, una aspiración nada irreal sería la proposición de un Eje Moscú-Berlín-París-Madrid-Roma. Somos conscientes que, actualmente, tanto Alemania como Fran­cia, y no digamos España o Italia, se hallan bajo el dominio de una clase política que forma parte, entu­siasta o moderada, del Partido Americano en Europa y, sobre todo, se encuentran influen­ciados por unos medios de manipulación de masas constituídos en «Prensa del Régimen de Ocu­pación». Pero la fuerza y el poder «convence» a muchos a reconocer situaciones o posibilidades que antes no se hubieran atrevido a reconocer o explorar.

 

La alternativa, por muy radical que sea de fondo (en realidad, si es verdaderamente radical es esta línea la que debe seguir) debe reconocer las circunstancias presentes y ofrecer al pueblo vías que sean posibles de recorrer. Lo grave es perder la coherencia y el sentido de los objetivos políticos, culturales y sociales que deben ser alcanzados: y el objetivo a medio plazo es desen­ganchar las naciones de la Unión Europea de la hiperhegemonía norteamericana, y para ello es necesario contar con una Rusia más fuerte y que consolide la reconstrucción de su espacio geo­político y de influen­cia en los Balcanes, Europa Oriental, Cáucaso y Asia Central. Cierto es que la política exterior de la Federación rusa parece dar una de cal y otra de arena, pero nosotros ni ve­mos ni pretendemos decir que Rusia se haya convertido en un polo de lucha revolucionaria.

 

(º2) El ascenso de China continental, la Unión India, Brasil y Turquía

 

Otro signo alentador es la expansión económica significativa de cuatro naciones que, si bien si­guen sosteniéndose, más o menos, como colaboradores de Estados Unidos (quien lo es en me­nor medida es China continental) cuentan con dirigencias políticas que vienen realizando movi­mientos que contravienen los planes de la hiperhegemonía. China continental se percibe como una poten­cia a la que EEUU debe tratar cuidadosamente pues no puede presionarla impunemente y nece­sita de su colaboración inmediata, aunque, a largo plazo, tiene previsto una confrontación abierta con ella. China continental, como Rusia, tampoco es una potencia que se decide por rechazar de­finitivamente los proyectos imperialistas de EEUU, dando «una cal y otra de arena». La China con­tinental tampoco representa un polo de resistencia declarado, sino que mantiene una calcu­lada ambi­güedad de «competidor» frente a lahiperhegemonía.

 

Para la alternativa que aspira a liberar Europa, son los últimos movimientos de las emergentes Brasil y Turquía los que representan hechos más positivos. No sólo porque hasta hace pocos años se erigían como sólidos colaboradores de la hiperhegemonía usaca, Brasil en Sudamérica y Turquía en Oriente Próximo, sino porque una Europa liberada necesitará, ineludiblemente, enten­derse con espacios políticos soberanos y económicos autocentrados en Iberoamerica y el Le­vante, y a este respecto, se están dando pasos en el buen camino. Brasil ha tomado posturas en Sudamérica y Centroamérica divergentes con los planes norteamericanos de desestabilización de países con gobiernos abiertamente adversos. Y tanto en relación con Palestina como con Irán y con Iraq, Turquía ha roto barreras existentes con las naciones árabes e Irán.

 

La causa de liberación de Europa necesita que Brasil y Turquía impulsen en sus respectivas par­tes del mundo políticas de integración política, económica y militar con vistas a la liberación defini­tiva de esos grandes espacios (Iberoamérica y Caribe, y Levante turco-árabe-persa) de lahiperhe­gemonía norteamericana-sionista. Si el objetivo en Iberoamérica es la constitución del eje Cara­cas-Quito-La Paz-Brasilia-Buenos Aires, en Levante el gran objetivo ha de ser la creación del eje Ankara-Teherán-Bagdad-Damasco. No sólo resulta necesario para la libertad de Europa, sino que resulta justo, pues no aspiramos a sacudirnos el imperialismo angloamericano para suplantarlo por otro nefasto imperialismo ante otros pueblos del mundo. Ese giro político emprendido por sus dirigentes respectivos, Lula y Erdogan, debe mantenerse con los dirigentes que van a sucederles.

9 NUESTRAS BASES: ÁMBITO MUNDIAL

(º3) El cuestionamiento declarado de las «naciones desafiantes»

 

Uno de los hechos que muestran hasta qué punto la Unión Europea sirve como entidad subal­terna del imperialismo norteamericano, es la política que sus gobiernos (y sobre todo sus medios de difusión de masas) secundan con respecto a dos fenómenos concretos del mundo: los movi­mientos emergentes y con perspectiva de cambio en Iberoamérica y la República Islámica de Irán.

 

El motivo de tanta hostilidad manifiesta del amo americano y sus siervos europeos no es otro que tantos esos movimientos emergentes iberoamericanos como Irán, tienen la consistencia y la voluntad para sostener no sólo una desafiante política de soberanía y dignidad nacional frente al imperialismo en dos zonas significativas, Iberoamérica (considerado el «patio trasero» de EEUU) y Oriente Próximo (centro del «Viejo Mundo» y fuente de recursos energéticos), sino que promue­ven causas de resistencia ante la opresión y las agre­siones directas o indirectas cometidas por los norteamericanos y sus protegidos «especiales».

