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Del “Rusia Es Culpable” al “Turquía No Es Europa” (I)

Del “Rusia Es Culpable” al “Turquía No Es Europa” (I)

(Para una crítica del neo-nacionalismo europeo)

 Europa es una vieja puta prostituida en todos los burdeles ideológicos”(F.G. Freda) 

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NdR.- Este documento fue elaborado para la web de RESISTENCIA por Alfonso Beltrán a finales de 2004. Problemas técnicos impidieron en su momento la publicación del mismo, e incluso el propio escrito se dio por desaparecido por el autor. Tres años después, gracias a la labor de algunos camaradas antagonistas ha podido ser recuperado. Lo editaremos –con el permiso del autor- en tres partes. Léase –pues- en el contexto histórico de la fracasada “Euroconstitución” y de la crítica política a un problemático neo-nacionalismo “social-europeísta” que en aquel momento repuntaba.

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LA EUROPA IMAGINARIA

 

El proceso constituyente de la Unión Europea llegó a su término.

Con toda la pompa y circunstancia requerida por el ceremonial civil, burocrático y televisivo, los jefes gubernamentales de turno de los países miembros firmaron y rubricaron el texto definitivo de su “Carta Magna” en el mismo escenario donde se firmara y rubricara también el Tratado de Roma: punto de partida del proyecto político europeo.

Falta ahora el formal trámite plebiscitario con el cual quedará aprobada (sí o sí) la flamante “Constitución” de Eurolandia. Un referéndum que consagre jurídicamente, según los acostumbrados usos y abusos del “Estado de Derecho”, el reparto fáctico de poder entre élites políticas nacionales, intereses corporativos y mundo de los negocios.

De este modo, la “ciudadanía europea”, es decir, la exigua minoría votante y obediente, (objeto social cuantificable, masa/clase/media aritmética, escrutinio bioestadístico contabilidad semoviente y euro-humanidad estándar extrapolable ) aclamará –voto mediante- la hiperbólica “Ley de leyes” de ese régimen oligárquico, tecnocrático y taumatúrgico que ha ido creando ex nihilo durante casi medio siglo una ficción política sin precedentes: la de una “Europa” imaginaria.

Como los niños chicos que inventan en su fantasía infantil un “amigo imaginario”, así los ideólogos de la Euroficción han creado una “Eurolandia feliz” como espacio imaginario libre de conflictos, abierto, tolerante, democrático y pluscuamperfecto.

Cierto es que, como cantan Los Ilegales, “es bueno tener siempre un amigo, aunque sea un amigo imaginario, y no exista...”  Cada uno puede, de tal manera, formar su propia euroutopía pues el “amigo imaginario” jugará siempre con nosotros y a lo que queramos; estará siempre a nuestro lado sin aburrirse ni cansarse y hasta le podremos ganar al parchís.

Pudiera pensarse que, a efectos prácticos, mejor eso que nada. Quizás sea así; y haya que darse con un canto en los dientes. El que no se consuela es porque no quiere...

Concedido. Aceptemos a “Europa” como animal de compañía...

Admitamos entonces la única “Europa” posible: Una ficción político-jurídica dotada de amplia base técno-industrial, total centralización y autonomía financieras, implacable planificación y concentración de capitales, descarado proteccionismo comercial, economía subsidiada y una descomunal burocracia.

Una “Europa del Bienestar” (y de un Tercer y Cuarto Mundos marginados), de la “Calidad de vida” (y de las tasas de suicidios censurados por los mass media), de los “grandes índices macroeconómicos” (y los del paro y precariedad laboral), la “Europa de las Instituciones” (y la de la corrupción, la represión y la de los USA); una “Europa “que no es un “gigante con pies de barro”-pues ya hemos visto que no le faltan “buenas botas”- sino más bien una especie de “diplodocus”: mucho cuerpo, escaso cerebro.

Una Euroficción que sus creadores, planificadores, estrategas y gobernantes proyectan social e ideológicamente como ese “amigo imaginario” que juega o compite –económicamente- con su “otro yo”: el demasiado real “amigo americano”; que éste si que existe y bien que se le nota. Y del que trata a veces (estos niños...) de  “diferenciarse”... imaginariamente, por supuesto.

Los euro-amigos del “amigo americano”, los menos fantasiosos, los más ladinos, consumados aguafiestas, cuando la ocasión lo precisa y el interés propio lo demanda, recuerdan las “deudas” contraídas por la “Vieja Europa” con su Gran Amigo, Socio Mayor, Aliado, Liberador y Cruzado plenipotenciario de todas las Europas posibles y probables, reales o imaginarias.

EL OTOMANO NO ES HERMANO...

 

A las puertas de esta casa común de la fantasía, a este mágico mundo de colores, han llamado y siguen llamando muchos países del entorno inmediato al de los “países-miembros-fundadores”: el núcleo occidental primigenio, el más identificado con los “valores” del sedicente “mundo libre”, verbigracia, el atlantismo militante, la democracia liberal, el mercantilismo y el librecambismo, que no en vano fueron criterios básicos para los primeros acuerdos y tratados “euro-comunitarios”.

Las posteriores integraciones de mercados nacionales y de nuevos países miembros fueron ampliando la base económica y política del primitivo “Mercado Común”, revisando políticas económicas e imponiendo cambios estructurales en el sistema social de los nuevos socios comunitarios hasta conseguir una “homogeneidad” acorde con las necesidades de los Capitales-Estados respectivos en proceso de confluencia y concentración monopolistas.

El Régimen Político Español, tanto en su forma de “Democracia Orgánica” como en su actual de “Democracia parlamentaria”( continuum estatal incuestionable como precisamente el “modélico proceso de transición” demuestra) picó también al postigo comunitario tanto en la etapa desarrollista del franquismo como en los primeros gobiernos juancarlistas, con escaso éxito hasta el año de gracia de 1986, durante la prolongada etapa gubernamental del PSOE.

Pero el caso de Turquía, que solicitó antes incluso que el Estado español su adhesión al “Club Europeo” (son ridículos hasta para definirse) supera con creces otros casos análogos y es hoy el motivo de una desaforada polémica y encendidos debates donde se invocan multitud de razones, argumentos, considerandos y retruécanos de diverso tipo y condición en pro y en contra de la entrada de este país.

Cortinas de humo que a duras penas pueden ocultar –algunos ni se molestan en hacerlo ya- el fondo del problema. A pesar de las fachadas de colorines de la modernidad, hay una realidad oculta llena de cadáveres putrefactos, muertos familiares, fantasmas atávicos, terrores apocalípticos tras las paredes de cartón-piedra de la “Gran Casa Común de la Felicidad” de ese Súper Parque temático internacional llamado Eurolandia.

En efecto: Turquía puede alegar sus razones –mejores o peores-  para la adhesión y la Unión Europea poner los obstáculos –justificados o no- habituales (¿nos hemos olvidado del irritante, inenarrable, interminable, proceso negociador de nuestro país con la Comunidad económica europea?) Pero la realidad aunque negada con diplomacia aflora apenas escarbemos.

 

...Y EUROPA ES UN “CLUB CRISTIANO”

 

El flamante Club europeo quintaesencia de la modernidad, paradigma de los ideales de la Ilustración, de la tolerancia religiosa y de la libertad de conciencia resulta ser –en cuanto se le coloca ante el espejo de sus contradicciones- un puro y duro “club cristiano”.

Pudiera parecer paradójico entonces que la “Convención europea” haya rechazado una mención genérica a las “raíces cristianas” de Europa –tal como pedía la Iglesia romana y otras confesiones- en el texto definitivo de la Euroconstitución, mientras que su “laico” presidente, el inefable Giscard D ´Estaing, negaba la condición “europea” de Turquía desde una  óptica geográfica y cultural. Eufemismo para no alegar una infamante exclusión por razones religiosas.

La negativa a la inclusión del  ex presidente galo e íntimo compadre del “emperateur Bokassa, era pretexto y coartada

El Estado turco es, desde su fundación por Ataturk, un estado militantemente laico, nacionalista y pro-occidental con un poderoso ejército encargado, no solo de velar por la defensa y seguridad nacionales, sino constitucionalmente comisionado para la salvaguarda de ese carácter laico que Kemal imprimió a su movimiento revolucionario y al régimen nacional por él instaurado.

Ciertamente, el gobierno actual está en manos de un partido “islamista” que no ha llevado a cabo -que sepamos-  ninguna reforma política susceptible de transformar sustancialmente el régimen político y las instituciones básicas del Estado. Más que nada porque no podría hacerlo sin ver las calles de Estambul tomadas por los carros de combate de una de las más potentes fuerzas armadas de la OTAN.

Ahora bien. Si Turquía no es “Europa” o no lo es lo bastante para monsieur Giscard y muchos otros doctores de su Euroiglesia: ¿Es al menos “democrático” el sistema político turco?

O mejor aún: ¿Quién, cómo, cuándo y dónde decide qué es “Europa”, abarcando con solo golpe de ojo tantos ángulos y perspectivas como intereses particulares o de grupo, nacionales y transnacionales, ideológicos o religiosos, incluso tuertas miradas llenas de delirios históricos o enfoques sicopatológicos, pueblan el imaginario colectivo occidental? O también ¿cuándo un Estado es democrático, formando parte por ello del selecto “gang”  internacional de los Intocables, de los países de la Champions League mundial, la de aquellos Estados –autoelegidos como portavoces de otra ficción: la “comunidad internacional”- con patente de corso para juzgar y sojuzgar a los demás? 