 

En Iberoamérica la principal punta de lanza del imperialismo es la Colombia de la «Seguridad Democrática», el régimen más sanguinario de América con respecto a su propio pueblo, donde su oligarquía económico-político-paramilitar ha asesinado a varios miles de opositores. Sólo una par­te de muertos son guerrilleros, pues la mayoría han sido sindicalistas, afiliados políticos y activis­tas campesinos, empleando a los paramilitares pero también al Ejército. Un régimen con el que se han alineado abiertamente los grandes medios de difusión españoles, tan democráticos y guardia­nes de los derechos humanos según pregonan.

 

En Oriente Próximo, son el ente sionista y el estado saudita las principales plataformas de lahi­perhegemonía. El primero es el principal ente racista del mundo, construido sobre el expolio, la destrucción y la deportación del pueblo que habitaba (y una parte sigue haciéndolo aunque empa­redado y sometido a bloqueos y abusos diarios) el territorio que ocupa el sionismo. El segundo es un régimen de poder exclusivamente clánico y con la cobertura de una ideología puritana.

 

Tres ejemplos clasos de qué significan, en realidad, los famosos «valores occidentales», para qué sirven las no menos renombradas «libertades democráticas», y porqué se esgrimen los caca­reados «derechos hu­manos», tanto en los EEUU como en la prensa del Régimen español que for­ma una piña en su hostilidad manifiesta hacia los movimientos emer­gentes iberoamericanos e Irán por «amenazar» la seguridad de tales protegidos de EEUU. Pese a las amenazas usacas y de sus protegidos, tales movimientos iberoamericanos e Irán (que acertadamente ha estrechado relacio­nes con algunos de ellos) mantienen su com­promiso de seguir apoyando las causas de liberación.

 

Los motivos del inexcusable apoyo que cualquier europeo debe prestar a estas naciones desa­fiantes son tres:

 

En primer lugar, porque suponen un estímulo de voluntad política, dignidad nacional y capa­cidad de resistir las amenazas del criminal-imperialismo, para cualquier europeo bien nacido que aspire lo propio para sus naciones. Es evidente que los «nativos» de Europa que quieran seguir siendo subalternos de los «Amos del mundo» no pueden sentir más que una envidia insana y enojo ante quienes ponen en evidencia su patético estado de servidumbre.

 

En segundo lugar porque el mundo es un todo entrelazado e interdependiente, y en la actuali­dad esta más interrelacionado que nunca. Las políticas de las «naciones desafiantes» implican el desarrollo de unos conflictos contra el hiperhegemonismo americano, brazo político-militar del Enemigo globalitario. Por tanto, de forma indirecta, sus desafíos y los conflictos que mantienen con EEUU y sus criminales estados protegidos favorece a quienes no estamos jugando con dis­fraces o pseudorrebeliones, sino que pretendemos de verdad la liberación de Europa.

 

Y en tercer lugar, porque mayor número de españoles y europeos deben comprender que la situación en que nos hallamos se debe, en gran parte, a la fragmentación de las clases y nacio­nes promovida por las plutocracias, que sí tienen elevada conciencia de «cuerpo». Éstas han pro­piciado el aislamiento de las gentes, logrando que las luchas sociales sean sectoriales, de for­ma que la mayoría tiende a desentenderse completamente de esas luchas, e, incluso, se posi­cio­ne a favor de la injusticia establecida porque esas luchas les incomodan. De la misma forma que cualquier lucha social puede escapar del aislamiento federándose con otras luchas sociales, las luchas en las nacionales europeas sólo pueden ser serias si apoyan a todos aquellos esta­dos y movimientos que cuestionen el Des-orden internacional y laminen el poder del Enemigo. Por ello es necesario denunciar todos los intentos de «desentendimiento» o «equidistancia» de los conflictos internacionales que sólo conducen al chauvinismo más abyecto y reaccionario.

10 NUESTRAS BASES: ÁMBITO MUNDIAL

 

12 comentarios

Preguntas y respuestas -

Pregunta - ¿Pero los insurrectos no buscan, como es lógico, conquistar y asegurar o normalizar después unas reivindicaciones políticas y sociales?

Respuesta: Una revolución es siempre un acto imposible que deviene real.
El orden policial es el cálculo y gestión de los posibles, de tal modo que nuestras "democracias" sólo son capaces de repetir incansablemente la misma cantilena capitalista mediante la exclusión efectiva de las mayorías sociales de los centros de decisión.
El sistema de democracia representativa de partidos es así un formidable mecanismo que permite tener a la chusma (-ue es la mayor parte de la población) a raya, pues en el capitalismo democrático, SÓLO se REPRESENTAN, sólo tienen voz, los sectores sociales que NO PONEN en PELIGRO el sistema de explotación.

Preguntas y respuestas -

P- ¿Pero no estamos viendo como los pueblos árabes aspiran y luchan por la Democracia?