¿Qué es Europa? ¿Qué es Democracia? ¿Existen realmente? ¿Dónde reside la hipotética “Identidad europea”? ¿Cuál es el sentido del fenómeno europeo?

¿Quo vadis colegas que os arrogáis el derecho a decir y decidir, así porque sí y así porque está de moda, que “Turquía no es Europa”, porque el “mahometano no es tu hermano” y la “Media Luna” no cabe en esa Europa que antaño –casi ayer mismo- era la de los “mercaderes?”

No queréis que “vuestra Europa” sea una “Colonia Yanqui”, pero tampoco un “emirato(sic) islámico”. Realidad actual contra hipótesis medieval. Política contrafáctica. Historia ficción. EuroNeverland.

De la misma manera que tampoco deseabais que fuera una constelación de nuevos satélites de la URRS, con un “Muro de Berlín” dividiéndola. Parecía una opción justa. Parecía...

Hoy no hay muro. Pero sigue habiendo norteamericanos. Con sus bases, su Alianza Atlántica y sus aviones atravesando vuestras tierras, surcando vuestros mares, sobrevolando vuestros cielos, que son nuestros y de todos también, para atacar pueblos y naciones fuera –eso sí- de vuestra “Eurolandia indioeuropea”, esa que no quiere turcos ni moros ni mahometanos, pero que lleva más de medio siglo celebrando la presencia salvadora de los Estados Unidos a los que tanto tiempo lleváis “combatiendo”...

Ya lo dijo el ex presidente Aznar en la presentación de sus memorias políticas: “Los americanos están aquí porque nosotros los llamamos”

Saber –más allá de la historia oficial- quien es esa primera personal del plural que nos metió al enemigo en casa y en que fuerzas se apoyó para hacerlo, y quienes siguen siendo hoy todavía –aparte de los gobiernos europeos en pleno- sus más fieles servidores, incluso cuando invocan un antiamericanismo ramplón, sería el mayor servicio a la verdad y a la causa de una Europa real no imaginaria.

UN PATRIOTISMO APÓCRIFO

 

Obviamente, a una Euroficción, a una Europa imaginaria, le corresponde por tradición, costumbre y entropía un patriotismo del mismo género: ficticio, ilusorio, ridículo y acrítico.

Pocas dudas existen de quien va a representar el papel de “tonto útil” en esta tragicomedia de alucinación colectiva centrada en la, o las “Identidades imaginarias” de una Unión de Estados-Nacionales y de Capitales-Transnacionales que se mantiene viva y pujante merced a un complejo sistema de equilibrios oligárquicos.

Equilibrios de toda clase y condición que reproducen a escala continental los propios de cada país, amén de los nuevos cabildeos made in Bruselas, a la vez que generan constantes desequilibrios sociales que solo un statu quo semisecreto, presupuestívoro e indecente –del que la “Euroconstitución” es una expresión más- en revisión permanente consigue a duras penas reequilibrar a cargo del contribuyente, de los países nuevos miembros o mediante esotéricos artificios financieros.

Pero hay evidencias fácilmente percibidas por el común de los mortales, incluso para los  “ciudadanos europeos”.

Ser europeo “mola mazo”, nadie lo duda. Pero si es solo esto –y no parece que sea mucho más- tampoco es como para tirar tracas y marear la perdiz de la “Europa Unida”, nueva potencia mundial y espejo de virtudes morales, cívicas, humanas y conyugales.

Nadie va a luchar, vencer o morir por el festival de Eurovisión. Ni contar de memoria las estrellitas amarillas de la bandera azul-unicef mientras canta con traducción múltiple el Himno de Eurolandia versión Beethoven-Miguel Ríos.

Resulta para todo quisque meridiana la naturaleza esencial del régimen europeo y su carácter típicamente burgués. La Democracia de Mercado, el Capitalismo sistemático, en régimen encubierto de monopolios y concentración de capitales, de Polo geoeconómico  hegemonista, de naturaleza imperialista y fuerte instinto neocolonial.

La Unión Europea de Multinacionales es una Usurocracia demo-liberal con una soberanía única, totalitaria, despótica y monetaria  con sede central en Frankfurt.

Con un liderazgo mundial basado en la explotación de empresas delocalizadas e inversiones internacionales de bajo coste y alta rentabilidad. Ingente aparato administrativo tecnoburocrático con sede en Bruselas

Lugar común sigue siendo aquello de que “el dinero no tiene patria”. O que “pecunia non olet”.

Pero es un hecho también de que algunas “patrias”– si no todas-  no carecen del poderoso caballero. Y que –en periodos críticos- el capitalismo deja de ser “cosmopolita” para muchos de sus críticos hasta adquirir una coloración que coincide vagamente con la de la “Nación”, el “Pueblo” y su “Identidad”.