Respuesta: no entendemos o no queremos entender lo que está ocurriendo hoy en el mundo árabe cuando afirmamos que lo que piden los pueblos insurrectos es "democracia", el tipo de democracia que conocemos en Europa o en EEUU y que el Imperio ha exportado por las armas a Iraq y Afganistán.

Esa postura intenta cerrar, cuanto antes y con las menores consecuencias posibles, el MOMENTO REVOLUCIONARIO. De lo que se trata es de que ese poder constituyente, manifestación de un sujeto histórico intermitente y evanescente como es todo sujeto revolucionario, desaparezca del escenario para dejar paso al “orden normal” de las cosas (“orden normal” para europeos y americanos, claro). En los expresivos términos de Jacques Rancière, de lo que se trata es que la política, la siempre traumática salida a escena de los excluidos, de los no representados y no contados, deje paso a la GESTIÓN de lo REPRESENTABLE, que Rancière denomina con histórica precisión "policía".

Cuando la multitud sale a la calle y crea, en Túnez y en Egipto, un espacio público político que antes no existía, y cuando la dinámica misma de ese espacio público transformada en poder constituyente expulsa a los tiranos neocoloniales que gestionaban policialmente sus países, ciertamente hay un impulso democrático.

Ahora bien, ese impulso democrático ES POLÍTICO, manifiesta una voluntad de incluir a los excluidos, de representar lo hasta el momento irrepresentable.

Preguntas y respuestas -

Pregunta - ¿En que mundo vivimos?

Respuesta: Nosotros vivimos en ese fantasma que se autodenomina Occidente.

Pregunta - ¿Pero no vimimos en Democracia?

Respuesta: Vivimos en un reino APOLÍTICO de la gestión, en un Estado de policía que denominamos "democracia", pero que describe mucho mejor Alain Badiou con su término "capital-parlamentarismo".

Moro Águila Roja -

Ahora nos explicamos los avances de Yagüe y como pudo ganar Franco la guerra civil, teniendo los rojos el oro, las regiones industriales y la flota de guerra bajo su poder.



El problema que hay -

Aquí el problema que hay es la cantidad de lameculos y esbirros del poder que no hacen más que desviar la atención de los males del país, y fomentar los prejuicios más miserables del personal, para que ni tomemos conciencia ni actuemos contra los culpables de los males.

zuritum -

¿Qué un marroquí apuñaló a doce personas él solito?
¡Joder, un tío así es lo que les hace falta a las Fuerzas nacionales que siempre han necesitado de 12 tíos para apuñalar a uno solo!
¡Con 100 como éste volveremos a ganar la guerra civil!

Fernando -

Aqui el problema que hay es la inmigracion ,que es una verdadera invasion.Es una verguenza la cantidad de moros que hay en España.Son unos delincuentes.Un marroqui apuñalo a 12 personas en Ibiza ,es lo que traen miseria y delincuencia.Moros expulsion

¿Se contradice¿ -

Ya, pero es que parecía haberse descartado antes ese SUPUESTO. Pero gracias por la respuesta

Para el busca-contradicciones -

Lo que dice el Documento es:

«Aún en el SUPUESTO de que la crisis sea terminal, o de que la deuda soberana de los Estados Unidos conduzca a la potencia hiperhegemónica a su bancarrota, eso no significa que el Sistema vaya a desaparecer»

Ahora ¿El que pregunta, como lo ve?

Malas noticias sobre Rusia... -

Recuérdese que Rusia ya está sometida a la OTAN, que la llama “socio preferente”:

http://www.elpais.com/articulo/internacional/nueva/estrategia/OTAN/pone/fin/guerra/fria/Rusia/elpepiint/20101118elpepiint_2/Tes

A fin de cuentas, ya la URSS en los años cincuenta pidió su ingreso en la OTAN (sí, costará creerlo, pero es historia...). La diferencia es que entonces se lo denegaron por miedo al contagio comunista. Hoy, claro, ya no existe ese miedo.

¿Se contradice¿ -

Leo por un lado que “el Sistema Capitalista, como tal, no se encuentra ni en crisis ni en quiebra”, pero aquí se plantea la posibilidad de que sea una crisis terminal... ¿en qué quedamos?

Ahmadinejjad contra Gaddafi -

El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, se ha mostrado indignado el miércoles por la represión “inimaginable” en Libia y ha pedido “a los dirigente de todos los países que tengan en cuenta la voluntad de sus pueblos” en una declaración transmitida en directo por la televisión estatal.

“Es inimaginable que alguien mate a sus propios ciudadanos o los bombardee,” declaró a la cadena que le preguntaba acerca de la situación en Libia, a la salida de un consejo de ministros.

“¿Cómo puede un dirigente convertir a sus ciudadanos en objetivos de ametralladoras, tanques y cañones?”, se preguntó.

“Eso es inaceptable. Dejemos que los pueblos hablen, sean libres e impongan su voluntad. No hay que oponerse a la voluntad de los pueblos,” añadió el presidente iraní.

La represión de la insurrección contra el régimen de Muammar Gadafi en Libia ha causado al menos 400 muertos, según cifras oficiales.