Entonces, el Dinero, el Capital, las Empresas, la Banca, la Bolsa, el Mercado, dejan de ser materias económicas, de privilegio, sin patria ni fronteras, en sí mismas semejantes al líquido elemento: incoloro, inodoro e insípido.

El Nacional-Capitalismo empieza a sufrir una extraña transformación químico-identitaria..

 Se viste con los colores de la Bandera de elección. Adquiere el gusto, el “sabor” de nuestra Tierra y nuestro Pueblo. Y empieza a oler. Mejor, apesta, atufa, hiede a Patria europea reinventada llena de identidad, de cultura, de civilización.

Es el tiempo de los “patriotas”. De los falsos patriotas, entiéndase bien.

Al menos eso piensan los profesionales del nacionalismo genérico. Los madrugadores de la Gran Europa que quieren hacer realidad avant-la-letre su sempiterna arrogancia retórica: es decir, no seguir siendo “los últimos de ayer, sino los primeros de mañana”.

Pero nos barruntamos que los nuevos ganapanes de la “euroidentidad” seguirán siendo los últimos mañana y de pasado mañana. Al tiempo...

Persuadidos de que quizás la “Euroficción” les ofrezca más rentabilidad política, valoración personal y fuentes de ingresos que el viejo nacionalismo de los “Estados Nacionales” donde prácticamente “todo el pescado está ya vendido” apuestan por hacer el “trabajo de calle” que se espera de ellos; defendiendo, en esta ocasión, a la preNación Europea amenazada en su protoIdentidad y en su misma preExistencia por el enemigo interior, y eterno, el Islam, introducido a través de la Inmigración alógena y selvática.

“¡Turquía No es Europa””

Ya tardaban...

Sí, en efecto, son ellos: los de siempre. Los patriotas de lo que sea. Los mercenarios de las “identidades” tutifruti. Los viejos gladiadores del neofascismo atlántico. Los nuevos divisionarios de la guerra étnica: los Eurosionistas extraparlamentarios, los “Identitarios” pret-a-porter sin otra Identidad que la que el Poder les permite.

Ese Poder, a cuya sombra se agitan, hozan y babean, que de vez en cuando condescendiente, con desprecio e indiferencia, con la rutinaria certeza de tener que soportarlos de nuevo hasta el momento en que, el club de amigos de las Fuerzas de seguridad, los “Arios de la Benemérita” y los Identitarios de  la Europol vuelvan a ser prescindibles. “Cabeza de Turco” –nunca peor dicho- sacrificable del sistema.......

Lo suyo es ahora, dicen, otro “patriotismo” un “patriotismo de civilización”.

De una supuesta “civilización europea”, visible –para sus gafas de madera- a poco que te fijes, en la cultura neolítica o por allá cerca más o menos.

Tan evidente como para los cronistas de la Derecha constitucional del Nacional-Aznarismo lo es la “proto-españolidad” de los cavernícolas de Atapuerca.

 (continuará)

3 comentarios

avanguardista -

Muy buenos los artículos de Vincenzo Vinciguerra. Le dejo un link a nuestros blogs.
http://avanti-ragazzi-tf.blogspot.com/
http://avanti-mvn-independiente.blogspot.com/

Abrelatas -

Me permito sintetizar el artículo subrayando tres párrafos:
"Pocas dudas existen de quien va a representar el papel de “tonto útil” en esta tragicomedia de alucinación colectiva centrada en la, o las “Identidades imaginarias” de una Unión de Estados-Nacionales y de Capitales-Transnacionales que se mantiene viva y pujante merced a un complejo sistema de equilibrios oligárquicos"
"Son ellos: los de siempre.
Los patriotas de lo que sea.
Los mercenarios de las “identidades” tutifruti.
Los viejos gladiadores del neofascismo atlántico.
Los nuevos divisionarios de la guerra étnica: los Eurosionistas extraparlamentarios,
los “Identitarios” pret-a-porter sin otra Identidad que la que el Poder les permite.
Ese Poder, a cuya sombra se agitan, hozan y babean, que de vez en cuando condescendiente, con desprecio e indiferencia, con la rutinaria certeza de tener que soportarlos de nuevo hasta el momento en que, el club de amigos de las Fuerzas de seguridad, los “Arios de la Benemérita” y los Identitarios de la Europol vuelvan a ser prescindibles. “Cabeza de Turco” –nunca peor dicho- sacrificable del sistema..."

Flávio Gonçalves -

Muito bom, poderemos publicá-lo na nossa revista "Revolução", que sairá em papel em Outubro e estamos tentando distribuir por Espanha e Latino América.